Los hermosos sonidos del México Colonial (VIDEOS)

La música de la época colonial.

 

La llegada de los españoles a la gran Tenochtitlan, la caída y progresiva conquista de los mexicas trajo consigo cambios radicales, nuevos artefactos y un mestizaje que a la fecha sigue presente en México. Los españoles trajeron caballos, enfermedades, armas de fuego, soldados envueltos en armaduras, nuevos ritos, costumbres y con ello nueva música, instrumentos bailes y tradiciones culturales.

Los españoles trajeron consigo, sobre todo, música religiosa; que sustituyó, poco a poco, la música profana y guerrera de los aztecas. Los españoles también trajeron una serie de instrumentos musicales desconocidos en nuestro continente y heredados a su vez de otros pueblos como el judío y/o el árabe. Pero estos nuevos instrumentos también tuvieron un fin: someter al mandato de la corona española. Y para llevar a cabo ese propósito, se tuvo que evangelizar y “civilizar” a los indígenas; pero no se pueden transformar siglos de sabiduría e historia, y lo que fue sucediendo forjó una nueva manera de ser: el mestizaje.

Como para los españoles era vital transformar a la multitud de tribus en cristianos, la evangelización fue arrasadora en los años coloniales. Se construyeron muchas iglesias, capillas, conventos y monasterios en todo el territorio, y junto con eso se enseñaba la doctrina cristiana, se bautizaba con nombres decentes a los indios y se enseñaba a cantar, tocar instrumentos y hacer misas como dios manda.

Quizá las primeras melodías que escucharon los indígenas durante la colonia, fueron los cánticos cristianos de la misa, las piezas que musicalizaban las representaciones del Nacimiento de Jesús, de los Reyes Magos, e inclusive de Santiago apóstol. También las piezas que formaban parte de las fiestas patronales que surgieron al dar nombre cristiano a los poblados.

Durante el periodo colonial (1521-1821) la música floreció en torno al ámbito eclesiástico; ya en el primer cuarto del siglo XVI comenzó a penetrar en México la música culta europea, en forma de cantos litúrgicos. Las misas se acompañaban de cantos corales en latín, obras a la manera Europea y diversos instrumentos musicales: flautas de madera, cornetos de marfil y/o madera, trompetas, chirimías (oboe antiguo), corno francés, sacabuches (trombón), bajones (ancestro del fagot), un gran número de percusiones, y por supuesto los instrumentos de cuerda: guitarras barrocas, violines, violas, raveles, arpas, salterios, y el majestuoso órgano que florecería dando bellísimos ejemplares en el continente.

Juan de Zumárraga (1468-1548), aconsejaba a los misioneros que emplearan la enseñanza de la música como una vía de acercar a los indígenas a la verdadera fe y lograr su conversión. Fray Pedro de Gante (1480-1572) fundó la primera escuela de música, en Texcoco; tres años más tarde, la institución trasladaría su sede a la Ciudad de México. En esta escuela, los indios eran instruidos en los secretos del canto llano y de la instrumentación, y los primeros alumnos difundieron sus enseñanzas a través de toda la colonia.

Veinte años después de la conquista, los indios ya componían en el idioma europeo, copiaban manuscritos y fabricaban sus propios instrumentos, a excepción de los órganos. La primera obra india que se conoce es una misa compuesta en Tlaxcala, en 1540. Además, se fundó una biblioteca de música religiosa a partir de copias de material procedente de Europa. Durante estos siglos llegaron a México compositores y músicos europeos que contribuyeron de manera decisiva a la difusión de estilos y formas musicales del Viejo Continente.

Ya en 1539 existió una imprenta en México que imprimió trece libros litúrgicos con música. En 1556 se publicó el Ordiunarium de la misa, la primera edición musical mexicana y, al parecer, de toda América. Los restantes aparecieron entre 1560 y 1589 además de las coplas, villancicos y piezas teatrales musicadas, ambientadas en la Pasión y las celebraciones de Navidad.

Muchas obras de maestros españoles de la polifonía (Cristóbal Morales, Francisco Guerrero o Tomás Luis de Victoria), se enviaban al Nuevo Mundo poco después de su publicación en la metrópolis; los archivos catedralicios de Sevilla o Toledo hacían llegar estas composiciones a las catedrales de Puebla y Ciudad de México.

Así fue que rápidamente, cientos de jóvenes indígenas darían de que hablar al mundo. Con los años, México exportaba a Europa violines y guitarras y los músicos mexicanos comenzaron a aprender también las materias propias de la usanza Española, contrapunto, armonía, solfeo, polifonía y orquestación.

En el siglo XVII, la ciudad de Puebla experimentó un extraordinario desarrollo musical, que alcanzó su punto culminante durante el obispado de Juan de Palafox y Mendoza (1639-1653), una etapa de notable prosperidad. Gutiérrez de Padilla está considerado como el más relevante de los compositores mexicanos de la centuria. Su música para doble coro incluye misas, motetes, himnos y lamentaciones. Junto a Gutiérrez de Padilla están los nombres de Francisco López Capillas o Miguel Mateo Dallo y Lana, que realizó versiones polifónicas de los villancicos de sor Juana Inés de la Cruz.

Con los años, el sincretismo musical y las diferencias y desigualdades marcas por los españoles entre blancos e indígenas, criollos y mestizos, entre la mezcla de las sangres, se derivó en algo nuevo. Aunque no se permitía tocar con huéhuetls o teponaztlis en la iglesia, fuera de éstas, las cosas se iban mezclando de manera muy singular y según la región donde se estuviera, el fenómeno sucedía distinto; hasta dar con un vihuela de mariachi y una jarana huasteca o una guitarra chamula, que si bien su origen es el mismo (la guitarra barroca) son muy distintas en cuanto a los materiales, afinación y géneros que la acompañan.

Lo mismo sucedería con arpas, violines, violas, flautas, chirimías, percusiones y demás instrumentos; y lo mismo en las zonas donde hubo más negros, la música tiene una clarísima influencia, como es el caso de Veracruz o la costa chica de Guerrero y Oaxaca, donde llegaron instrumentos como la marimba, el marimbol y nuevas percusio