La filantropía es el camino para construir el legado humanitario que queremos para las futuras generaciones.
A lo largo de la historia de México, sea cual sea la necesidad, siempre hemos visto una enorme voluntad para ayudar, esto resulta más evidente cuando la sociedad se ha tenido que enfrentar a alguna tragedia; temblores, huracanes ó inundaciones; ahí estamos siempre listos para salir a recolectar, organizar y ayudar a los más afectados.
El pasado 19 de septiembre del 2017, cuando un terremoto azotó la Ciudad de México, causando muertes, heridos y pérdidas materiales. El gobierno no pudo solo ante una tragedia tan grande. Fuimos nosotros, el pueblo mexicano, quienes nos organizamos de una forma rápida y efectiva para llevar la ayuda. México se convirtió en un ejemplo para el resto del mundo, la solidaridad mexicana brilló como nunca antes se había visto.
Omar Torres
Me encanta esa parte de nuestra esencia mexicana, y aunque suene romántico, me gusta pensar que es una cualidad natural que tenemos por el simple hecho de nacer mexicanos.
Desafortunadamente, no es equivalente el esfuerzo y motivación ciudadana ante la tragedia al compararlo con la filantropía de nuestro país.
En el estudio de Johns Hopkins Dimensons of the non profit sector, mencionan al sector mexicano de organizaciones sin fines de lucro: no solo es el más pequeño en relación con la economía mexicana, sino también es el más pequeño en comparación con toda América Latina y el resto del mundo. De 36 países en los que se realizó el estudio, México fue el último lugar en términos de porcentaje del PIB dedicado a la sociedad civil y a la filantropía.
Existen cientos de distintas causas en México que día con día ayudan a los más necesitados, sin embargo por las condiciones que nosotros mismos como sociedad hemos creado, existen muchas limitaciones que no permiten resolver los grandes problemas sociales que vemos hoy en día.
El problema no está en sí en el trabajo de las fundaciones, de hecho, hay organizaciones que hacen un trabajo verdaderamente admirable. Uno de los problemas más grandes del sector filantrópico está en el área administrativa.
Administrativamente, las organizaciones filantrópicas tienen limitado el presupuesto para poder pagar buenos sueldos a sus empleados, procuran mantener los sueldos más bajos o en ocasiones son nulos. Como efecto primario, se vuelve prácticamente imposible esperar que la persona que dirige la fundación tenga un MBA ó una amplia experiencia laboral. Los mejores talentos difícilmente pueden trabajar en el sector de la filantropía, ya que la gente con mejores habilidades cobra un mayor sueldo y por esto terminan trabajando en grandes corporativos.
El mismo patrón existe con la mercadotecnia y la publicidad, ya que es cuestionable que las organizaciones filantrópicas inviertan en este tipo de necesidades al poder usar ese dinero para atender la causa. El dato que la sociedad en ocasiones pierde de vista es el de la enorme necesidad de darle publicidad a una causa, ya que es esa exposición la que lleva al consumidor a donar su tiempo o dinero hacía las fundaciones.
Otra limitación que existe, es que comúnmente los donantes no están de acuerdo con que parte de sus donativos se destinen a pagar salarios o cualquier gasto administrativo de las organizaciones, por el contrario exigen que sean usados exclusivamente para la causa de la fundación a la que decidieron apoyar.
Entiendo esta posición, quieren ver instantáneamente su dinero reflejado en la causa, asegurando su inversión. Sin embargo, esta posición afecta a la fundación limitando la posibilidad de crecer al equipo y mantener la operación para así lograr alcanzar un mayor número de personas beneficiadas.
Posiblemente, esta postura nace de la necesidad de sentir inmediatamente la satisfacción de haber ayudado. Es como si el dinero de la donación no produce la sensación de recompensa asociada si no es dirigida específicamente a la solución del problema.
Ahora, si analizamos la situación, en realidad la meta de apoyar a la causa esta completa una vez que se deposita el dinero, sea utilizado para cualquier fin que a la organización le parezca pertinente. La idea es apoyar a la causa en sí, y la operación es fundamental para que funcione la organización. Están entrelazadas, y el mantener el enfoque en la propia satisfacción personal, distrae de lo más importante: la visión ideológica.
Hoy en día depositamos la mayoría de nuestros ingresos en el mercado comercial, y esto me parece una acción muy natural en los seres humanos, por la existencia del intercambio de valor inmediato – nos da algo tangible – ayuda a saciar la necesidad del consumismo que enfrentamos hoy en día. La motivación de utilizar nuestro dinero está en obtener algo de valor a cambio.
Ahora bien, la creencia de que en la inversión filantrópica no existe un intercambio de valor es completamente falsa. Si nuestra ideología personal es ayudar a personas necesitadas, enfermas, niños en situación de calle, violencia, contaminación, etc. por nombrar algunas, al hacer una donación, estamos ejerciendo un intercambio de valor, aunque este no sea palpable.
Existen como estas, muchas otras limitaciones con las que las ONGs hoy día se enfrentan. Es por eso que me parece tan relevante levantar la voz por todas estas organizaciones que necesitan el apoyo de la sociedad civil para funcionar y cumplir sus propósitos.
Adicionalmente a los beneficios que brinda a las causas necesitadas, la filantropía, es también un proceso personal que enriquece nuestras vidas de maneras gratificantes. Al apoyar la caridad de nuestro interés obtenemos el valor de alinearnos con nuestra visión personal, aspirar a ser personas con ideales, y conseguimos que lo que queremos ver en el mundo exista.
La filantropía es el mercado del amor, como el significado de su nombre de origen griego la define: “amor a la humanidad”. Este amor nos mueve a actuar de maneras constructivas y consideradas con los demás y como efecto con el planeta. Es solo con amor y generosidad, como nos podremos ganar un mundo excepcional, lleno de humanos que sean… más humanos.