Dime cuál es tu comida favorita y te diré quién eres…
Sí hay algo en lo que todos podemos estar de acuerdo es que una de las mejores cosas de vida es comer. Los alimentos tienen ese raro poder de trascender su condición original (la de mantenernos vivos) y convertirse e encantadoras obra de arte capaces de explicarnos no sólo cuál es el sentido de la vida, si no cómo es realmente una personas: ¿qué le gusta? ¿cuáles son sus deseos? y ¿qué aspiraciones tiene?
Pero además, la gastronomía es también un estupendo mapa para comprender la cultura que hay en un país. Los sabores endémicos revelan, entre otras cosas, la identidad de un pueblo, su relación con los recursos naturales y la imaginación de sus habitantes para trastocar los que los rodea.
Dicho eso no es muy desbocado afirmar que los gustos culinarios, también pueden mostrarnos quiénes eran realmente aquellos personajes que con sus rebeldías, manías y valentías transformaron México. Después de todo, los hombres y mujeres que en algunos libros aparecen como héroes también fueron humanos y también disfrutaban de sentarse frente a un plato y conquistar al mundo desde su paladar.
En honor a los anterior, hemos confeccionado una coqueta lista que incluye algunos célebres personajes y sus sencillas o excéntricas predilecciones en lo que a comida se refiere. Sin querer, cada platillo aquí enumerado nos enseña un fragmentos de la vida cotidiana de estos seres.
Moctezuma
Hacía su comida más importante al mediodía …
Según algunos registros, que hizo el mismo Hernán Cortés, el emperador azteca gozaba diariamente de 30 platillos diferentes. Entre los manjares que el gran Moctezuma disfrutaba estaban: los tamales con carne de pescado de la laguna, tacos de carne de venado, guisado de calabacitas con elotes tiernos, gusanos de maguey con epazote y chile y carne de perro o jabalí con cacahuates y tomates.
Sor Juana
Adoraba las letras y la comida…
Aunque sea una faceta poco conocida de su vida, Sor Juan amaba la cocina. De hecho dejó para la posteridad un libro de recetas escritas por ella misma. Entre los manjares que la célebre poetiza recomienda están los: buñuelos con queso, torta de arroz, caldo de Oaxaca hecho con carne, chorizo y gallina y el famoso mole espeso de sabor dulce llamado “Manchamanteles”
Benito Juárez
Una copita de jerez…
Aunque no hay una manera de saber cuáles eran sus predilecciones, según unas anotaciones que Juárez hizo es posible comprender que su dieta consistía en varios tipos de proteína animal: carne de venado, tasajo y gallinas. Gracias a estas notas, escritas con sus propias manos, se sabe también que dos días antes de morir el Benemérito de las Américas se tomó una copa de jerez. Luego, como primer tiempo, probó una sopa de tallarines con dos huevos fritos, arroz, bistec con salsa picante de chiltipiquín y fruta como postre.
Porfirio Díaz
Delicias europeas…
Como lo han escrito varios biógrafos, Don Porfirio no era una personas sencilla. Los menús que el dictador solicitaba a su propio cocinero francés eran complejos, sobre todo por la dificultad de conseguir los ingredientes. Sus predilecciones iban desde platos con escamoles, salmón con salsa de vino blanco, perlas de melón bañadas en champaña rosa y pasteles parisinos con muchas capas.
Pancho Villa
Delicias norteñas…
El famoso Centauro del Norte gustaba de la carne asada o seca, salsas picantes rojas y una buena cantidad de tortillas de harina para acompañar. También tenía preferencia por el café de olla bien cargado y por las palanquetas de cacahuates. Su único placer no mexicano eran las malteadas de fresa.
Emiliano Zapata
Todo fresco y casero…
De acuerdo a algunos de sus amigos, el revolucionario amaba tomar en un cazo de cobre el atole de ciruela que todas las mañanas preparaba su esposa. Este manjar lo acompañaba con gorditas, jocoque y una servilleta que tenía bordadas sus iniciales. Más tarde, para la comida, Zapata degustaba mole de olla con cecina, acompañado de salsa con jumiles (unos insectos muy nutritivos), tortillas hechas a mano y queso fresco.
Lázaro Cárdenas
Celoso de su privacidad…
Al primer habitante de los Pinos le gustaba llevar una vida austera y tranquila. Según su propio hijo, para empezar la jornada, todos los días a las 8:00 de la mañana se comía un poco de fruta y huevos hervidos. Por la tarde (estuviera donde estuviera) se iba a las 15:00H a su casa para compartir alimentos con su familia