5 poemas prehispánicos, Flor y Canto: In Xóchitl in Cuícatl, (parte 2)

Poesía prehispánica: Flor y Canto.

 

Un tema recurrente de los tlamatinime, sabios o filósofos aztecas, es In Xóchitl in Cuícatl, Flor y Canto: las nociones prehispánicas equivalentes a la poesía, arte y filosofía occidental. El móvil epistémico de los tlamatinime se enfoca en encontrar la raíz de las cosas, la “verdad de los hombres” y la posibilidad de hablar de las “palabras verdaderas” en la tierra.

Son muchas las diferencias que existen entre los tlamatinime y los filósofos occidentales de la Grecia antigua, en cuanto al acercamiento a lo que cada quien considera “verdad”. Quizá la gran diferencia entre ambos es la forma de acercarse a la noción de verdad. Platón, por mencionar el ejemplo (ya que algunos otros filósofos griegos antiguos tuvieron diferentes acercamientos al tema) se acercó por medio de la lógica, el silogismo y la razón.

Sobre este punto, es bien conocido entre los lectores de filosofía, que cuando Platón escribe su texto magno, La República, el compendio de las ideas que conforman su filosofía, dedicadas a construir teóricamente una forma de polis, de comunidad ideal, rechaza a los poetas de la polis. Rechaza a los poetas ya que su retórica y metáforas sobre los asuntos y objetos que nos rodena, así como sus metonimias sobre la naturaleza, enturbian lo que Platón quería entender por “verdad”: un trasmundo esencialista de las cosas, a las que sólo se tiene acceso por medio de las ideas.

Los tlamanime, por su parte, tienen un acercamiento a la verdad de las cosas, a través los diálogos y enseñanzas poético-filosóficos del flor y el canto, visibles en la hermosa poesía-reflexiva de Nezahualcóyotl. Aunque está demás mencionar que Platón hubiera erradicado a Nezahualcóyotl de su República ideal, lo haré, eso: si Nezahualcóyotl hubiera sido coetáneo de Platón, hubieran sido enemigos en la búsqueda de la verdad.

No obstante, si Platón y Nezahualcóyotl hubieran compartido el mismo régimen histórico, no sólo hubieran sido enemigos intelectuales; y quizá hubiéramos legado un mundo más poético que Nezahualcóyotl hubiera escrito con la sangre de Sócrates-Platón, y la versión de la historia hubiera sido menos racional e idealizada. Tal vez, Nezahualcóyotl hubiera sido un poco más Estoico… Como sea, aquí te dejo los 5 primeros poetas prehispánicos con los que los tlamanime buscaban reflexionar sobre la verdad y raíz de las cosas.

 

Xicohténcatl “El Viejo”

Mediados del siglo XV y principios del siglo XVI

Canto de Xicohténcatl

Yo lo digo, yo el señor Xicohténcatl:

¡que no vayan en vano!,

¡toma tu escudo: cántaro de agua florida!

Tu ollita de asa,

ya está en pie tu precioso cántaro color de obsidiana,

con ellos a cuestas llevaremos el agua,

vamos a acarrearla allá a México,

desde Chapolco, en la orilla del lago.

No vayáis en vano,

¡mi sobrino, mis hijos pequeños, sobrinos míos,

vosotros, hijos del agua!

Hago correr el agua,

señor Cuauhtencoztli,

¡vayamos todos!,

¡a cuestas llevaremos el agua,

vamos a acarrearla en verdad!

Quiere pregonarlo el capitán Motelchiuhtzin,

¡amigos nuestros!,

dizque todavía no amanece.

Tomamos nuestra carga de agua:

cristalina, color turquesa, preciosa,

que se mueve ondulante.

Te acercarás así allá, al lugar de los cántaros,

¡no vayas en vano!

Allá tal vez estará rumoreando Nanáhuatl.

¡Mi hijo pequeño!

Tú, comandante de hombres, tú, hechura preciosa,

pintura a la manera tolteca, con oro y plata,

pinta el cántaro precioso, señor Axayácatl.

Nosotros juntos vamos a tomar,

nos acercamos a las aguas preciosas.

Van cayendo, llueven gotas,

allá junto a los pequeños canales.

El que acarrea mi agua florida, Huanitzin,

ya viene a dármela,

¡oh mis tíos, tlaxcaltecas, chichimecas!

¡No vayáis en vano!

La guerra florida, la flor del escudo,

han abierto su corola.

Están haciendo estrépito

llueven las flores bien olientes,

así tal vez él,

por esto vino a esconder el oro y la plata,

por esto toma los libros de pinturas del año.

¡Mi pequeño canal, con mi cántaro va el agua!

 

Tecayehuatzin de Huexotzinco

Segunda mitad del siglo XV y principios del siglo XVI

¡Cantemos ya!

continuemos ahora los cantos

en medio de la florida luz y el calor,

¡oh amigos nuestros!

¿Quiénes son?

Yo salgo a su encuentro,

¿dónde los busco?,

en el lugar de los atables,

aquí mismo.

Yo sólo concibo cantos floridos,

yo vuestro amigo,

soy sólo el señor chichimeca,

Tecayahuatzin.

¿Acaso alguien,

acaso no todos nosotros,

daremos alegría,

haremos feliz,

al Inventor de sí mismo?

Ojalá que allá, en buen tiempo, en Tlaxcala,

estén mis floridos cantos aletargantes.

Ojalá estén los cantos que embriagan

de Xicohténcatl, de Temilotzin,

del príncipe Cuitlízcatl.

El Tamoanchan de las águilas,

la Casa de la noche de los tigres

están en Huexotzinco.

Allá está el lugar de la muerte

del quien hizo merecimientos, Tlacahuepan.

