La fuente más antigua de la Ciudad de México está donde pocos se imaginan

La ciudad es una fuente de metáforas. En su interior, en su dinámica cotidiana, se alojan incontables lecciones o analogías que propician la reflexión. Y precisamente una de estas se ubica a las puertas del Metro Chapultepec. ¿Quién habría imaginado que inmerso en esta rebelde lasaña, en este caos que caracteriza el área circundante de esta estación (y de todas las estaciones) se encuentra un verdadero tesoro histórico?

Nos referimos a la fuente más antigua de la ciudad, que fue erigida entre 1755 y 1760, y que marcaba el inicio de ese fastuoso acueducto colonial, compuesto por 902 arcos, que alguna vez unió Chapultepec con Salto del Agua (de los cuales quedan solo una veintena). La fuente fue mandada a construir por el virrey Agustín de Ahumada y Villalón, y a lo largo de su historia fungió como un punto activo punto de abastecimiento. De hecho durante más de un siglo la colonia San Miguel Chapultepec dependió de esta fuente.

Con el tiempo la fuente quedaría en manos de “la modernidad”. Nuevas vialidades, la construcción de la estación de metro, el asalto de ambulantes y transeúntes, terminarían por envolver esta joya que hoy se planta como un aguerrido remanente de otras, lejanas, épocas. 

La moraleja urbana en este caso, y que por cierto aplica a otros planos de nuestra inquieta existencia, es que a veces justo donde menos lo esperas, en las entrañas de un caótico rincón, pueden florecer tesoros invaluables. Así que la próxima vez que pases por este rumbo, justo cuando más aturdido te sientas por la orgía de sonidos, de puestos de falca y comida, recuerda que a unos metros de ti se encuentra esta histórica pieza y dediques al menos unos segundos a visitarla.

fuente de chapultepec

Fuente: DE MAULEÓN Hector, La Ciudad que nos inventa. Crónicas de seis siglos, Ediciones Cal y Arena, Ciudad de México, 2015, 400 pp.


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