Poesía prehispánica: Flor y Canto.
Un tema recurrente de los tlamatinime, sabios o filósofos aztecas, es In Xóchitl in Cuícatl, Flor y Canto: las nociones prehispánicas equivalentes a la poesía, arte y filosofía occidental. El móvil epistémico de los tlamatinime se enfoca en encontrar la raíz de las cosas, la “verdad de los hombres” y la posibilidad de hablar de las “palabras verdaderas” en la tierra.
Son muchas las diferencias que existen entre los tlamatinime y los filósofos occidentales de la Grecia antigua, en cuanto al acercamiento a lo que cada quien considera “verdad”. Quizá la gran diferencia entre ambos es la forma de acercarse a la noción de verdad. Platón, por mencionar el ejemplo (ya que algunos otros filósofos griegos antiguos tuvieron diferentes acercamientos al tema) se acercó por medio de la lógica, el silogismo y la razón.
Sobre este punto, es bien conocido entre los lectores de filosofía, que cuando Platón escribe su texto magno, La República, el compendio de las ideas que conforman su filosofía, dedicadas a construir teóricamente una forma de polis, de comunidad ideal, rechaza a los poetas de la polis. Rechaza a los poetas ya que su retórica y metáforas sobre los asuntos y objetos que nos rodean, así como sus metonimias sobre la naturaleza, enturbian lo que Platón quería entender por “verdad”: un trasmundo esencialista de las cosas, a las que sólo se tiene acceso por medio de las ideas.
Los tlamanime, por su parte, tienen un acercamiento a la verdad de las cosas, a través los diálogos y enseñanzas poético-filosóficos del flor y el canto, visibles en la hermosa poesía-reflexiva de Nezahualcóyotl. Aunque está demás mencionar que Platón hubiera erradicado a Nezahualcóyotl de su República ideal, lo haré, eso: si Nezahualcóyotl hubiera sido coetáneo de Platón, hubieran sido enemigos en la búsqueda de la verdad.
No obstante, si Platón y Nezahualcóyotl hubieran compartido el mismo régimen histórico, no sólo hubieran sido enemigos intelectuales; y quizá hubiéramos legado un mundo más poético que Nezahualcóyotl hubiera escrito con la sangre de Sócrates-Platón, y la versión de la historia hubiera sido menos racional e idealizada. Tal vez, Nezahualcóyotl hubiera sido un poco más Estoico… Como sea, aquí te dejo los 5 primeros poetas prehispánicos con los que los tlamanime buscaban reflexionar sobre la verdad y raíz de las cosas.
Tlaltecatzin de Cuauhchinanco
Finales del siglo XIV
Canto de Cuauhchinanco
En la soledad yo canto
a aquel que es mi Dios
En el lugar de la luz y el calor,
en el lugar del mando,
el florido cacao está espumoso,
la bebida que con flores embriaga.
Yo tengo anhelo,
lo saborea mi corazón,
se embriaga mi corazón,
en verdad mi corazón lo sabe:
¡Ave roja de cuello de hule!,
fresca y ardorosa,
luces tu guirnalda de flores.
¡Oh madre!
Dulce, sabrosa mujer,
preciosa flor de maíz tostado,
sólo te prestas,
serás abandonada,
tendrás que irte,
quedarás descarnada.
Aquí tú has venido,
frente a los príncipes,
tú, maravillosa criatura,
invitas al placer.
Sobre la estera de plumas amarillas y azules
aquí estás erguida.
Preciosa flor de maíz tostado,
sólo te prestas,
serás abandonada,
tendrás que irte,
quedarás descarnada.
El floreciente cacao
ya tiene espuma,
se repartió la flor del tabaco.
Simi corazón lo gustara,
mi vida se embriagaría.
Cada uno está aquí,
sobre la tierra,
vosotros señores, mis príncipes,
si mi corazón lo gustara,
se embriagaría.
Yo sólo me aflijo,
digo:
que no vaya yo
al lugar de los descarnados.
Mi vida es cosa preciosa.
Yo sólo soy,
yo soy un cantor,
de oro son las flores que tengo.
Ya tengo que abandonarla,
sólo contemplo mi casa,
en hilera se quedan las flores.
¿Tal vez grandes jades,
extendidos plumajes
son acaso mi precio?
Sólo tendré que marcharme,
alguna vez será,
yo sólo me voy,
iré a perderme.
A mí mismo me abandono,
¡Ah, mi Dios!
Digo: váyame yo,
como los muertos sea envuelto,
yo cantor,
sea así.
¿Podría alguien acaso adueñarse de mi corazón?
Yo solo así habré de irme,
con flores cubierto mi corazón.
Se destruirán los plumajes de quetzal,
los jades preciosos
que fueron labrados con arte.
¡En ninguna parte está su modelo
sobre la tierra!
Que sea así,
y que sea sin violencia.
Tochihuitzin Coyolchiuhqui
Finales del siglo XIV y mediados del siglo XV
Vinimos a sonar
Así lo dejó dicho Tochihuitzin,
Así lo dejó dicho Coyolchiuhqui:
De pronto salimos del sueño,
sólo vinimos a soñar,
no es cierto, no es cierto,
que vinimos a vivir sobre la tierra.
Como yerba en primavera
es nuestro ser.
Nuestro corazón hace nacer, germinan
flores de nuestra carne.
Algunas abren sus corolas,
luego se secan.
Así lo dejó dicho Tochihuitzin.
