Gardela, comida para entusiasmar al alma…
En una megalópolis con tantas ofertas gastronómicas como la Ciudad de México, de tanto en tanto se agradecen aquellas opciones que tienen el don de resignificar la experiencia de sentarse frente a un plato. Esos lugares en los que cada detalle está cuidado y en los que cada bocado es más bien una aventura inédita.
Tal es el caso de Gardela, una propuesta culinaria ubicada en el corazón de la colonia Roma que desde hace casi un año está revolucionando la manera en la que los capitalinos saboreamos las delicias más emblemáticas de Argentina e Italia; la carne, la pizza, las pastas y los vinos.
Para narrar todo lo que es este espacio, habría que empezar por el nombre. Según cuentan los dueños, Gardela nació como un homenaje a Carlos Gardel uno de los compositores y cantantes más legendarios del país más al sur de Latinoamérica. El singular topónimo define muy bien el espíritu apasionado que vive en cada rincón del restaurante.
Tendríamos que continuar con la decoración cálida y sencilla. Pisos de cemento pulido, mesas de madera, acabados en hierro, candelabros, entre modernos y antiguo,s que decoran el techo, cocina abierta, y sillas con mensajes alusivos al buen provecho de los comensales.
Después viene la mejor parte de todo, la comida. Una suculenta colección de manjares italoargentinos que alagan el gusto más exigente. Aquí cada plato está preparado con ingredientes de primera calidad que vienen de México y de otros lugares del mundo, como por ejemplo los cortes de carne que se importan de Estados Unidos y son tan exquisitos que están exhibidos en un refrigerador abierto, como un museo.
Sin duda cada platillo del menú es delicioso, pero quizá es recomendable empezar esta experiencia con un fresco carpaccio de res; un clásico del mediterráneo que le ofrece al paladar un magistral mezcla de: aceitunas, chile serrano, alcaparras, caña de flete y queso grana.
Por otro lado, aunque Gardela ha adquirido fama por sus magníficos cortes; es altamente aconsejable probar las pizzas o las pastas caseras que hay en la carta. Sobre todo: los sorrentinos rosas; seis benditas piezas rellenas de mozzarella y jamón fresco, y los poéticos ravioles de espinaca cocinados con aceite de trufa blanca, mantequilla francesa y la mejor ricota de la Ciudad de México.
No obstante de la enorme cantidad de delicias italianas que tiene Gardela, si se llega con antojo de algo más sustancioso no hay que dejar de probar el rib eye añejado con mantequilla de trufa. Se trata de un plato único, que por su sabor desafía todo lo que conocemos y sabemos de la carne.
Finalmente, esta aventura gastronómica puede culminar con alguno de los postres de este restaurante. Con un flan de la casa, un soufflé de dulce de leche o incluso un rogel cordobés. Las opciones dulces son tan increíbles como las saladas.
En resumen, en Gardela la comida trasciende su propia condición y tiene el poder de convertirse en una obra de arte que no sólo se instala en el sentido del gusto sino que, como una buena melodía de tango, se queda en el corazón por siempre.
Gardela
¿Dónde? Av. Álvaro Obregón 31, Roma Norte.
Teléfono: 55 75918812