Historia de la lotería: el gran cronista de nuestra cultura y tradiciones

La iconografía de la lotería en México tiene un origen enlatado.

 

“Se va y se corre con la vieja del pozole! ¡La dama!

Pórtate bien amiguito, si no te lleva: ¡el diablito!

Yo con mi elegancia y distinción: ¡el catrín!”

Bueno este último no va así, pero cada quien le imprime su toque personal al popular juego de la lotería.

Sobre los registros históricos de la lotería, se dice que existió un juego similar en la China precristiana. Años más tarde apareció en fiestas romanas y genovesas, y hay quién afirma que algunos piratas jugaban un juego parecido, poniendo a la suerte el cortar o no las cabezas a sus prisioneros.

No obstante, se ha generalizado la idea de que el juego se originó en la Italia del 1400 y a partir de ese momento se propagó por toda Europa. A México la lotería llega en 1769 pero solo la aristocracia colonial lo jugaba. Durante la independencia de México (1810–1821) la lotería era el pasatiempo cotidiano de los soldados, que cuando regresaban a sus hogares lo hicieron popular por todo el país.

Las primeras loterías eran piezas artesanales pintadas a mano en tablas u hojalata y parecían inspirados en retablos. En aquella época es probable que todas las piezas tuvieran el reflejo de la personalidad del artesano y toque particular pero sin perder la esencia de las cartas que hoy conocemos.

No obstante, la iconografía de la lotería que predominó fue la que trajo Clemente Jacques de Francia en el siglo XIX. Jacques fue un empresario que importó diversos artículos desde Europa experimentando con muchos negocios: confeti, naipes, corchos para botella, municiones, tarjetas de invitación, y por supuesto granos, semillas y alimentos enlatados, que más tarde fueron su inspiración para construir la primera fábrica procesadora de alimentos enlatados en México, de lo que hoy conocemos como cátsup, mermelada, frutas en almíbar y vegetales.

Las imágenes que trajo consigo Clemente Jacques se hicieron tan populares accesibles de precio, que rápido se esparcieron por el país al grado de reimprimirse infinidad de veces. Aquel negocio de la lotería fue tan rentable para Clemente que años más tarde lo amplió a “Pasatiempos Gallo”, quienes cuentan con el registro de los naipes “Gallo Don Clemente” y de las imágenes originales de la lotería.

El juego consta de 9 a 16 cartones que representan figuras o estampas tradicionales de México, y 54 cartas. Aún así, la lotería no sería nada sin una pieza clave del juego, a saber, el Gritón. La labor moral, social y cultural del Gritón es cantar las cartas al tiempo que improvisar versos, refranes o dichos populares relacionados a la ilustración de la carta que salga agregando mucho sentido del humor. Cada vez que sale una imagen que se tiene en el cartón los jugadores colocan frijoles, según la tradición mexicana, sobre la figura que se ha mencionado – aunque también se colocan monedas, semillas, fichas, corchos, piedrecillas, bolas de papel. Quien llene primero el cartón grita ¡lotería! y gana el juego. Si no grita lotería, la victoria no cuenta.

En la lotería es un cronista de nuestras tradiciones y en su iconografía es posible reconocer buena parte de la cultura mexicana. “La calavera”, por ejemplo, representa la tradición del día de muertos, “la chalupa” es un transporte de Xochimilco y el gallo nos remite a las peleas. En medio de estos ejemplos hay muchos otros personajes cotidianos, elementos naturales y seres míticos que retratan, siempre con un toque pícaro, a nuestra sociedad: “el valiente”, “el borracho”, “el soldado” “el nopal” “el corazón”…

Hoy en día, es posible adquirir loterías se pueden adquirir en casi cualquier tienda de juegos, mercados o tiendas de artesanía, y aunque primordialmente se juega en casa, también es posible jugar lotería en ferias, kermeses o fiestas.

A la fecha, el juego sigue siendo fuente de inspiración para artistas plásticos y como el reflejo de nuestra cultura.