La historia, el lenguaje, la comida y hasta la vestimenta se comparten con Filipinas.
México es una ciudad y municipio perteneciente a la provincia de Pampanga, al norte de Manila en la capital de Filipinas. Esta localidad fue fundada en el año de 1581, cuando los colonizadores llegaron desde el sur en pequeños botes a descubrir esta tierra fértil, una zona ubicada entre ríos y llena de plantaciones de arroz en medio de la región del Luzón Central, la isla más grande de las Filipinas.
Al principio, llamaron a ese lugar Nuevo México, pero con el paso del tiempo el poblado se constituyó oficialmente como México. Y es que México y Filipinas comparten muchas tradiciones y costumbres, que derivan de lazos establecidos durante más de 400 años cuando ambos países estaban dominados por la corona española.
En 1521 Hernán Cortés conquistó el imperio azteca, y en el mismo año, Ferdinand Magellan viajó a Asia y demandó las islas filipinas para la monarquía española. En 1543, después de su descubrimiento, el explorador Ruy López de Villalobos navegó desde Barra de Navidad (Jalisco), México, para reconocer y nombrar estas islas. Fueron nombrados las Islas Filipinas, en honor del Felipe II de España.
En 1565, el gobernador Miguel López de Legazpi reclamó Filipinas como Colonia Española y designó Manila como su capital en 1571. Debido a su distancia de España, el gobierno español asignó el gobierno de Manila y el gobierno al Virreinato de Nueva España durante dos siglos y medio. La evangelización y el comercio constituyeron el núcleo de lazos intercontinentales entre Asia y América que se materializaron con el comercio de galeones de Manila-Acapulco.
Debido al gran intercambio con Filipinas en aquella época, se adoptaron muchos rasgos culturales entre ellos, permaneciendo los mexicanos en Filipinas y estableciendo filipinos en México, particularmente en la costa oeste central, cerca de la ciudad portuaria de Acapulco. Muchas palabras de Nahuatl fueron adoptadas y popularizadas en Filipinas, tales como “Tianggui” (mercado justo) y “Zapote” (una fruta).
Una de las primeras referencias a un “diplomático” mexicano en Filipinas se encuentra durante la Revolución, en el Porfiriato, con la designación, en 1878, de Evaristo Hernández Butler, como Cónsul. En 1935, el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Emilio Portes Gil, nombró al primer piloto y pintor filipino, Alfredo Carmelo de las Casas, como Cónsul Honorario de México en Filipinas. Permaneció en esa posición hasta 1954.
Otra significativa presencia mexicana en Filipinas fue Escuadrón 201 durante la Segunda Guerra Mundial. México participó en la campaña pacífica contra los japoneses, con un contingente de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, que llegó a Manila el 30 de abril de 1945, comandada por el coronel Antonio Cárdenas Rodríguez.
El año de 1964 fue decretado el “Año de la Amistad Filipino-Mexicana” para celebrar el Cuarto Centenario de la Expedición de Miguel López de Legazpi. Debido al gran intercambio cultural, mexicanos y filipinos comparten algo más que haber sido administradas por un mismo gobierno; por ejemplo:
La guayabera, considerada una camisa típica mexicana, tiene mucha semejanza al barong tagalog, una prenda masculina del archipiélago. El mango manila, ampliamente consumido en México, es de origen lipino. Filipinas también tiene su propia variedad de tamales. Los lipinos hablan cerca de cinco mil palabras con origen hispano. Además también hacen uso de palabras con origen náhuatl como “tianguis” o “zapote“. Por su parte, Filipinas heredó a México el estilo de algunos de sus rebozos.
Manila tiene una de Miguel Hidalgo y Costilla, mientras que en Paseo de la Reforma hay una estatua al héroe nacional lipino José Rizal a virgen de Guadalupe es la santa patrona de México… y de Filipinas. El culto a la virgen guadalupana llegó vía marítima a Filipinas. Su culto es importante en todo el país, pero especialmente en la segunda zona metropolitana más grande, Cebú. Aquí hay incluso santuarios dedicados a la morena del Tepeyac y uno que otro pueblito con su nombre. El papa Pío XII la convirtió en santa patrona filipina en la década de los años 1960.
Filipinas, en tiempos de la colonia, se gobernaba desde la Ciudad de México. Llegar desde Acapulco hasta Manila tomaba 4 meses. Pero llegar desde Madrid hasta Manila demoraba hasta un año. Así que por razones prácticas, Filipinas perteneció a la Nueva España. El virrey novohispano era también el gobernador de Filipinas, delegando decisiones en el capitán general adscrito en Manila.
Muchos “kastilias” (españoles filipinos) eran realmente de origen mexicano. Gran parte de la colonización española a este archipiélago asiático no llegó desde la Península Ibérica, sino desde México. Los españoles que llegaban eran más bien descendientes de peninsulares nacidos ya en México (criollos). Hoy la gran mayoría de los apellidos filipinos nos son muy familiares a los hispanoparlantes.
Finalmente, el acento del español filipino es más parecido al mexicano que al ibérico. Hasta 1975, el español fue idioma oficial en Filipinas, aunque había caído en desuso desde los años 1920. Tras 300 años de colonia española era obvio que el idioma se hubiera permeado como instrumento cultural y político. Sin embargo, fruto de la migración que hubo desde la Nueva España, el acento con que se hablaba era más similar al mexicano (evitando la pronunciación de la z, las conjugaciones de “vosotros”, etc).