El Monumento a la Revolución guarda en su historia varios secretos.
El Monumento a la Revolución, además de tratarse de una de las obras arquitectónicas más emblemáticas de la ciudad, es también un mausoleo dedicado a conmemorar el hito que marcaron las batalles revolucionarias del siglo pasado.
Actualmente es uno de los monumentos que más destacan de la ciudad. Forma parte de un conjunto que también se integra por la Plaza de la República y el Museo Nacional de la Revolución. Pero es su interesante historia y sus detalles estéticos lo que lo han hecho un verdadero monumento, impresionante ante los ojos de cualquier país del mundo. Es por esto que hoy queremos ahondar en los datos de esta maravillosa estructura que no cualquiera conoce.
De cuando sería el Palacio Legislativo
Era 1897 cuando Porfirio Díaz lanzó una convocatoria para el proyecto del Palacio Legislativo, el cual albergaría las Cámaras de Senadores y Diputados, algunas dependencias de gobierno y oficinas. Tras el fallecimiento del arquitecto italiano Paolo Quaglia, la responsabilidad cayó en manos de Émile Bénard. Díaz pone la primera piedra de la estructura el 23 de septiembre de 1910, pero pronto estallarían las batallas de la Revolución Mexicana.
La estructura desértica
El proyecto se suspendió, e inclusive Francisco I. Madero planea reanudar con las obras del edificio. Pero es ahora su muerte lo que interrumpe de nuevo la construcción. Por años, una estructura de acero permanecería en desuso y desgaste. A esto se le conoció como el “Salón de los Pasos Perdidos”.
Carlos Obregón Santacilia al rescate
Para evitar la demolición del monumento, en 1933 el arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia le propone al entonces Secretario de Hacienda, Alberto J. Pani, levantar la edificación y convertirla en un homenaje a los héroes de la Revolución Mexicana. No se discutió mucho el tema, pues la aprobación y construcción del monumento sucedieron ese mismo año.
Un lustro de construcción
Obregón había sido responsable de proyectos como el Banco de México y la Secretaría de Salud, así que conocía acerca de obras de carácter público. Hasta 1938, el Monumento a la Revolución fue terminado, con un aspecto original e innovador que asombró a todos los que lo fueron a conocer.
La fusión de su estilo arquitectónico
El Monumento a la Revolución destaca por su tamaño, pero también por su aspecto geométrico. Se trató de remitir a la arquitectura prehispánica a través de ciertos detalles, pero también fue un representante de una de las corrientes arquitectónicas de ese momento. Elementos de Art Deco están presentes en las columnas, la cúpula de cobre que remata el monumento y las lámparas de los lados.
El mausoleo
Un decreto se emitió el 4 de febrero de 1936 que otorgaba al monumento la función de un recinto funerario. En este sentido, los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Francisco Villa fueron depositados en unas criptas que se adaptaron dentro de las columnas.
La doble cúpula
El monumento termina en una doble cúpula, que se sostiene por cuatro arcos a una altura de 26 metros. La primera cúpula fue hecha con cantera, y la exterior es de cobre. Una escalera rodea la primera, la cual lleva a una terraza que funciona como mirador.
La linternilla
En la idea original del arquitecto Obregón, se tenía pensado que la cúpula tuviese una luz que fungiera como faro para la ciudad. Existe una abolladura en la cúpula que fue obra de un rayo que cayó cuando el monumento no contaba con pararrayos.
El museo
El 20 de noviembre de 1986, se inauguró en el sótano del monumento el Museo Nacional de la Revolución, el cual tiene como objetivo dar a conocer la historia de nuestro país a través de los movimientos revolucionarios. La exposición permanente cuenta con más de 400 piezas que conmemoran y rinden homenaje a los personajes de este periodo.
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