Una de colección de fotos del asombroso mausoleo de José Alfredo Jiménez

José Alfredo Jimenez es el padre de las rancheras modernas.

 

En el Mausoleo de José Alfredo Jímenez descansan los restos del famoso cantautor. Este lugar fue erigido el 23 de noviembre de 1998 para conmemorar su XXV aniversario de su fallecimiento. Consiste en un gigantesco sombrero, en la parte inferior un pebetero y en las letras de ronce el epitafio: “La vida no vale nada”.

Este se ha convertido en un destino turístico visitado en Dolores Hidalgo, por ser la Cuna de la Independencia Nacional, pero también lo es por albergar el museo y los restos del cantautor más representativo de la música tradicional mexicana que ha dado esta tierra, José Alfredo Jiménez.

 

 

José Alfredo Jiménez nació un 19 de enero de 1926, hijo de Agustín Jiménez Aguilar y de Carmen Sandoval, a los once años llegó a la Ciudad de México donde empezó a componer sus primeras canciones rancheras, de huapangos y corridos, todos ellos reconocidos por su calidad y su sencillez armónica, melódica y lírica.

Cantó en 1948 en la emisora de radio XEX-AM y meses después se catapultó a la fama, a pesar de que no tenía educación musical. Según Miguel Aceves Mejía, que le apadrinó en sus primeras grabaciones profesionales, no sabía tocar ningún instrumento y ni siquiera conocía los términos “vals” ni “tonalidad”.

 

 

Pero a pesar de eso, se cree que compuso más de un millar de canciones, la mayoría de ellas, interpretadas por el Mariachi Vargas de Tecalitlán, tienen arreglos del maestro Rubén Fuentes, al que José Alfredo le silbaba la melodía. Además de esas y las que él mismo grabó, muchas de sus canciones han sido interpretadas por otros cantantes mexicanos y del mundo hispano.

José Alfredo convivió en sus últimos años de vida con la entonces joven cantante mexicana Alicia Juárez, a quien conoció en 1966, cuando ella tenía 17 años, y con la que se casó en 1970. Murió en la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1973, a la edad de 47 años, a consecuencia de la cirrosis hepática que padecía desde hacía años. Según palabras de su última esposa, la agonía de José Alfredo fue terrible. Sus restos -descansan en el cementerio de su pueblo natal, tal y como anticipó en su canción “Caminos de Guanajuato” y “Gracias”

 

 

José Guillermo Azanza Liera, sobrino-nieto de José Alfredo, el encargado de su museo en la ciudad de Guanajuato, ha señalado que el museo es visitado por personas de todas las edades de los cinco continentes del mundo, y ha dicho que la casa museo más es la más visitada en el país.

En el museo es posible encontrar una reseña biográfica en la que se pueden apreciar sus inicios, cosas sobre la época de oro de la radio, del cine, la televisión, sus últimos días en la sala de sus mujeres. En el museo las salas son interactivas y destaca una sala especial, donde se puede escuchar su música por género, tema, por estilo, si es huapango, bolero o ranchero.

 

 

Al frente del museo se ubica la escuela primaria Centenario, construida en 1921 con motivo de los 100 años de la consumación de la Independencia de México, y fue aquí donde José Alfredo curso los primeros años de educación. Sus restos descansas, desde hace más de 40 años, en el Panteón Municipal de Dolores en el que se encuentra un hermoso y enorme mausoleo edificado en su honor.

En el panteón se ubica la obra llamada “Sarape y Sombrero”, elaborada con motivo del 25 aniversario luctuoso del cantautor por el arquitecto mexicano Javier Senosiain, esposo de la hija del intérprete, Paloma Jiménez Gálvez. En el colorido sarape que simula la Sierra de Santa Rosa se encuentran los nombres de 57 canciones de un lado y del otro 62, lo que da un total de 119 temas como “La mano de Dios”, “La que se fue”, “Caballo Blanco” y “El rey”, escritos sobre los típicos azulejos elaborados en Dolores.

 

 

En el enorme sombrero café abrazado por el sarape, está una cruz con 113 círculos que simbolizan el número de la clínica donde él estuvo internado antes de morir en la Ciudad de México. Debajo de éste se ve una garganta abierta que contiene un circulo azul con su nombre en manuscrita, las fechas de su nacimiento y muerte.

Justo encima de donde se encuentran los restos José Alfredo Jiménez y su madre se encuentra el epitafio “La vida no vale nada”, frase tomada de la canción “Camino de Guanajuato”, considerado el himno de los guanajuatenses.

 

 

El mausoleo está hecho con cerámica y loseta. Se creó por la cantidad de gente que viene a diario a admirar su belleza y visitar al ídolo del pueblo. Ya que desde temprana hora presenta la afluencia de personas que vienen de todos lados y, por supuesto, brindan y toman una copa a su salud.

Sí se permite tomar aquí, el 22 de noviembre para amanecer 23 de cada año está es la cantina más grande de la ciudad y del mundo. Si eres bohemio y te gusta su música es tu lugar para recordar y vivir. Si llega un grupo o mariachi al mausoleo todos tienen que beber tequila.

 

 

El 23 de noviembre se lleva a cabo el Festival Internacional José Alfredo Jiménez, que inicia con un recorrido del atrio de la iglesia de la Virgen de los Dolores y en el que participan 10 mil o 15 mil personas siguiendo al mariachi hasta este punto.

Dirección: La Morera, 37800 Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional, Gto.