El orden y la disciplina es algo común en todas las civilizaciones.
A los mexicas se les considera un pueblo de una gran tradición religiosa, política, astronómica, filosófica y artística; que junto con los mayas son uno de los temas más estudiados de la historia mesoamericana. Investigadores de todo el mundo se han dado a la tarea de realizar estudios sobre los mexicas, donde recorren el panorama general de sus ideas, entre ellas una que provoca mucha polémica, a saber, la disciplina que los mexicas tenían con sus hijos.
Educar a los hijos es una materia complicada, es el conflicto cotidiano entre padres e hijos desde siempre. No obstante, para la cultura mexica, la disciplina y el buen comportamiento eran fundamentales para el desarrollo de su cultura, ya que pensaban que los hijos eran una dádiva de los dioses, además de que sabían bien que los hijos son la continuidad del linaje, cosa que era de gran importancia entre los mexicas.
En la antigua Tenochtitlan todos los niños acudían a la escuela de acuerdo a su condición social: los hijos de nobles acudían al Calmécac, mientras que el resto de la población iban al Telpochcalli. Centros educativos en donde se les ayudaba a los padres a formar a sus hijos y donde muchas veces se utilizaban métodos disciplinarios que hoy en día nos podrían resultar crueles.
Más allá de lo que nos parezca en nuestra época, hay que entender que en aquellos días, la disciplina, la vigilancia y el orden se llevaban a cabo bajo otros códigos de conducta, reglamentos y sobre todo, con una visión del mundo y de comunidad muy diferente a la nuestra, además de ser una civilización que tomaba la guerra como parte fundamental de su existencia.
A los niños berrinchudos se les untaban hierbas amargas en la boca a fin de que dejaran el hábito de llorar por todo y/o sin razón alguna.
Como a millones de niños se les castigaba golpeándolos en el cuerpo. La diferencia es que los mexicas utilizaban hierba de ortiga; una hierba que crece casi en cualquier lugar y que tiene la particularidad de que quien la toca sentirá mucha comezón en la zona afectada.
A los niños que mentían se les punzaba la lengua con espinas de maguey. Esto porque los mexicas consideraban que el habla era un don sagrado regalado de las deidades, por lo cual era el deber de los hombres hablar de manera correcta, y poética.
Si un niño robaba algo o levantaba la mano a sus padres, se le atravesaba el cuerpo con espinas de maguey.
Para corregir el mal comportamiento, y con el fin de que el niño comprendiera que los malos actos tienen consecuencias, se amarraba a los pequeños de brazos y piernas haciéndolos que pasaran la noche sobre tierra mojada.
Los casos extremos de niños problemáticos, eran puestos encima de una fogata donde se aventaban chiles, haciendo que el niño respirara el humo de los chiles, que además entraba por la boca y los ojos.