INAH restaura la riqueza cultural de nuestro país.
Parte de la identidad cultural de nuestra comunidad se define por la lengua, relaciones sociales, ritos y ceremonias, comportamientos, sistemas de valores y creencias. Otra parte se define por el patrimonio cultural que un grupo ha producido y que se integra como el acervo cultura que se trasmite de generaciones a generaciones para formar un patrimonio común.
El patrimonio cultural nos distingue de cualquier otro grupo social, de ahí que sea de suma importancia proteger la producción cultural, cuidar los testimonios de la identidady sobre todo los bienes culturales inmuebles, que son preocupación directa de la conservación y la restauración, como lo puede ser diversos objetos o artefactos como obra pictórica, escultórica, gráfica, bibliográfica y hemerográfica, material fotográfico, textiles, mobiliario, objetos ornamentales, entre otros.
Los elementos que están estrechamente vinculados al edificio histórico en el que se encuentra, como pintura mural, sobre lienzo o tabla adosadas a las paredes, también incluye retablos, relieves, pisos, techos, vitrales, puertas y ventanas, fuentes, cruces atriles y esculturas adosadas a la arquitectura, también son piezas que merecen atención.
Una de las tareas que desarrolla el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es la conservación del patrimonio cultural. Durante 2018, sus especialistas se encargaron de restaurar una diversidad de bienes y elementos arquitectónicos entre los que destacan el Paraguas del Museo Nacional de Antropología (MNA), la cabeza momificada de una guacamaya, así como indumentarias tradicionales y de época, pintura mural, obras de arte, acervos documentales y edificaciones prehispánicas.
El Paraguas o la fuente central del Museo Nacional de Antropología, volvió a lucir impecable, lucir impecable tras cuatro meses de labores de limpieza profunda con la técnica alemana ice-blaster (pellets de hielo seco aplicados con presión controlada), que permitió eliminar totalmente la suciedad y sales acumuladas durante más de medio siglo.
La labor de los profesores restauradores cruzó fronteras este año y llegó hasta la ciudad de Washington, donde intervinieron el conjunto de murales creados por Roberto Cueva del Río, entre 1933 y 1941, en el Instituto Cultural Mexicano (ICM), antigua Embajada de México en Washington, Estados Unidos, en los que se aprecian escenas de la vida en México, sus tradiciones y su cultura. Los frescos presentaban algunos deterioros ocasionados por el paso del tiempo.
El Adoratorio de Ehécatl ubicado en la estación Pino Suárez, fue objeto del más importante trabajo de conservación desde su apertura pública en 1969. El INAH instaló cédulas, fotografías y un videomapping que muestran a los usuarios la trascendencia histórica del monumento mexica. Los especialistas utilizaron la técnica de encalamiento y con el uso de materiales propios a la edificación prehispánica recuperaron el aspecto que debió tener este templo dedicado al dios mexica del viento, construido hacia 1400 d.C., bajo el gobierno del tlatoani Huitzilíhuitl.
La Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) realizó trabajos de conservación del colorido plumaje de una guacamaya bandera, momificada de manera natural en la cueva Avendaños, Chihuahua, junto con su cráneo y la amplia variedad de artefactos elaborados con fibras naturales, materiales vegetales y piel de animales, descubiertos en un contexto, posiblemente mortuorio, de dos mil años de antigüedad.
Los alumnos de ENCRyM también efectuaron la estabilización de dos huipiles del Fondo Reservado de la Colección Etnográfica del MNA. Ambas prendas —de finales del siglo XIX o principios del XX de la Mixteca oaxaqueña— fueron intervenidas como parte del Proyecto de Caracterización y Técnica de Manufactura de Bienes Culturales, con el propósito de preservar y redignificar estas piezas consideradas únicas, ya que dan cuenta de una técnica de factura en desuso y, por tanto, son fuente de información valiosa.
Un grupo de alumnos intervinieron tres tocados femeninos, conocidos también como bonetes, fechados a partir de la segunda mitad de siglo XIX y principios del XX. Además de un vestido que presentaba alteraciones por el uso. Las piezas forman parte de la Colección de Indumentarias y Accesorios del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.
Otra pieza intervenida fue la Tabla Nierika, atribuida al artista chamán José Benítez Sánchez, en la que se aprecian coloridos elementos que forman parte de la cosmovisión wixárika. Es una de las cinco tablas huicholas elaboradas con la técnica de estambre pegado con cera de Campeche sobre un soporte de madera, que forman parte del acervo del Museo Regional de Nayarit.
También se intervino un cocodrilo (Crocodylus acutus) taxidermizado, pieza representativa de las colecciones del recinto nayarita que tenía deterioros ocasionados por factores ambientales, envejecimiento y abrasión. También trabajaron en la estabilización del Fondo Conventual del Museo y Archivo Histórico Casa de Morelos, en Morelia, Michoacán, integrado por mil 507 volúmenes impresos entre los siglos XV y XIX, que sirvieron para la formación espiritual de las órdenes franciscanas, agustinas, mercedarias, capuchinas y jesuitas que se asentaron en la ciudad de Valladolid, durante la Colonia.
Una particularidad del fondo son las marcas de fuego que hacen referencia a su origen, por ejemplo, hay libros que pertenecieron a los colegios de San Buena Ventura y de San Francisco Javier, al Seminario Tridentino y a los conventos de la Merced, del Carmen, San Francisco, San Agustín y Santa Catalina de Siena.
En el proyecto del Templo Mayor estabilizaron casi 70 cartílagos rostrales de peces sierra hallados en diversas ofrendas. Estos especímenes marinos fueron altamente valorados por las culturas prehispánicas, entre ellas la mexica, para la cual los espadartes de este animal simbolizaban al monstruo terrestre cipactli.
Asimismo se llevaron a cabo trabajos de la limpieza e impermeabilización de azoteas de los edificios de la zona arqueológica en la Costa Oriental de Quintana Roo, que cuenta con pintura mural: El Castillo, los Templos de las Pinturas y del Dios Descendente; así como la limpieza de la Casa del Halach Uinic. Así se continuo el proceso de conservar y difundir las manifestaciones pictóricas existentes en la arquitectura de Tulum y de otras urbes prehispánicas de la región maya.
En Ramos Arizpe, Coahuila, el instituto realizó la primera etapa de restauración de la mítica Capilla de Nuestra Señora del Rosario, donde la voz popular cuenta que el cura Miguel Hidalgo ofició su última misa. En marzo de 1811 en la hacienda que alberga esta iglesia durmieron Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, en su trayecto hacia Monclova, siendo traicionados y detenidos cinco días después en La Noria de Acatita de Baján.