Como lo explicó alguna vez el escritor Oscar Wilde: la contemplación tiene mala reputación en la cultura occidental, porque es considerada como inacción, es decir, ser improductivo. Pero en realidad la contemplación “es para la cultura refinada una ocupación digna de un hombre”. Cuando uno contempla, calma el pensamiento y se entrega a los estímulos del entorno: es acallar la mente como el wu wei de la filosofía taoísta, y es quizá una de las acciones más integrales y prolíficas del ser humano.
La contemplación puede inspirarte y llevarte, en un mismo sitio, a otros espacios intangibles de recogimiento. La contemplación es un estado, pero también una actividad. Cuando se contempla, el entorno ofrece múltiples flujos de información a los que de otra forma no es posible acceder. Por ello te recomendamos afinar tu capacidad de contemplación, y qué mejor que hacerlo en espacios donde puedes empaparte de la belleza del lugar.
Podría pensarse que en una urbe tan grande como la Ciudad de México la contemplación se prestaría casi imposible, pero hay rincones que pueden brindarte escenarios ideales para ejercer esta práctica. Además, ante los ritmos y exigencias propios de las grandes ciudades, resulta aún más necesario y relevante destinar, con la mayor frecuencia posible, unos instantes a esta actividad.
Te presentamos algunos lugares de la CDMX en donde podrás activar tu contemplación y llegar a alcanzar algunos momentos épicos para el baúl de tus experiencias más preciadas: algunos que se encuentran en las alturas y otros a la par del suelo, que pueden llevarte a estados envidiables.
Escaleras del Auditorio Nacional
Podría decirse que es un sitio democrático, pues muchas familias acuden como recreación. Las amplias escalinatas de este reciento son un especial lugar para sentarte y dejar pasar el tiempo y tus pensamientos. La temperatura del cercano Bosque de Chapultepec, el peculiar entorno arquitectónico del Auditorio y la frenética energía de las personas en tránsito te vivificarán.
Escaleras del Palacio de Bellas Artes
Este es uno de los edificios más bellos de la ciudad. Sentarte en sus escaleras o bardas te hará observar la afluencia de los visitantes al Centro Histórico, desde turistas paseantes hasta vendedores ambulantes, familias que salen a distraerse o el flujo de tribus urbanas que hacen del espacio su lugar de expresión.
Desierto de los Leones
Este precioso bosque asentado en las afueras de la ciudad es un impresionante paraje de naturaleza que te asombrará. Aunque suele tener muchos visitantes los fines de semana, aquí toparás rincones solemnes para apreciar la naturaleza y también, escucharla.
Torre Latinoamericana
Aunque pudiera parecer un cliché turístico, aquí podrás dimensionar la vastedad del antiguo lago de Texcoco en su exquisita planicie rodeada de imponentes volcanes. Podrás imaginar cómo es que en tiempos de los aztecas este lugar estaba enclavado en un marco geográfico precioso y mágico lleno de naturaleza.
Plaza Hidalgo y Centenario del Centro de Coyoacán
Este es quizá el más pintoresco pueblo de CDMX: su Plaza Hidalgo y Centenario es un precioso sitio para posarte en alguna de sus bancas o a la orilla de sus fuentes y dedicarte a apreciar el lugar con el afluente de personas, los sonidos, gritos, la idiosincrasia y sobre todo, los fulgurantes colores de su entorno.
Campus Central de la Ciudad Universitaria de la UNAM
Entre los jardines coronados por la icónica Biblioteca Central de esta universidad, pintada por el artista Juan O’Gorman y que está calificada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, podrás respirar la esencia de este increíble campus: aquí se aspira la vitalidad de la vida universitaria de la casa de estudios más grande de Latinoamérica. Es un sitio increíble que, entre piedras volcánicas y una estética prehispánica, encuadra una de las mejores imágenes y sensaciones que puede ofrecerte el DF.
Twitter de la autora: @anapauladelatd
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