La preciosa joyería prehispánica que adornaba los cuerpos prehispánicos

El significado de la joyería prehispánica cumplía un fin estético y ritual.

 

Todas las culturas adornamos nuestro cuerpo de algún u otro modo. Es algo que nos distingue de otros seres vivos. Desde la selección de materiales, hasta la fabricación de un objeto, así como atribuirle significados y ritos, el adorno es una actividad ligadas a nuestra capacidad de crear y con ello distinguirse de los demás, y con ello, entender la necesidad de identificarse como tribu.

A lo largo de los siglos, la joyería ha ocupado un lugar especial en la humanidad. La fabricación de objetos hechos con materiales, al que se le atribuye un valor especial que atienden a utilidades y significados concretos es uno de los aspectos más universales de las sociedades humanas.

 

 

Las prácticas asociadas al adorno del cuerpo se han utilizado para designar la individualidad, y hacer latente la pertenencia a un grupo e indicar edad, género, posición social ye incluso el estado civil, como sucede en la actualidad con el anillo de bodas.

En las civilizaciones mexicanas antiguas, las joyas se elaboraban de acuerdo a pautas de uso y en el marco de tradiciones artesanales bien establecidas y eficientes. Nada era casual, la selección de las materias primas, y frecuentemente su combinación, la forma, el tamaño, los diseños tenían los propósitos de cumplir una función social y de transmitir significados específicos.

 

 

 

El metal usado en la joyería de las sociedades prehispánicas, tuvo un significado místico de transformación, continuidad y regeneración de acuerdo a un esquema cosmogónico. Es por eso que los diseños se relacionan con poderes mágicos que eran transferidos a sus portadores durante los rituales y ceremonias.

La fuente de información más importante que se conoce en la actualidad sobre la forma en cómo se hacía la joyería en la época prehispánica, es la que se encuentra descrita en el Códice Florentino, escrita entre 1548 a 1561 por artesanos indígenas para Fray Bernardino de Sahagún.

 

 

 

La tradición en las joyas prehispánicas es más conocida en las máscaras esculpidas con madera revestida de mosaicos muy finos, con obsidiana, turquesa y conchas utilizadas en ceremonias funerarias. El arqueólogo Adrián Velásquez, busca desde hace años, las herramientas usadas por los artesanos prehispánicos, en la elaboración de objetos y joyas de conchas, no encontrándose restos, a pesar de la cantidad de piezas recuperadas; con lo cual, creó un taller para conocer las formas de fabricación.

Los bezotes o piercing que atraviesan el labio o sus cercanías, eran un símbolo de jerarquía masculino. En México y sudamérica eran una varilla de metal u otra sustancia, dispuestos en una cámara cilíndrica, que los miembros de algunas tribus. Los bezotes estaban representados por remates, con formas de cabezas de animales como serpientes y águilas, eran prendas que cuando se llevaban, se obtenía el respeto de las demás personas.

 

 

 

De ahí que las joyas debieran verse como un elemento cultural que permite maravillarse ante sus cualidades estéticas, la maestría de la técnica detrás de su elaboración, y al mismo tiempo estar asociadas a una organización social, creencias economía y el manejo de los metales preciosos. En la época prehispánica, a pesar de tener oro siempre se consideró un rasgo cercano al sol.

Los descubrimientos arqueológicos de joyería precolombina, dejaron testimonios de una orfebrería suprema. Hicieron diademas, adornadas con detalles en turquesa, plumas de oro engalanando a los militares de jerarquía, fueron algunas de las importantes joyas para ese tiempo. Además, del uso de hermosos diseños moldeados por la antigua técnica de la cera perdida, uno de los métodos más usados.

 

 

 

La materia prima con que se diseñaron las joyas prehispánicas, consistía en cera de abejas y copal blanco; los cascabeles adornando los modelos, eran complementos de las sensacionales prendas, que producían los sonidos armónicos, en las maravillosas alhajas. Los joyeros realizaban atractivos collares y pecheras, con cuentas de diferentes formas y tamaños; también se combinaban piezas de mosaico con piedras preciosas; realmente, calcular el tesoro aurífero de esa época, no se ha podido precisar con exactitud.

Otras joyas prehispánicas se usaban como orejeras, se insertaban en el lóbulo de la oreja, con formas cuadrada, circular o de gancho, en minerales como el oro y la plata. La turquesa fue altamente apreciada, siendo favorita para la elaboración de elementos artísticos y litúrgicos; que requerían de un proceso complejo para su elaboración como calentar piedras, colocarlas al fuego y echar agua para agrietarlas.

 

 

El jade es uno de los materiales más hermosos y que estuvo presente en las joyas prehispánicas, utilizándose por la élite social, sobre todo, y como ofrenda para los dioses. El ópalo estaba entre las piedras preciosas que adornaban collares, pulseras, narigueras, pendientes y bezotes; los joyeles, eran piezas que colgaban de los cuellos de individuos, pertenecientes a la nobleza y sacerdotes.

Ver joyas prehispánicas siempre nos remontará a un pasado lleno de esplendor; donde la magnífica cultura de los pueblos, le hará revivir la grandiosidad e ingenio de unos personajes con una admirable cualidad, para realizar una joyería tan espectacular.