El eslogan de la marca Cho’jac es “Artesanía Hard-Core” por la cantidad de tiempo invertido en la manufactura.
El Cho’jac es una bolsa de red que durante miles de años ha estado arraigada en la cultura mesoamericana, y que todavía se usa en ciertas áreas de la cultura Maya-Tzotzil. Para algunos es una reliquia que puede verse entre los artefactos en un museo etnológico, y desde el 2016, para los coleccionistas occidentales es un objeto de lujo para nuestros días.
Esta idea surge cuando el diseñador de textiles Thomas Kilian Bruderer vio este material en una exposición en el Museo Etnográfico de la Universidad de Zurich, y que las piezas aludían a técnicas en peligro de extinción; gracias a la investigación de la etnóloga suiza, Rosmarie Pazeller, quien enseño a Thomas sobre los detalles de esta técnica de tejido, que se utiliza para transportar carga relativamente pesada. Así fue como Thomas yRosmarie, llegaron a una comunidad tzotzil en el sur de México, para encontrarse con una familia que se dedica a tejer estas redes en las afueras de San Cristóbal, en las montañas de Chiapas, para seguir con una tradición de tzotziles y tzeltales.
A la Cho’jac de los mayas se le adicionaron correas de cuero originarias de ganado alemán y, nació la bolsa en dos colores, café crudo y negro asfalto, que se tiñe con ingredientes naturales como hollín y telas de araña. Además están fabricados con ingredientes reutilizables y las bolsas son 100% reciclables. El eslogan de la marca es “artesanía hardcore” como testimonio del lento y complejo proceso de fabricación de la bolsa.
El proceso para hacer una Cho’jac comienza con la cosecha de las hojas de agave sisalano. Los agricultores luego eliminan la pulpa de la fruta y golpean las hojas hasta que salen las fibras. Luego se lavan y secan las fibras y las hacen girar manualmente a un hilo en sus rodillas. Tres hilos hacen el hilo y solo entonces pueden comenzar a enganchar la malla. Hacer una sola bolsa puede tomar de cuatro a seis semanas hasta que el Cho’jac se convierte en una malla delicada y elástica. Este proceso de elaboración para producir el Cho’jac se ha transmitido de generación a generación.
El fondo sociocultural de este proyecto se centra en la cooperación con las familias indígenas de México, así como un relación estrecha con Alemania, lo que hace sostenible toda la cadena de producción del proyecto Cho’jac. Además de la participación indígena de los mexicanos, se agregan correas de cuero curtido natural que provienen del sur de Alemania, que más tarde es trabajado en un taller en Brandenburgo y los toques finales de la bolsa se aplican en un taller para personas discapacitadas en Alemania.
Así pues, el objetivo es crear un diálogo intercultural y global, cuyo valor no reside en un material costoso, raro o de prestigio social, sino en el proceso sostenible que combina la artesanía con los aspectos sociales y estéticos de lo nuevo. Este nuevo concepto ha sido nominado para varios premios importantes de diseño y se ha extendido e implementado cursos gratuitos y de fácil acceso en la región de Chiapas, con el fin de propagar esta artesanía cultural tradicional entre la población nativa e involucrar a los artesanos locales en el desarrollo de nuevos variantes de diseño.
En tiempos de desaparición del patrimonio cultural y la producción en masa, este nuevo tipo de diseños únicos éticos y duraderos, acompañados del desarrollo de consciencia social, muestra el gran esfuerzo por difundir y salvar la sabiduría ancestral de la cultura Maya.
Este diseño final de Cho’jac es vendido en el Museo Etnológico de Basilea y en varias tiendas de Zúrich, Suiza, donde ha tenido buen recibimiento gracias a una mayor conciencia sobre los productos fabricados de manera sustentable. Con los ingresos de la venta de las Cho’jac, se financia cursos de tejido en Chiapas a través de la ONG llamada Impacto, muy activa en Chiapas, que trabaja con mujeres indígenas de la región.