Diego Rivera: URSS, comunismo, arte y el hombre controlador del universo

Diego Rivera y su relación con la URSS.

 

Diego Rivera llegó a la Unión Soviética en septiembre de 1927, era uno de los miembros honorarios de la delegación oficial mexicana, que había llegado a tierras lejanas para celebrar el 10º aniversario de la Revolución de Octubre. El muralista pasó medio año en la capital de los soviets dando conferencias y hablando sobre arte y política. En mayo de 1928, el reputado pintor hizo su maleta y se subió a un avión saliendo de la URSS, se asegura, huyendo. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué Rivera se fue de la URSS con tan premura?

A su llegada a Moscú, Rivera se rodeaba de comunistas y artistas que alabaron su trabajo, al grado de que en noviembre de 1927 el muralista firmó un contrato con Lunacharski, comisario de Educación y Cultura de la URSS, para crear un fresco en el Palacio del Ejército Rojo.

Los asistentes de Rivera eran amateurs, y el mexicano discrepó en ideas básicas sobre la esencia del comunismo… con los primeros y únicos comunistas del mundo en aquel momento. La discrepancia se debió en parte, a que Rivera propuso modificar la “basura” que había en  la sala del palacio, es decir, quitar las decoraciones imperiales, pero los expertos en arte del soviet se opusieron a los ya que querían una obra al estilo Imperio.

En aquella época los pintores de renombre estaban obligados a retratar al secretario general del Partido Comunista con lo cual podían avanzar en su carrera artística. Así que a Rivera, como a cualquier pintor en el soviet, le llegó el encargo de hacer un retrato de Josef Stalin, el dictador del soviet desde 1922, pero no se sabe muy bien por qué razón esta petición no le hizo gracia a Rivera. Quizá al pintor mexicano, hacer un retrato le parecía poco cosa.

Durante el invierno siberiano, Rivera se enfermó teniendo que ser hospitalizado en el Kremlin. El nombre que alguna vez provocaba admiración y respeto entre los soviéticos, al salir del hospital, fue recibido recibía con gritos de protesta e indignación. Y es que ideológicamente, Rivera no encajaba en ningún grupo artístico, y nunca pudo mediar entre los pintores elitistas de la vanguardia rusa y el socialismo real, con sus tendencias, para los soviéticos, “burguesas”.

Al mismo tiempo, Rivera seguía intentando sacar adelante el freso del Palacio del Ejército Rojo, pero sus peticiones de material para el proyecto se quedaban sin respuesta; por lo que al final decidió abandonar Moscú a mediados de mayo de 1928, sin decir adiós a nadie.

 

Asimismo, parte de lo que hizo Rivera en la Unión Soviética, además de participar en debates y conferencias y crear lazos con los comunistas rusos, fue realizar decenas de dibujos, sobre todo de las celebraciones en la Plaza Roja y una serie de dibujos con acuarela y lápiz dedicados a los desfiles del 1 de mayo. Más tarde, estas obras fueron adquiridas por Abby Rockfeller y se encuentran actualmente en el Museo de arte moderno de Nueva York.

En realidad, Rivera hacía estos dibujos pensando en la creación de un gran mural donde se vieran representadas las escenas de la vida soviética. Finalmente, en 1933 por encargo de la familia Rockfeller, la familia de banqueros estadounidense más capitalista del mundo, le pidió a Diego Rivera pintar un mural en el Centro Rockfeller de Nueva York.

 

Lo que quería pintar el mexicano en el centro de la familia más poseedora y dueña de una de las fortunas más grandes del planeta, era el mural El hombre controlador del universo; el mural es una crítica al capitalismo y de hecho tiene retratados, a Hegel, Marx, Lenin, Trosky, todos ellos, artífices del comunismo de algún u otro modo. Es calro, que la obra no fue terminada debido a las discrepancias obvias entre Rivera y los Rockfeller, y la familia millonaria mandó destruir el fresco; que para 1934 Rivera reprodujo en el Palacio de Bellas Artes en México.

Entre 1955 y 1956, Rivera volvió a Moscú. Dedicó una serie de dibujos a la URSS, aunque esta obra no fue terminada. Acompañado de su cuarta esposa Emma Hurtado se trasladó a la ciudad de Moscú con la idea de tratarse un cáncer que le había sido diagnosticado meses atrás. Durante su estancia realizó una gran cantidad de apuntes a manera de bocetos mediante los que el artista iba narrando su travesía por Moscú y posteriormente por su viaje hacía Berlín. Fue readmitido en el Partido Comunista, para recibir algunos homenajes y murió un año más tarde en la Ciudad de México. En el funeral del pintor, todo el personal de la embajada de la URSS en México hizo guardia en su féretro.