Nezahualcóyotl de Texcoco
Siglo XV
Canto de huida
En vano he nacido,
en vano he venido a salir
de la casa del dios a la tierra,
¡yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero…
¿qué es lo que haré?,
¡oh príncipes que aquí habéis venido!,
¿vivo frente al rostro de la gente?,
¿qué podrá ser?,
¡reflexiona!
¿Habré de erguirme sobre la tierra?
¿Cuál es mi destino?,
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
en la tierra, aquí.
¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?
¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
sólo vivo con la cabeza inclinada
al lado de la gente.
Por esto me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra
¿Cómo lo determina tu corazón,
Dador de la Vida?
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión,
estoy a tu lado, tú eres dios.
¿Acaso quieres darme la muerte?
¿Es verdad que nos alegramos,
que vivimos sobre la tierra?
No es cierto que vivimos
y hemos venido a alegrarnos en la tierra.
Todos así somos menesterosos.
La amargura predice el destino
aquí, al lado de la gente.
Que no se angustie mi corazón.
No reflexiones ya más.
Verdaderamente apenas
de mí mismo tengo compasión en la tierra.
Ha venido a crecer la amargura,
junto a ti y a tu lado, Dador de la Vida.
Solamente yo busco,
recuerdo a nuestros amigos.
¿Acaso vendrán una vez más,
acaso volverán a vivir?
Sólo una vez perecemos,
sólo una vez aquí en la tierra.
¡Que no sufran sus corazones!,
junto y al lado del Dador de la Vida.
Cuacuauhtzin de Tepechpan
Mediados del siglo XV
Canto de triste de Cuacuahtzin
Flores con ansia mi corazón desea.
Que estén en mis manos.
Con cantos me aflijo,
sólo ensayo cantos en la tierra.
Yo, Cuacuauhtzin,
con ansia deseo las flores,
que estén en mis manos,
yo soy desdichado.
¿Adónde en verdad iremos
que nunca tengamos que morir?
Aunque fuera yo piedra preciosa,
aunque fuera oro,
seré yo fundido,
allá en el crisol seré perforado.
Sólo tengo mi vida,
yo, Cuacuauhtzin, soy desdichado.
Tu atabal de jades,
tu caracol rojo y azul así los haces ya resonar,
tú, Yoyontzin.
Ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Por poco tiempo alegraos,
vengan a presentarse aquí
los que tienen triste el corazón.
Ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Deja abrir la corola a tu corazón,
deja que ande por las alturas.
Tú me aborreces,
tú me destinas a la muerte.
Ya me voy a su casa,
pereceré.
Acaso por mí tú tengas que llorar,
por mí tengas que afligirte,
tú, amigo mío,
pero yo ya me voy,
yo ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón,
no volveré una vez más,
jamás volveré a salir sobre la tierra,
yo ya me voy, ya me voy a su casa.
Sólo trabajo en vano,
gozad, gozad, amigos nuestros.
¿No hemos de tener alegría,
no hemos de conocer el placer, amigos nuestros?
Llevaré conmigo las bellas flores,
los bellos cantos.
Jamás lo hago en el tiempo del verdor,
sólo soy menesteroso aquí,
sólo yo, Cuacuauhtzin.
¿No habremos de gozar,
no habremos de conocer el placer, amigos nuestros?
Llevaré conmigo las bellas flores,
los bellos cantos.
Macuilxochitzin
Mediados del siglo XV
Canto de Macuilxochitzin
Elevo mis cantos,
Yo, Macuilxóchitl,
con ellos alegro al Dador de la vida,
¡comience la danza!
¿Adonde de algún modo se existe,
a la casa de Él
se llevan los cantos?
¿O sólo aquí
están vuestras flores?,
¡comience la danza!
Elmatlatzina
es tu merecimiento de gentes, señor Itzcóatl:
¡Axayacatzin, tú conquistaste
La ciudad de Tlacotépec!
Allá fueron a hacer giros tus flores,
tus mariposas.
Con esto has causado alegría.
Elmatlatzina
está en Toluca, en Tlacotépec.
Lentamente hace ofrenda
de flores y plumas
al Dador de la vida.
Pone los escudos de las águilas
en los brazos de los hombres,
allá donde arde la guerra,
en el interior de la llanura.
Como nuestros cantos,
como nuestras flores,
así, tú, el guerrero de cabeza rapada,
das alegría al Dador de la vida.
Las flores del águila
quedan en tus manos,
señor Axayácatl.
Con flores divinas,
con flores de guerra
queda cubierto,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado.
Sobre nosotros se abren
las flores de guerra,
en Ehcatépec, en México,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado.
Se han mostrado atrevidos
los príncipes,
los de Acolhuacan,
vosotros los Tepanecas.
Por todas partes Axayácatl
hizo conquistas,
en Matlatzinco, en Malinalco,
en Ocuillan, en Tequaloya, en Xohcotitlan.
Por aquí vino a salir.
Allá en Xiquipilco a Axayácatl
lo hirió en la pierna un otomí,
su nombre era Tlilatl.
Se fue éste a buscar a sus mujeres,
les dijo:
“Preparadle un braguero, una capa,
se los daréis, vosotras que sois valientes.”
Axayácatl exclamó:
—“¡Que venga el otomí
queme ha herido en la pierna!”
El otomí tuvo miedo,
dijo:
—“¡En verdad me matarán!”
Trajo entonces un grueso madero
y la piel de un venado,
con esto hizo reverencia a Axayácatl.
Estaba lleno de miedo el otomí.
Pero entonces sus mujeres
por él hicieron súplica a Axayácatl.