La increíble hazaña del mexicano que escaló el Everest en menos de 24 horas

José Luis Sánchez Fernández, también es conocido como “El Ché”.

 

Escalar 8.848 metros es bastante similar, a alcanzar la altura a la que llega una persona sentada a bordo de un boing 747. Claro que el que escala no está mirando una película ni sosteniendo un whisky en las rocas; literalmente está muriéndose por el frío intenso y la falta de oxígeno.

En las montañas del Everest los seres vivos son personas non gratas.

Aquí unos datos para comprobar lo que afirmo. El campamento base del Everest se encuentra a una altura de 5.361 metros, y tan solo llegar ahí, significa vivir con la mitad del oxígeno que se tiene estando al nivel del mar. Para llegar solo al campamento hay que entrenar duro, alimentarse bien, estar alerta del peligro médico de ascender a grandes alturas, y estar consciente que se puede morir de una tos, del mal de altura y hasta de congelación, a lo que se suma tener edemas cerebrales y pulmonares.

La tos de altitud y mal agudo de montaña son enfermedades comunes entre escaladores, esto provoca fuertes dolores de cabeza y dificultad para respirar, y algo que puede ser una “tos sencilla” a grandess alturas, puede secar el revestimiento de los pulmones, agrietarlo y en muchos casos la tos puede romper las costillas al llegar a ser tan severa.

En el Everest hace calor. La nieve y el hielo actúan como un reflector gigante del resplandor del sol. Esto provoca quemaduras solares. Los escaladores pueden padecer edema pulmonar y cerebral por la altitud; además de innumerables síntomas: fatiga extrema, mareos y tos con sangre. La falta de oxígeno en el cerebro, por la altura, se llama hipoxia, puede hacer que las personas se vuelven un poco raras al tomar decisiones y actuar por impulso en una montaña donde el alpinista en un simple insecto, seguramente es mortal.

¿Qué otros asuntos podemos enumerar sobre la complejidad de escalar el Everest? Mala alimentación, digestión se desacelerada, intestino envía pocos nutrientes a los músculos, quema acelerada de azúcares. Encontrase con desechos humanos en la montaña, debido a que cda vez hay más turistas, lo que provoca bacterias en la nieve que sirve para derretir y transformar en agua.

Todos estos obstáculos fueron superados por un oriundo de la Ciudad de México de con 43 años de edad: José Luis Sánchez Fernández, “El Ché”, es el primer mexicano en la historia del alpinismo que llega a la cima del Everest y Lhotse para convertirse en un tipo de leyenda nacional, que logró llegar a la cima del Everest y a los 8,516 de su vecino, el monte Lhotse, en 23 horas.

La travesía de José Luis duró más de una semana, y comenzó la noche del lunes 21 de mayo, y para el martes 22 a las 6:30 horas ya habían llegado al punto más alto. Una vez que estuvieron ahí decidieron volver al campamento para recargar energías e ir a la conquista del Lhotse, que es la cuarta montaña más alta del mundo.

La madrugada del jueves 24, este héroe mexicano llegó a la punta del monte Lhotse, admiró el espectacular paisaje que le proporcionaban las montañas y cuando volvió al campamento cuando se enteró de que había hecho historia: estaba imponiendo un nuevo récord.

Esta increíble experiencia le llevó dos meses, y una preparación de años de intenso trabajo donde tuvo que dejar de ver a su familia, y correr el riesgo que significa realizar estas intensas actividades. José Luis se ha convertido en una inspirtación para todo el país, y es un ejemplo de fortaleza física y mental, demostrando que es con mucho trabajo es posible desafiar cualquier situación que se presente.