La breve e interesante calle peatonal Motolinía en el Centro Histórico

Motolinía es una de las calles más interesantes de la CDMX.

  Muy cerca de la salida de metro Allende de la Línea 2, se encuentra la calle de Tacuba, bien conocida por sus cientos de negocios comerciales especializados en lentes y problemas de la vista, así como especialistas en productos médicos. Pero muy cerca de ahí se encuentra la Calle de Motolinía, que también es conocida por sus negocios, pero poco por su historia. Se debe a Toribio de Benavente (1482 – 1568) conocido como Motolinía, quien fue un misionero franciscano que fue uno de los Doce Apóstoles que llegaron a Nueva España en mayo de 1524. Sus escritos publicados son una fuente clave para la historia y la etnografía de los nahuas del centro de México, en el período posterior a la conquista, así como para los desafíos de la evangelización cristiana.       También es mejor conocido por sus ataques al defensor dominicano de los derechos de los pueblos indígenas, Bartolomé de las Casas, quien criticó la conquista. Motolinía apoyó la subyugación de los indios como salvajes e hizo todo lo que pudo para vilipendiar a Las Casas, quienes trataron de proteger los derechos naturales y la plena humanidad de los indios. Motolinía fue recibido con gran respeto por Hernán Cortés a su llegada a Nueva España. Al caminar a través de Tlaxcala, los indios dijeron acerca de su rasgada túnica franciscana “Motolinía”, náhuatl, para “alguien que es pobre o afligido”. Esa fue la primera palabra que aprendió en el idioma, y ​​la tomó como su nombre. Para la Orden Franciscana, la pobreza era una virtud importante y definitoria. Fue nombrado Guardián del Convento de San Francisco en la Ciudad de México, donde residió desde 1524 hasta 1527.       En Tlaxcala ayudó a los nativos contra los abusos y las atrocidades cometidas por Nuño de Guzmán. En 1530 contribuyó en la fundación de la Ciudad de Puebla de los Ángeles, que fue elegida por su potencial agrícola y económico. Con sus colegas franciscanos, viajó a Tehuantepec, Guatemala, y a Yucatán para emprender más trabajo misionero. Motolinía creyó que Dios protegería a los indios una vez que se convirtieran y que el trabajo misionero era más importante que luchar contra el sistema de encomienda, y lo defendió junto con la evangelización. En una famosa carta al rey Carlos V de España, emprendió un ataque a Las Casas, con la intención de desacreditarlo por completo.  Fundó muchos claustros y conventos en México y bautizó a más de 400,000 indios, se retiró a la barriada de San Francisco en la Ciudad de México, donde murió en 1568.       La calle de Motolinía es de las más antiguas de la CDMX. Anteriormente se encontraba un raro e improvisado mercado era el Callejón del Espíritu Santo, una calle de agua, un mercado flotante. En el año de 1539, los vecinos quisieron cerrar la acequia para evitar el escándalo del mercado, pero el Ayuntamiento les negó el permiso de la clausura. En 1753 se le cegó por completó. Antes, el Callejón del Espíritu Santo, hoy Motolinía, era más ancho, pero al cegarlo, algunas casas obtuvieron permiso para extenderse. Motolinía es uno de los corredores más animados del Centro. Sobre la calle hay varias loncherías, cantinas, restaurantes y tiendas de artículos médicos, ópticos y ortopédicos que recuerdan su antigua vocación. Desde 1928 es la calle de Motolinía que, renovada en 1973, se cerró al tránsito vehicular.       Motolinía también algunos lugares con arquitectura hermosa, aunque son pocos. En la esquina con Madero se encuentra la casa del Marqués de Prado Alegre, un edificio barroco de 1725, en cuya fachada está empotrado un disco mexica; y en el cruce con 5 de Mayo está el París, edificio porfiriano de 1907 y de estilo francés ecléctico. Hoy en día, recorrer Motolinía es recorrer la salida del metro Allende y escuchar al grupo de invidentes que tocan cumbias. Tomar cerveza en alguna cantina como La Fuente, La Buenos Aires, El Tropezón, después de comer algo en una de las tradicionales loncherías, La Rambla o La Casa del Pavo, fundada en 1901, en el Comedor Vegetariano, o en el recién llegado Non Solo Panino. Después, tomar un café en Teka’Fe o en el Saloncito Bar & Coffee.       Para la noche hay rock y música electrónica en el Pasagüero, en el número 33; jazz en el Zinco, en lo que fueran las bóvedas del Banco Mexicano, en la esquina de 5 de Mayo, o fiesta en el Bar Alfonsos, que abrió sus amplios salones con candiles y espejos en 1930, y desde cuyos balcones con herrería se ve el transcurrir de la madrugada.       En la esquina de Madero y Motolinía, en un centro joyero, se encuentra empotrado una cabeza de león antiquísima; y en contra esquina donde se localizan las hamburguesas, verás un disco mexica muy pequeño que se camuflajea con el muro.     Foto de Portada Sin Embargo