Sobre la peculiar historia del cohete de Tlatelolco

El cohete de Tlatelolco fue un juego con una estética espectacular.

 

 

El Conjunto Habitacional Nonoalco Tlatelolco es uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes que dio el siglo XX. Fue diseñado por el gran arquitecto Mario Pani, y es reflejo claro del sueño del movimiento moderno en México, un lugar que comenzó a edificarse en 1960 y que a lo largo del tiempo y sus acontecimientos, ha conservado el carácter de todos los momentos que han pasado por él.

Tlatelolco concretaba lo que Carlos Monsiváis llamó “la utopía del México sin vecindades”: 11,916 departamentos y 2,323 cuartos de servicio en 102 edificios con 688 locales comerciales y 6 estacionamientos cubiertos con 649 cajones. Además, fueron incluidas 22 escuelas (11 preprimarias, 8 primarias y 3 secundarias), guarderías, 6 hospitales y clínicas, 3 centros deportivos, 12 edificios de oficinas administrativas, una central telefónica, 4 teatros y un cine diseñado por Julio de la Peña. Un proyecto increíble que a la fecha no deja de sorprender.

 

 

Una de las ideas que formó pieza clave importante para Pani, y en general para la época, fue integrar a todo el diseño la idea de juego y convivencia social. Ya que el juego es un elemento básico en la vida de todo niño, y le permite estar activos para crecer y desarrollar sus capacidades, además de que es una forma de aprendizaje y desarrollo integral y proporciona elementos para la interacción social.

Con esta nueva propuesta de plan de vida se buscó rescatar la zona, y darle una apariencia de ciudad moderna siguiendo los modelos de unidades habitacionales propuestos por Le Corbusier, en donde se articulara la zona como un organismo independiente de la ciudad volcado hacía sí mismo y en constante proceso de sociabilización.

 

Colección Carlos Villasana. Cortesía de Aldo Solano Rojas.

 

 

 

Dentro de esta ola de modernidad y conjuntos habitaciones, los juegos tuvieron un papel de gran relevancia, y estuvieron ligados a la “carrera espacial” de los estados unidos con la URSS, y un proceso por la conquista de la luna. Su impacto en el imaginario de la población infantil mexicana fue tal, que incluso los juegos infantiles fueron diseñados con siguiendo esa temática.

La Revista Código le hizo una entrevista al historiador Aldo Solano Rojas, sobre su nuevo libro Playgrounds del México moderno enfocado en la relación entre los juegos infantiles y la política mexicana, donde se habla de esta peculiar relación y sobre todo del destino del juego.

 

 

Colección Villasana/Torres

 

Un playground con forma de cohete en plena Guerra Fría y carrera espacial no es raro. Lo que llama la atención del cohete de Tlatelolco es que, en México, por más cercano y socio comercial que haya sido este país a Estados Unidos, el cohete mira hacia las naves espaciales soviéticas. De hecho, toma como referencia al monumento a los conquistadores del espacio, en Moscú.”

“Esto tiene que ver con que todo el proyecto de vivienda social de Tlatelolco tiene dimensiones soviéticas, así como referencias funcionalistas y de arquitectura internacional. Está muy de cerca con este proyecto socialista. Por eso tenemos una iconografía diferente en este juego, además de que el diseño no fue copiado de manera exacta, como el caso de los juegos en forma de cápsula lunar en Estados Unidos.”

 

 

“Lo que sabemos es que el juego terminó siendo muy peligroso por el abandono hacia finales de la década de 1970. La cabina del juego se convirtió en un refugio de indigentes, se deterioraron los pisos de lámina, lo cual ponía en riesgo a los niños. De hecho, un niño se cayó y falleció. A partir de eso, retiraron el juego. No sabemos dónde está. Seguramente destruido.

 

 

Foto de portada. Museo Archivo de la Fotografía.

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