El mito de Quetzalcóatl y sus diversas explicaciones.
Se escucha por ahí que Quetzalcóatl fue blanco y de ojos azules, que antes de ser un dios, tenía largas barbas, cabellos rubios y enseñó a los pueblos innumerables artes y oficios. El dios-humano destacaba por su inteligencia y su dominio en las ciencias y las artes, razón por la que los toltecas le tuvieron un enorme aprecio que los animó a convertirlo en el rey del Toallan de su tierra. Esto está muy lejos de ser verdad. La idea es preguntarse ¿a quién se le ocurrió esta idea? ¿Cómo surgió el mito que cuenta la historia de Quetzalcóatl, el hombre que se convirtió en dios? Quetzalcóatl rechazaba los sacrificios humanos, con dificultad consentía que se sacrificaran animales en su honor. El dios barbado fomentaba las bondades del ayuno y declaraba que la más solemne de las ofrendas consistía en flores, pan y perfumes. Aquel pueblo sabio pronto aceptó aquellas costumbres y se dedicó a prosperar en las artes de la agricultura, la alfarería y la orfebrería, todos regalos de Quetzalcóatl. Ante la negativa de Quetzalcóatl de continuar con los sacrificios humanos, los antiguos dioses planearon derrocar al dios blanco tendiéndole una trampa. Huitzilopochtli, el dios azul de la guerra, encomendó al Tezcatlipoca, el dios negro, que fuera al mundo y humillará a Quetzalcóatl. Fue así que un día el dios negro apareció en el Toallan haciéndose pasar por un extranjero. En esa condición pidió audiencia ante el rey Quetzalcóatl, con pretexto de tener un presente para él. Después de dos solicitudes, Tezcatlipoca fue recibido por el noble Quetzalcóatl, quien solicitó su presente. En seguida, el dios negro mostró un espejo al rey y le pidió que se contemplara en él, Quetzalcóatl quedó desagradablemente sorprendido cuando vio su reflejo lleno de arrugas y llagas. Tezcatlipoca ofreció ayudarle con su aspecto y de inmediato mandó traer un grupo de artistas y embellecieron al dios. De esta manera, lo convenció de asistir a un festín público en su honor. En la segunda fase del plan contra Quetzalcóatl, el dios negro visitó un pueblo cercano, donde convenció a varios hombres de sacrificarse en nombre de Quetzalcóatl. Así lo hicieron aquellos hombres, que luego de muertos fueron convertidos en pan. Del resto delos pobladores, consiguió perfumes y flores para completar la ofrenda que presentaría al hombre divino. Una vez comenzada la celebración, los dioses dieron a beber pulque a Quetzalcóatl, quien se rehusaba a beberlo. También le dieron a comer la carne humana disfrazada de pan, la cual causó malestar en el alma de Quetzalcóatl. Los demás dioses vieron que se sentía mal y le ofrecieron más pulque, argumentando que se sentiría mejor si bebía mucho. Quetzalcóatl aceptó y bebió, de este modo el rey blanco se embriagó y comió del festín de carne hasta que no pudo más y se quedó dormido. Al despertar, Quetzalcóatl comprendió la burla de la cual había sido víctima y se sintió tan humillado que abandonó Toallan. Vagó por muchos lugares, enseñando a los hombres que encontraba todas sus artes, hasta que un día llegó a la orilla del mar donde decidió sacrificarse en una hoguera para reparar su error. Fue así como el dios se introdujo en las lenguas del fuego y ardió. Muchos animales de increíble belleza acudieron a su sacrificio, los mismos que fueron testigos de cómo la ceniza de Quetzalcóatl dio origen a una hermosa serpiente de fuego que se levantó al cielo para convertirse en la estrella de la mañana (Venus matutina). De este modo, Quetzalcóatl regresó al mundo de los dioses y se convirtió en una de las deidades más importantes de todos los pueblos prehispánicos. Después de ser un mito prehispánico, la leyenda del hombre rubio tomó forma de narración para explicar las grandes dudas de los muchos sacerdotes que estudiaban y retrataban a la nueva tierra. La presencia de hombres en tierras lejanas, cruces talladas, el conocimiento y dominio de artes y oficios, y la leyenda del hombre llamado Topiltzin, fueron asuntos que requerían explicación inmediata así que fueron tomados como piezas de un rompecabezas que debían dar forma a una justificación que no amenazara la fe, por lo cual tomaron como punto de partida las escrituras de la Biblia. Los frailes del siglo XVI concluyeron que los habitantes del nuevo mundo eran parte de las tribus dispersas de Israel. Aquel hombre blanco que hacia milagros, era virgen, honesto, penitente y hábil en artes y ciencias, encajaba bien en la descripción de algún apóstol enviado por Dios y explicaba el manejo de la agricultura en estas tierras y las figuras de cruces que encontraron. Carlos de Sigüenza y Góngora afirmó que Quetzalcóatl era el apóstol santo Tomas; en 1794 fray Servando Teresa de Mier, declaró que los españoles no fueron los primeros en evangelizar la nueva tierra ya que había llegado primero el hombre de ojos azules (afirmación que le trajo problemas); para el siglo XIX Quetzalcóatl era si no un vikingo, un misionero islandés. Pero los hechos siempre destierran hasta el más grande Rey:
- La agricultura se conoció en tierras mesoamericanas desde hace 5 000 años aproximadamente, es por eso que él no pudo haberla enseñado, ya que su arribo fue posterior.
- Las cruces encontradas por los misioneros simbolizaban al dios viejo, Huehuetéotl, que habitaba el centro del universo, y del cual se desprendieran los cuatro rumbos, que forman una cruz.
- Estudios más actuales han colocado al supuesto hombre rubio como una deidad mesoamericana creadora, razón por la que su figura reúne a una serpiente (la tierra) y a un ave (el cielo), y a un gobernante dador de conocimientos.
Y aunque los hechos no pueden negarse, aún existen dudas y curiosidades al respecto, por ejemplo, la coincidencia en la fecha en la que Quetzalcóatl había prometió regresar con la llegada de los españoles, hecho que atemorizó a los mexicas y que hoy nos mantiene cautivados con la leyenda del hombre blanco de ojos azules.