Incluso habitando en el corazón caótico de CDMX se pueden lograr encuentros metafísicos con el origen de nuestra cultura. La ciudad posee barrios inigualables que sincretizan la naturaleza endémica con las avenidas y bulevares modernos; concentra también una amplia diversidad de objetos artesanales y tradiciones chamánicas en su propio Centro Histórico, y fluye grandes cantidades de sitios sagrados, templos y también creencias fantásticas. Por si esto no bastara, sus periferias son sorprendentes: tenemos a unos cuantos pasos monolitos sagrados en Valle de Bravo, poseemos algunos pueblos mágicos cercanos como Huasca de Ocampo o Tepoztlan, e incluso lugares de meditación y contemplación en Cuernavaca y Toluca. Así es como se extiende nuestra realidad mexicana, como una necesidad inevitable que día con día nos remota al origen de nuestros propios laberintos.
Explorando dichas encrucijadas es como llegamos al Centro Ceremonial Otomí, un sitio turístico, sí, pero hermético en sus cualidades sacras. Ubicado en Temoaya, Estado de México -por cierto un lugar donde se concentra una cantidad notable de etnias otomíes-, es el resultado de un esfuerzo colectivo entre los ancianos otomíes de la región que por años lucharon para preservar, promover y recrear las antiguas ceremonias prehispánicas de sus ancestros hacía los dioses de la naturaleza.
Este Centro Ceremonial no es tan antiguo ya que fue construido a finales de los años 80 y por ende, su estructura está bastante bien definida a diferencia de las ruinas que puedes encontrar en otras áreas del país. Se trata de una reinvención hermosa de aproximadamente 50 hectáreas en donde predominan los pinos y encinos como parte de los ornamentos dados por el paisaje. Se encuentra también edificado sobre una montaña (el cerro La Catedral), por lo que la vista desde éste es exclusiva.
El sitio se encuentra distribuido en una primer plaza (Plaza del Coloso) que posee la efigie de Tahaay, el mensajero del fuego y la vida. Le sigue el gran mural de Da-Mishi, que alude al nagual del jaguar y la Glorieta del Centinela que nos da las direcciones de los cuatro puntos cardinales. La plaza central –Plaza del Sagitario-, alberga a 45 esculturas gigantes que representan los guardias del lugar. Además encontramos otras 7 esculturas en el Salón de Actos que en conjunto dan un total de 52 figuras (un dato curioso puesto que alude al número de años que representan los ciclos del calendario Azteca, tal vez porque éstos llegaron a ser la cultura predominante mucho tiempo).
Las generaciones otomíes se ven inmortalizadas en una linea del tiempo conformada por 12 conos en la cúspide del lugar, mismas que figuran a Tata Jiade, el Sol. La entrada de este inmenso recinto recibe a sus visitantes con la imagen de Botzanga, guerrero otomí que peleó contra el emperador azteca Axayácatl.
Lo que puedes observar el segundo domingo de cada mes en este sitio no es ninguna banalidad que pretenda llamar la atención de turistas, es en realidad un acto humilde pero sobre todo sincero en el que, mediante un ritual u ofrenda, se pretende honrar a los 4 elementos naturales (agua, fuego tierra y aire) así como algunos de sus dioses plasmados en cada cimiento de este lugar.
Dentro de los atractivos turísticos podemos mencionar el museo del lugar, con la exposición permanente de varias figurillas otomíes así como su historia, su mercado de artesanías, el lago cercano, las cabañas y espacios destinados al camping.
El hermético Centro Ceremonial Otomí no es más que un eco de lo que alguna vez fue la primer cultura de Mesoamérica, eco que aún resuena con cierta fuerza en el origen de muchos citadinos, a pesar de que hoy en día se mantenga muy oculto.
Centro Cultural Otomí
Dirección: Carretera Centro Ceremonial Otomi Km 12, Temoaya, Méx.
Teléfono: 044 722 395 3330
[Fotografías: Atlas Obscura]
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