Por las noches la sirena llora al ser vista por su padre.
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Después de la conquista de los mexicas a manos de Hernán Cortés el siglo XVI, hubo una repartición de solares cercanos al centro ceremonial mexica para los que ayudaron en la campaña de conquista. Tal fue el caso del licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, quien años se casó con la prima hermana de Hernán Cortés por lo que recibió un terreno ubicado en la calzada de Iztapalapa (hoy Pino Suárez), la más importante de su época donde comenzó a construir su casa.
Gutiérrez Altamirano era tan buen administrador que se convirtió en el primo, consejero y albacea de Hernán Cortés, quien además le dio la hacienda de Zacango, que hoy alberga al Zoológico de Zacango, fundó la primera ganadería de América Latina, y años más tarde le permitió recibir el título de Conde de Santiago de Calimaya en 1616, por parte de rey de Felipe III.
Aunque la primera gran casa de los Altamirano se inició en 1536, tuvieron que pasar dos siglos para que los Condes de Santiago de Calimaya se decidieran a ampliar y remodelar su casa. Los arquitectos Lorenzo Rodríguez y Cayetano de Sigüenza hicieron un reconocimiento a la casa y dictaminaron que estaba en pésimo estado. S demolió y se construyó en su lugar el actual palacio que hoy alberga el Museo de la Ciudad.
El Palacio de los condes es una de las edificaciones más importantes de su época, no sólo por la magnificencia de su arquitectura, sino también porque en ella se puede percibir la opulencia de la vida que llevaba la aristocracia virreinal mexicana. Leones presiden el arranque de la escalera, tiene unos mascarones en el portón principal y se dijo que la madera y la mano de obra que elaboraron la puerta de acceso principal fue traída de Filipinas por los condes.
El recinto tienen una fuente en forma de concha con una nereida que toca la guitarra y mira hacia la capilla familiar. El primer piso del inmueble tienen tres habitaciones que están conservadas con la decoración de la época, así como la sacristía, la capilla y la sala de música. Pero en el patio central esta la leyenda de la fuente piedra.
Según la leyenda, los Condes tenían una hija muy bella que cometió dos errores: el primero fue el de enamorarse y el segundo, enamorarse de un plebeyo mestizo hijo de un criado, quien estaba dispuesto a todo por su amada. Cuando el Virrey se enteró, hizo que golpearan y corrieran al criado, provocando la tristeza de la hija que cayó en cama de tanta melancolía hasta que finalmente murió.
El Padre quedó desconsolado y el sentimiento de culpa no lo dejaba tranquilo, pues pensaba que había sido él quien la causa de la infelicidad de su hija, y por tanto, de su muerte. Para homenajear a su hija mandó construir una fuente de cantera que tenía una sirena tocando la guitarra. Aunque el Conde creyó sanar su culpa con la fuente, cada noche, al mirar hacia la fuente con la sirena, el conde veía que la sirena alzaba y se ponía llorar. Todos los días sucedía lo mismo, el padre preocupado mirando la fuente y la “hija llorando”; hasta que un día la fuente se quedó sin agua y la visión cesó.
En 1960 el gobierno federal adquirió el inmueble y comisionó a un grupo de profesionistas para que lo restaurara e hiciera el guión museográfico del actual Museo de la Ciudad. La readaptación del inmueble se llevó a cabo con muy pocas modificaciones y el museo se inauguró el 31 de octubre de 1964.
Hoy en día el museo es una muestra del desarrollo de la ciudad, de su emplazamiento geográfico, origen, auge y esplendor de su etapa prehispánica. En el edificio es posible ver cómo se conserva la época virreinal, independiente y las etapas posteriores de su vida, así como la explosión demográfica y urbana vivida por la ciudad después de la revolución de 1910.
Museo de la Ciudad de México
¿Dónde? José María Pino Suárez 30, Centro
¿Cuándo? Martes a domingo 10 am a 6pm
Teléfono: 55 5522 9936