“Mientras haya en el mundo primavera, habrá poesía” Bekquer
Desde tiempos remotos, la primavera ha sido un lugar común de la poesía. Algo tiene abril que despierta en los artistas ganas súbitas de pintar palabras. De atrapar en un pedazo de papel ese sentimiento estremecedor que nace cuando la naturaleza se mezcla con el sol profundo, y por unas semanas las aves cantan más fuerte, los pétalos se vuelven de todos los colores y diminutas partículas blancas navegan en el aire transparente.
Y es que sólo el inconmensurable poder de un poema es capaz de relatar lo que sucede en este hemisferio cuando llega marzo y de pronto los paisajes dejan de estar atrapados en las madrugadas congeladas. Sólo un poema entiende la belleza de los pájaros en un patio y puede hablar de la luz que entra por las ventanas e ilumina los pasillos silenciosos.
Dicho lo anterior, no es sorprendente que desde Virgilio, pasando por Shakespeare y deteniéndonos en Neruda, los inventores de versos hayan intentando tender un puente invisible entre la primavera y la poesía. Prueba de ello son estas palabras que alguna vez dejara para la historia el inmortal Nicanor Parra: Hoy es un día azul de primavera, creo que moriré de poesía.
Entonces para celebrar el inicio de la temporada, hemos seleccionado seis poemas mexicanos que inadvertidamente le hacen un homenaje a esta estación. Advertimos que lo están a punto de leer cambiará para siempre lo que piensan del 21 de marzo.
Piedra de sol
Octavio Paz
Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado más danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un caminar tranquilo
de estrella o primavera sin premura,
agua que con los párpados cerrados
mana toda la noche profecías,
unánime presencia en oleaje,
ola tras ola hasta cubrirlo todo,
verde soberanía sin ocaso
como el deslumbramiento de las alas
cuando se abren en mitad del cielo…
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Fuego de voz alta para encender la primavera
Jaime Sabines
Vibro
Estoy cantando
Ilumino la oscuridad cantando
De la fruta ligeramente amarga del corazón
se levantan delgadas capas de una suave corteza
Capas ligeras como el aroma que se desprende bajo el sol
de un paquete compacto de grandes hojas de tabaco
Estoy cantando
Me descubro extendiendo mi voz como la piel de un animal
que se pone al sereno llena de sal y estacas
estirada en la noche como una mancha
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Esta tierra que piso
Rosario Castellanos…
Esta tierra que piso
es la sábana amante de mis muertos.
Aquí, aquí vivieron y, como yo, decían:
Mi corazón no es mi corazón,
es la casa del fuego.
Y lanzaban su sangre como un potro vehemente
a que mordiera el viento
y alrededor de un árbol danzaban y bebían
canciones como un vino poderoso y eterno…
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En un jardín
Ramón López Velarde
Al decir que las penas son fugaces
en tanto que la dicha persevera,
tu cara es sugestiva y hechicera
y juegan a los novios los rapaces.
Al escuchar la apología que haces
del mejor de los mundos, se creyera
que lees a Abelardo…
En voz parlera
dialogas con los pájaros locuaces…
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Absoluto amor
Efraín Huerta
Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caída y amanecer perfecto.
Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.
Gota de anís en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar…
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Florido Laude
Salvador Novo
Conozco tu perfume y tu destino,
piel de doncella, hostia múltiple;
tu breve día, tu don. Miro el momento
en que brindas tu lecho nupcial a las abejas;
o el colibrí se pinta en tus colores
y desmayas tus pétalos de seda,
conchas del mar del aire en que naufraga
tu vida breve y tu perfume rosa…
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