En la colonia San Rafael no hay casas, hay máquinas del tiempo.
Se trata de uno de los lugares más antiguos de la Ciudad de México. Un barrio que durante la Conquista fue el pantanoso espacio en el que se realizaban las ejecuciones de la Inquisición. Un barrio que en otros siglos se convirtió en un rancho en el que se sembraban cebollas. Y luego, en 1850 fue el primer sitio de la ciudad en el que se trazaron cuadras.
A finales del siglo XIX estas manzanas se convirtieron en la Colonia de los Arquitectos porque se tenía el objetivo de juntar ahí, en un grupo de terrenos baldíos, diversas edificaciones ideadas por los jóvenes recién graduados de la connotada Academia de San Carlos.
Fue así como el sitio se llenó de mansiones, tantas que según el escritor Alfonso Icaza el barrio era un rincón idílico de la metrópoli. Se dice que los primeros habitantes de dicha colonia fueron hombres acaudalados (dueños de los almacenes más sofisticados) y de una serie de personajes históricos importantísimos. Este barrio albergó por solo mencionar a uno la casa de campo de Benito Juárez, y ahí entre los árboles y la tranquilidad murió su esposa.
También se rumora que esta zona de la CDMX, debió haber sido un sitio muy ruidoso para vivir ya que donde hoy está el Monumento de la Madre, antes había una estación de ferrocarriles a la que llegaban cotidianamente estruendosas maquinas de 1890.
Hay que destacar que las arterias de la San Rafael sacaron sus topónimos de los personajes más emblemáticos del positivismo. Un ejemplo memorable es la Calle Sari Carnot, llamada así en honor al físico e ingeniero francés que fue pionero en el estudio de la termodinámica.
Esta colonia conserva entre sus arterias y glorietas cierto encanto decimonónico. Todavía se pueden encontrar en algunos portones de madera y hierro que han sobrevivido al tiempo. Obras de arte hechas durante el porfiriato que fueron la creación del famoso arquitecto Emilio Dondé, un individuo que a inicios del siglo XX había ganado fama por el hermoso Palacio de Cobian en la Juárez.
Un dato interesan de la San Rafael, que no podemos pasar por alto, es que fue la primera colonia que tuvo privadas; un grupo de casas pequeñas que se distinguían de las vecindades del Centro Histórico porque sus puertas daban a directamente a la calle, estaban unas frente a otras y tenían al final de un gran pasillo una gran residencia en la que vivía el portero. Actualmente estos conjuntos habitacionales son un verdadero espacio de paz dentro del caos citadino.
Finalmente, en la Colonia San Rafael estaba la casa de uno de los poetas más importantes que ha habido en México, Salvador Novo. Ahí en el un número 48 cualquier se pueden contemplar los muros entre los que escribió: “En ti mi soledad se reconcilia para pensar en ti”.
Tristemente, y como una gran metáfora de lo a veces es esta megalópolis, el hogar del genio es en el presente es un estacionamiento con las ventanas tapadas y pintura espantosa.
Foto principal: Time Out