Allá se alegran

las flores que son la comunidad de los príncipes,

los señores, en sus casas de primavera.

Con flores de cacao,

exclama y viene veloz,

allá con las flores se alegra

en el interior de las aguas.

Viene de prisa con su escudo de oro.

Que con abanicos

con el cayado de flores rojas,

con banderas de pluma de quetzal

vengamos a dar alegría

en el interior de las casas de la primavera.

Resuenan los timbales color de jade,

lluvia de florido rocío

ha caído sobre la tierra.

En la casa de plumas amarillas

está lloviendo con fuerza.

Su hijo ha bajado,

en la primavera desciende allí,

es el Dador de la Vida.

Sus cantos hacen crecer,

se adorna con flores en el lugar de los atabales,

se entrelaza.

De aquí ya salen,

las flores que embriagan,

¡alegraos!

 

Ayocuan Cuetzpaltzin

Segunda mitad del siglo XV y principios del siglo XVI

Las Flores y los cantos

Del interior del cielo vienen

las bellas flores, los bellos cantos.

Los afea nuestro anhelo,

nuestra inventiva los echa a perder,

a no ser los del príncipe chichimeca Tecayehuatzin.

¡Con los de él, alegraos!

La amistad es lluvia de flores preciosas.

Blancas vedijas de plumas de garza,

se entrelazan con preciosas flores rojas:

en las ramas de los árboles,

bajo ellas andan y liban

los señores y los nobles.

Vuestro hermoso canto:

un dorado pájaro cascabel,

lo eleváis muy hermoso.

Estáis en un cercado de flores.

Sobre las ramas floridas catáis.

¿Eres tú acaso, un ave preciosa del Dador de la vida?

¿Acaso tú al dios has hablado?

Tan pronto como visteis la aurora,

os habéis puesto a cantar.

Esfuércese, quiera mi corazón,

las flores del escudo,

las flores del Dador de la vida.

¿Qué podrá hacer mi corazón?

En vano hemos llegado,

hemos brotado en la tierra.

¿Sólo así he de irme

como las flores que perecieron?

¿Nada quedará de mi nombre?

¿Nada de mi fama aquí en la tierra?

¡Al menos flores, al menos cantos!

¿Qué podrá hacer mi corazón?

En vano hemos llegado,

hemos brotado en la tierra.

Gocemos, oh amigos,

haya abrazos aquí.

Ahora andamos sobre la tierra florida.

Nadie hará terminar aquí

las flores y los cantos,

ellos perduran en la casa del Dador de la vida.

Aquí en la tierra es la región del momento fugaz.

¿También es así en el lugar

donde de algún modo se vive?

¿Allá se alegra uno?

¿Hay allá amistad?

¿O sólo aquí en la tierra

hemos venido a conocer nuestros rostros?

 

Axayácatl

Finales del siglo XV

Canto de Axayácatl, Señor de México

Ha bajado aquí a la tierra la muerte florida,

se acerca ya aquí,

en la Región del color rojo la inventaron

quienes antes estuvieron con nosotros.

Va elevándose el llanto,

hacia allá son impelidas las gentes,

en el interior del cielo hay cantos tristes,

con ellos va uno a la región donde de algún modo se existe.

Eras festejado,

divinas palabras hiciste,

a pesar de ello has muerto.

El que tiene compasión de los hombres, hace torcida invención.

Tú así lo hiciste.

¿Acaso no habló así un hombre?

El que persiste, llega a cansarse.

A nadie más forjará el Dador de la vida.

¡Día de llanto, día de lágrimas!

Tu corazón está triste.

¿Por segunda vez habrán de venir los señores?

Sólo recuerdo a Itzcóatl,

por ello la tristeza invade mi corazón.

¿Es que ya estaba cansado,

venció acaso la fatiga al Dueño de la casa,

al Dador de la vida?

A nadie hace él resistente sobre la tierra.

¿Adónde tendremos que ir?

Por ello la tristeza invade mi corazón.

Continúa la partida de gentes,

todos se van.

Los príncipes, los señores, los nobles

nos dejaron huérfanos.

¡Sentid tristeza, oh vosotros señores!

¿Acaso vuelve alguien,

acaso alguien regresa

de la región de los descarnados?

¿Vendrán a hacernos saber algo

Motecuhzoma, Nezahualcóyotl, Totoquihuatzin?

Nos dejaron huérfanos,

¡sentid tristeza, oh vosotros señores!

¿Por dónde anda mi corazón?

Yo Axayácatl, los busco,

nos abandonó Tezozomoctli,

por eso yo a solas doy salida a mi pena.

Ala gente del pueblo, a las ciudades,

que vinieron a gobernar los señores,

las han dejado huérfanas.

¿Habrá acaso calma?

¿Acaso habrán de volver?

¿Quién acerca de esto pudiera hacerme saber?

Por eso yo a solas doy salida a mi pena.

 

Temilotzin de Tlatelolco

Finales del siglo XV y principios del siglo XVI

Poema de Temilotzin

He venido, oh amigos nuestros:

con collares ciño,

con plumajes de tzinitzcan doy cimiento,

con plumas de guacamaya rodeo,

pinto con los colores del oro,

con trepidantes plumas de quetzal enlazo

al conjunto de los amigos.

Con cantos circundo a la comunidad.

La haré entrar al palacio,

allí todos nosotros estaremos,

hasta que nos hayamos ido a la región de los muertos.

Así nos habremos dado en préstamo los unos a los otros.

Ya he venido,

me pongo de pie,

forjaré cantos,

haré que los cantos broten,

para vosotros, amigos nuestros.

Soy enviado de Dios,

soy poseedor de las flores,

yo soy Temilotzin,

he venido a hacer amigos aquí.