La obsidiana es uno de los materiales más preciados por los antiguos nahuas.
La obsidiana es un vidrio volcánico que se forma después de que la lava se enfría y los minerales se cristalizan dando lugar a las rocas de color gris, café, rosa, rojizo y amarillento. La obsidiana es un vidrio ya que sus átomos no conforman una estructura cristalina.
Es un mineral duro y frágil al mismo tiempo, transparente y translúcido, pero su principal característica es su tipo de fractura, aguda, recta y muy cortante, que permite la elaboración de diversos tipos de instrumentos tallados y de preciados objetos pulidos.
La obsidiana generalmente es negra o gris, aunque también puede ser rojiza, café, verde o con visos de distintos colores y su brillo depende del espesor del fragmento y de la luz bajo la que se observe. Por muchas de las características de la obsidiana es un material ideal para la elaboración de instrumentos de corte, como las navajas, y de penetración por impacto, como las puntas de flecha.
De ahí que la obsidiana fue aprovechada por muchas culturas prehispánicas en la elaboración de instrumentos como navajas de agudos y uniformes filos, para cortar fibras vegetales, plumas, maderas y pieles; raspadores de maguey; perforadores de cuero, hueso y madera. Guerreros, sacerdotes y dioses aztecas portaban varios objetos de obsidiana, como collares, orejeras, bezotes y cetros; asimismo, se elaboraban urnas y esculturas así como puntas de flecha, de dardo, de lanza y cuchillos de diversas formas..
Los artesanos dedicados a la obsidiana perfeccionaron sus técnicas durante muchos años, y prácticamente utilizan cada fragmento del material para crear objetos que se utilizaban en casi cualquier actividad: domésticas, medicinales, artesanales, militares y religiosas.
Entre las deidades del panteón mexica, se sabe de dos que tienen relación directa con la obsidiana: Tezcatlipoca (el que tiene el espejo humeante de obsidiana) e Itzpapálotl (la mariposa de obsidiana). La obsidiana estaba presente en diversos ámbitos de la cultura prehispánica del Centro y el Occidente de México, principalmente en la vida doméstica, la agricultura, las artesanías, el comercio, la guerra y la religión.
Elementos típicamente mesoamericanos fueron el pulimento de la obsidiana; las “espadas” de madera con hojas de pedernal u obsidiana (macuáhuitl) incrustadas; los raspadores, asociados al cultivo del maguey para la extracción de pulque, y las navajas de obsidiana empleadas en el autosacrificio.
Las navajas de obsidiana se produjeron usando una tecnología compleja y sofisticada. Esta tecnología originada en Mesoamérica es un ejemplo magnífico de cómo la civilización puede desarrollarse y mantenerse cuando emplea herramientas de piedra de alta precisión como las navajas de obsidiana. La producción masiva de una herramienta única de navajas de doble borde de obsidiana se convirtieron en la herramienta cortante por excelencia en el México antiguo.
El borde de una navaja de obsidiana recién hecho es el borde cortante más afilado que los humanos pueden crear, más afilado incluso que los modernos escalpelos quirúrgicos. Estas navajas eran mejores que las de metal para muchas tareas de corte e impidieron que la metalurgia se convirtiera en una tecnología importante.
Lo que hizo única la tecnología mesoamericana es que las navajas de obsidiana se elaboraron de manera distinta, por presión en lugar de percusión. Esto permitió a los artesanos producir afiladas navajas muy delgadas, a las que era posible poner un mango para manipularlas y producir así herramientas compuestas que iban desde armas (macuáhuitl) hasta simples cuchillos.
Su tamaño se estandarizó para facilitar el reemplazo de las navajas usadas por otras nuevas cuando los bordes perdían filo. La delgadez de las navajas permitía a los artesanos obtener el máximo de bordes cortantes que podían producirse a partir de una determinada cantidad de piedra. En un medio cultural donde cualquier carga se trasladaba sobre la espalda de hombres, la capacidad de economizar en el peso de las cargas era un incentivo importante para estimular el comercio interregional.
El macuahuitl era un arma semejante a una espada, hecha de madera con filos de obsidiana a cada lado, cuyo nombre se deriva de la lengua náhuatl. A cada uno de sus lados se incrustaban navajas prismáticas hechas de obsidiana, una piedra de cristal volcánico, los cuales pueden ser incluso más afilados que cualquier metal al ser un cerámico ígneo.
Tiene muchas representaciones gráficas en diversos Códices pero solo un ejemplar sobrevivió a la Conquista de México, el cual formó parte de la Real Armería de Madrid hasta que fue destruido por un incendio en 1884. Solamente sobrevive su diseño original a partir de diversos catálogos de objetos, entre ellos el creado por el medievalista Achille Jubinal en el siglo XIX.