Un recorrido por las construcciones que cambiaron para siempre la fachada de la Ciudad de México.
Antonio Rivas Mercado nació en un pueblo perdido de Tepic un 25 de febrero de 1853. A los 11 años
viajó sólo en un barco a Europa por orden de sus padres que querían que su hijo recibiera una instrucción adecuada. La idea funcionó, y cuando tuvo la edad estudió en las mejores universidades el viejo mundo:
ingeniería y arquitectura. De todos los países que recorrió, se enamoró de
Francia donde entró a la escuela de Bellas Artes y aprendió los secretos de las pomposas construcciones que se hacían en el país.
Cuenta la leyenda que en una de las tantas noches de invierno que pasó en París, el arquitecto
luchó contra un gigantesco oso pardo amaestrado por gitanos logrando sostener durante varios minutos al animal frente a varios de sus colegas. Desde ese momento,
sus amigos lo consideraron un tipo valiente y lo apodaron “el oso.”
Tras 17 años en Europa, Rivas Mercado
regresó a México a finales del siglo XIX (medía dos metros y pesaba 100 kilos) Justo en esa época, el presidente Porfirio Díaz estaba empeñado en llenar al país con
monumentos y construcciones afrancesados que ejemplificaran el supuesto ánimo de progreso que había en su régimen. Fue gracias a eso que el joven pronto se convirtió en el favorito del dictador y pudo empezar una prolífica carrera que fue un parteaguas en
la edificación de la Ciudad de México.
De entre las primeras obras que hizo Rivas Mercado se cuentan: la
Aduana del Ferrocarril en Tlatelolco, un puñado residencias particulares de la Juárez y los planos que hizo para ser considerado como
el arquitecto del nuevo Palacio Legislativo. Cuentan que su maqueta fue tan majestuosa que
el poeta Amado Nervo elogió su talento en una revista. Sin embargo, el proyecto se lo dieron a un americano y aunque Rivas Mercado se entristeció, años más tarde tendría el momento de brillar.
Este es sólo el inicio de su historia, para contarla toda habría hacer mil artículos. Sin embargo, para que se den una idea más completa del
impecable legado que dejó en la CDMX
este ícono de la arquitectura mexicana hemos confeccionado una breve lista que incluye sus grandes obras, monumentos y algunos pasajes de su vida.
El Ángel de la Independencia
El ícono cultural de la Ciudad de México…
Para conmemorar cien años de la Independencia de México, Don Porfirio Díaz le encomendó a un grupo de arquitectos la tarea de inmortalizar a través de un monumento nuestro aniversario como nación.
Antonio Rivas Mercado se encargó del diseño la columna y para lograr su encomienda partió a Francia en barco donde inspeccionó personalmente los acabados de bronce que tendría Ángel, así como de
la formación de la estatua en forma Victoria Alada que coronaría el pedestal patrio. Como dato curioso, en esa época conoció a Diego Rivera y se volvió su protector.
El monumento tuvo un costo de
2 millones 150 mil pesos y se inauguró el 16 de septiembre de 1910.
El Museo de Cera
Una residencia cuya belleza no envejece.
En el corazón de la Colonia Juárez hay
una casona bicolor que tiene el poder de robar la atención de los transeúntes con su hermosura. Aunque no muchos lo saben la
construcción de este edificio fue orquestada por Antonio Rivas Mercado los primeros años del siglo XX. El estilo que el arquitecto le imprimió al inmueble fue
Art Noveau, por eso su imponente fachada, llena de ladrillos indistintos, le da un aire a algunas residencias parisinas de la
Belle Époce. Actualmente la mansión es la sede la
Museo de Cera de la Ciudad de México.
El Palacio Municipal de Tlalpan
Un edificio del Centro de Tlalpan que desafía con dignidad el tiempo.
Frente a la
Plaza de la Constitución del Centro de Tlalpan, Antonio Rivas Mercado construyó una de sus obras maestras. Se trata de
un palacete bastante grande que tiene con una fachada simétrica fastuosa. Este inmueble cuanta con tres hermosos balcones centrales
y tiene un reloj estilo renacentista incrustado en la parte superior que ha desafiado los años. La edificación del Palacio tardó siete años y actualmente es la sede del edificio delegacional.
La casa de Don Antonio Rivas Mercado
Una mansión en plena Colonia Guerrero.
En uno de los barrios más populosos que hay en la Ciudad de México, está
la residencia que alguna vez habitaron Antonio Rivas y su controvertida familia. Se trata de un edificio de dos niveles
construido en 1898 que cuenta con: siete cuartos, un inmenso salón principal, sótano y el despacho que usó el arquitecto en sus años de vida.
Ahí fue bautizada Antonieta Rivas Mercado, y ahí, en una de sus tantas habitaciones, diseñó la columna del Ángel de la Independencia.
Cabe destacar que, tras un largo proceso de remodelación, luego de haber estado abandonada por el terremoto de 1985 la casa de Rivas se abrirá al público próximamente.