Chilango, la palabra que ahora es marca de los habitantes de la ciudad

Chilango es nuestro gentilicio y sello distintivo.

 

Chilango es la marca de millones de habitantes de la ciudad de México. Cuando se nos pregunta “¿De dónde eres?” la respuesta común es “Soy chilango”. A veces es desafortunado, sobre todo porque se nos suele asociar con prepotencia, la arrogancia y la transa. Para otros es motivo de orgullo. Y la palabra Chilango se ha difundido a tal grado que bien puede ser nuestro gentilicio: la palabra normal para llamar a los habitantes de la ciudad de México.

Aunque para algunas personas resulta molesto ser llamado “chilango”, en general esto se usa como un apodo lleno de humor y/o naturalidad. Y a medida que los propios chilangos lo tomen tranquilamente, la neutralidad de la palabra se extenderá a todo el país. Pero sobre todo porque Chilango es una buena solución para un viejo problema: no hay gentilicio de la ciudad de México.

A diferencia de lo que ocurre en otros lugares del país, en los que los gentilicios definen y marcan diferencia clara, en la capital del país no sucede de forma similar. Tanto más porque el gentilicio “defeño” ha pasado a la historia toda desde hacer varios años, ya que jurídicamente el Distrito Federal ha dejado de existir. De ahí que el concepto chilango sea el que se utiliza desde el proceso electoral 2012.

Como sea, parece que la palabra Chilango empezó a decirse en Veracruz, según algún texto de Alfred Bruce Gaarder; y la segunda aparición lexicográfica es en el Diccionario de mejicanismos de Francisco J. Santamaría, usando chilango como una variante de shilango, usual en Veracruz. Bajo shilango dice que proviene “Del maya xilaan, pelo revuelto o encrespado” y que es “Apodo popular que en Veracruz se da al habitante del interior, en especial al pelado de México”.

Según una leyenda popular, el término se utilizaba en el Veracruz de tiempos pasados, cuando la mayoría de los delincuentes condenados eran enviados al Distrito Federal para concentrarlos y posteriormente enviarlos a la cárcel de San Juan de Ulúa en Veracruz. Al llegar al puerto, los presos eran atados de manos y formados en hilera en forma similar, a una chilanga, conocida en ese entonces, como un atado de chiles. De ahí que el chilango se asocie con aquellos “delincuentes” provenientes del Distrito Federal.

Charles E. Kany en un texto llamado, Semántica hispanoamericana, recoge shilango del maya xilaan, ‘desgreñado’, usado en Veracruz para designar a los habitantes del interior. Juan M. Lope Blanch en El léxico indígena en el español de México, acepta el origen maya de chilango y su carácter peyorativo, incluyéndolo en una lista de indigenismos que aunque no aparecieron en una serie de 343 encuestas lexicográficas entre 490 hablantes de la ciudad de México, ni en libros literarios, revistas y periódicos de aquellos años. Esto da idea de que la gran difusión actual de esta palabra en todo el país apenas empezaba.

César Corzo Espinosa registra chilango en Chiapas (Palabras de origen indígena en el español de Chiapas) como nahuatlismo. Corzo cree que deriva de chilan-co o una expresión que significa “donde están los colorados”  como se les conoce a los habitantes de la ciudad de México, aludiendo al color de su piel enrojecida por el frío. También se cree que esto viene de guachinangos, el pez rojo o colorado que uno o más de los apodos guacho, huache y chilango derivan del apodo guachinango.

Aunque fue en la década de 1980 que la palabra chilango tiene más usos y registros, en 1990 la Academia autoriza el uso normal de chilango, tanto en el Diccionario de la lengua española como en el Diccionario geográfico universal. El asunto es que ninguna de publicación da etimología, pero no por falta de ganas sino por falta de conocimiento. Tampoco se le agrega la marca despectiva, coloquial o familiar., aunque sí como gentilicio.

 

La palabra chilango y su connotación neutral es un proceso forzado por el hecho de que hace falta un gentilicio para los habitantes de la ciudad de México. Como sea, el gentilicio chilango define al nativo o habitante de la Ciudad de México. Este término se ha convertido en sustantivo y es, hoy en día, la marca de los habitantes de nuestra ciudad.