Ya empezó la primavera, y los dioses lo saben.
Chichén Itzá, fundada en el año 525 d.n.e., fue la capital más sobresaliente del área maya a finales del periodo Clásico e inicios del Postclásico. Se encuentra localizada en el estado de Yucatán, a 121 kilómetros de la ciudad de Mérida y dentro de su conjunto arquitectónico se ubica el Castillo o pirámide de Kukulcán, dios que en la cultura maya representa a la Serpiente emplumada, como Quetzalcóatl para los aztecas.
Este 20 de marzo inicia la primavera en el hemisferio norte -con el equinoccio vernal- y el otoño en el sur. La hora exacta de este evento astronómico será a las 3:58pm (hora de la Ciudad de México). Este año tendremos en la misma jornada una luna llena, para redondear una fecha altamente cargada de energía y simbolismo.
Los mayas eran grandes observadores de la bóveda celeste y con gran atención contemplaron los fenómenos de luz y sombra generados durante cada día del año. Construyeron así, la pirámide de Kukulcán tomando en cuenta todas las variables que arduamente habían estudiado, y así consiguieron un maravilloso efecto.
Durante los equinoccios de primavera y otoño, es decir, cuando la duración del día es igual a la de la noche en toda la tierra, los rayos del sol chocan con las alfardas de la escalera principal, y un juego de luz y sombra produce un espectáculo deslumbrante.
Se forman siete triángulos isósceles de luz invertidos como resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de ese edificio durante el ocaso, lo que resulta en la formación de una imagen que asemeja a una serpiente formada por los triángulos de luz.
Conforme el sol va siguiendo su trayectoria, la sombra de triángulos se desliza por el muro, recorriéndolo hacia abajo hasta finalmente llegar a la cabeza de una de las serpientes que se encuentran al inicio de la escalera e iluminarla.
Investigadores concuerdan que este fenómeno significa el descenso del dios Kukulcán a la tierra para así, comenzar el ciclo agrícola. Se produce durante los meses de marzo y septiembre y puede observarse en un periodo de cinco días en las fechas más próximas a los equinoccios, específicamente tres horas antes del ocaso.
El fenómeno del descenso de Kukulcán reúne cada año a más de 25 mil personas que deseosas esperan este maravillo evento en la explanada de este hermoso lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988 por la Unesco; Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Astrológicamente, el equinoccio marca también el ingreso al signo de Aries, el año nuevo en la astrología occidental, el signo de fuego regido por Marte en el cual el Sol tiene su exaltación, y en el cual se celebra la renovación y revitalización de la naturaleza a través del incremento de la luz que insemina la tierra. Tradicionalmente la fecha está vinculada a la siembra y al nacimiento de la naturaleza. Es la época donde las tierra empieza a reverdecer, los pájaros cantan, brotan flores, el aire es más caliente, los animales se aparean y en general hay más energía en el ambiente. Por ello, la medicina china recomienda en esta temporada salir a dar caminatas en la naturaleza para respirar el chi o energía vital. Y según los viejos manuales de alquimia, el rocío que era utilizado en la preparación de elixires debía recogerse en la primavera.