Tesoros prehispánicos debajo de nuestros pies…
Desde hace un tiempo, gracias al incansable trabajo de los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Ciudad de México se ha reencontrado con una parte de su misterioso pasado prehispánico. Han aparecido, a veces por coincidencia, rastros indígenas en las profundidades de los suelos: joyas de los nobles, basamentos, entierros y una estupenda colección de ornamentos que expresan la cultura de los primeros tiempos.
Hasta ahora los vestigios se han encontrado en distintos rincones de la CDMX; en el Centro Histórico, en Pino Suárez y en Tlalpan. En cada lugar, los tesoros arqueológicos que han aparecido, han revelado una parte de la historia que hasta ahora se desconocida, y han ilustrado con mucha precisión la forma en la que vivían los pueblos originarios.
A propósito de esto, hace unos días un nuevo hallazgo emergió a la superficie. Esta vez apareció en una de las calles más bonitas de la capital mexicana: en Francisco Sosa; esa arteria llena de mansiones antiguas que está en el corazón del inmaculado Barrio de la Santa Catarina.
Según lo informaron los expertos este afortunado suceso ocurrió en el número 440, exactamente en el predio en el que se edificará próximamente la nueva sede de la Academia Mexicana de la Lengua.
En este lugar (tan preciado por Hernán Cortés) los investigadores del INAH localizaron los cimientos de lo que aparentemente fue un palacio gobernanza en el que el noble Señor Atenco Omac celebraba sus audiencias y tenía sus aposentos. En tiempos remotos a este tipo de mansiones se les conocía como tecpan.
Hay que destacar que de acuerdo a los cálculos de los expertos, este inmenso palacete debió de construirse en el año 1400, en esa época Coyoacán era territorio Tapaneca y estaba bajo el dominio de Azcapotzalco. Sin embargo una treintena de años después esta parte de la cuenca fue incorporada al imperio mexica.
Los arqueólogos a cargo del proyecto revelaron que hasta ahora se han zanjado al menos mil 292 metros cuadrados sobre un área de 400 metros cuadrados. En este espacio se descubrieron una serie de habitáculos prehispánicos de distintos tamaños unidos por una serie de pasillos con piso de estuco . Además de los vestigios arquitectónicos, los exploradores también rescataron preciosas piezas de cerámica que seguro usaban los nativos.
Para los historiadores, esta excavación ha enriquecido enormemente la información que se tenía sobre las forma de vida de los aristócratas indígenas durante el periodo Posclásico Tardío. Asimismo el hallazgo revela algunos datos interesantísimos acerca de Coyoacán y su historia antes de la llegada de los españoles.
Finalmente debido a la importancia y la complejidad del universo que apareció en Francisco Sosa 440, los arqueólogos que están en el lugar han adelantado que habrá una segunda temporada de análisis de la estructura, para conocer a profundidad el significado de este inesperado encuentro con el pasado.