El Palacio de Bellas Artes viene del llamado “Hechizo de París”

En septiembre 2014 el Palacio de Bellas Artes cumplió ochenta años. En el transcurso de estas décadas se ha convertido en la casa del arte más importante del país; por ahí han pasado prácticamente las sinfónicas más relevantes del mundo y la obra de los más grandes pintores de la historia.

En el lugar también se han homenajeado, tras su muerte, y con cuerpo presente, a algunos grandes de las letras mexicanas como Carlos Fuentes. En un inicio lo grandes muralistas de México pintaron sus paredes, y su estilo es sin duda encomiable.

En un reciente artículo, el escritor mexicano Rafael Pérez Gay, nos recuerda de dónde viene el Palacio de Bellas Artes: un legado del “Hechizo de París” del porfiriato, cuando el dictador quiso que la ciudad, en un homenaje a París, se pareciera a esta, ensanchando las calles, y tumbando algunos edificios coloniales españoles para convertirlos en vestigios de la ciudad de la luz.

destination-2-1-alameda_1141x478_cropFromCenter

El hechizo de París derribó cientos de edificios. Porfirio Díaz y sus socios no sólo vieron en los terrenos de la ciudad un gran negocio sino un emblema del futuro. Según el sueño porfiriano, el destino de nuestras calles era París, y la muy pequeña Ciudad de México, repleta de callejones laberínticos y palacios coloniales.

Todo gran proyecto urbano oculta fortunas inmensas. Esta puede ser una de las razones que esgrimieron los arquitectos porfirianos para derribar el Teatro Nacional: no existen ciudades modernas sin grandes avenidas. Los franceses le llamaron “embellecimiento estratégico”, llevado a cabo por el Barón Haussmann en el París del siglo XIX, el hombre a quien Napoleón encargó las grandes reformas de la ciudad de París.

La idea de una nueva ciudad se abrió camino en la calle de Vergara, Betlemitas y el Callejón de la Condesa, a la altura de Bolívar. Una mañana de aquel año, quienes caminaban por Cinco de Mayo no volvieron a ver el Teatro Nacional sino el cielo abierto y bajo los terrenos del convento de Santa Isabel, delante del Mirador de la Alameda, se construyó el nuevo Teatro Nacional, Bellas Artes.

bellas-artes-06-cv

Haussmann se llamaba a sí mismo “Artista Demoledor”: destruyó el París viejo y construyó el nuevo. La demolición del viejo Teatro Nacional construido en 1842 marca en la Ciudad de México el fin de la vieja ciudad colonial que Díaz llevaba años derribando calle a calle y piedra sobre piedra para darle lugar al sueño inacabado de la nueva Ciudad de México que aún no ha desaparecido del todo.

Antes del Palacio de Bellas Artes existió el Gran Teatro Nacional, y fue demolido para hacer el exquisito edificio actual. Sin embargo, este, es uno de los vestigios que vivieron una movilización civil sin precedentes desde la Independencia de México, la Revolución mexicana.

El delicioso recinto, que hoy es un patrimonio colectivo, comenzó a construirse en 1904, pero luego con la entrada de la Revolución esperó hasta 1929 en que se continuó la obra; finalmente quedó terminado en 1934.

Hoy este lugar, además de su belleza y el gran legado artístico que ha albergado, es también un testimonio de una época en que la gran París inspiraba a los aires modernistas del principio del siglo pasado en México. Un lugar que sucumbió al hechizo de esta ciudad europea y que trajo un precioso legado que aún queda pasmado en su mármol y la poderosa fuerza estética que nos regala.


Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *