6 poemas para amar más que nunca a la Ciudad de México

Leer estos poemas puede ser el inicio de una gran aventura.

 

Escribir sobre la CDMX tiene sus dificultades, después de todo esta es una de las urbes más grandes del mundo, y como nos lo cuenta su propia arquitectura es un lugar que está constante cambio; un sitio ruidoso, en el que la vida no se detiene ni para la pluma de los poetas.

 Sin embargo, por paradójico que sea, la Ciudad de México tiene esas raras cualidades que sólo pueden ser descritas en un poema. Aquí es posible encontrar belleza en las esquinas más recónditas. Aquí los monumentos parecen vivos y en los días claros se pueden contemplar horizontes profundos, más allá de las montañas. Pero, además esta metrópoli tiene todo tipo de secretos que a veces revela (como cuando encontraron un templo prehispánico debajo de un centro comercial) y otras tantas guarda en algún punto entre el pavimento y las profundidades del suelo.

 Los poetas han logrado con sus palabras encontrar la verdadera esencia de esta rara pero espectacular metrópoli. Para comprobar esto, hemos seleccionado seis poemas capaces de hacerte ver con nuevos ojos el lugar en el que vives.

 

Salador Novo, A la ciudad de México

 

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Para iniciar este recorrido poético, que mejor que las elocuentes palabras de uno de los escritores más se ha enamorado de esta urbe. Porque nadie conocía mejor la Ciudad de México que Salvador Novo, aquí dejamos un poema que todo capitalino tiene que leer.

 ¡México! ¡Capital! ¡La populosa

ciudad donde orgullosa

ostenta Flora su vergel más lindo!

¡No os extrañe si yo por ella brindo,

que es mi ciudad natal, donde he nacido,

donde la luz del sol he conocido!

 

Es mi ciudad natal un gran museo;

por dondequiera veo

automóviles, coches, carretelas,

casas particulares, mil escuelas

mis colegas, jóvenes y niños,

van de la ciencia a recibir cariños.

 

Mas no puede expresar lenguaje humano

un placer tan ufano

como el que se conoce en mi ciudad;

y esto al decir no miento, es muy verdad,

mas por si acaso me creyeron bobo,

tomen el tren y vayan a esa tierra

y verán que es verdad lo que les dice

el que aquí les habla,

 

Homero Aridjis, Poema de amor en la Ciudad de México (Fragmento)

 

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Fuente: ViceVersa 

Un poeta, novelista y activista ambiental que ha dedicado su vida a buscar, cual viajero, la palabra perfecta para explicar la complejidad de México. En estos versos, Aridjis nos lleva sigilosamente por el pasado…

 En este valle rodeado de montañas había un lago,

y en medio del lago una ciudad,

donde un águila desgarraba una serpiente

sobre una planta espinosa de la tierra.

 

Una mañana llegaron hombres barbados a caballo

y arrasaron los templos de los dioses,

los palacios, los muros, los panteones,

y cegaron las acequias y las fuentes.

 

Sobre sus ruinas, con sus mismas piedras

los vencidos construyeron las casas de los vencedores,

erigieron las iglesias de su Dios, y las calles

por las que corrieron los días hacia su olvido…

 

Pablo Neruda, México 1940 (fragmento)

 

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El gran poeta chileno, ganador del Premio Nobel, llegó a la Ciudad de México como diplomático y aunque estuvo poco tiempo, dejó grandes amistades, como David Alfaro Siqueiros, y un poema que aún sigue vivo…

MÉXICO, de mar a mar te viví, traspasado

por tu férreo color, trepando montes

sobre los que aparecen monasterios

llenos de espinas,

el ruido venenoso

de la ciudad, los dientes solapados

del pululante poetiso, y sobre

las hojas de los muertos y las gradas

que construyó el silencio irreductible,

como muñones de un amor leproso,

el esplendor mojado de las ruinas.

 

Efraín Huerta, Buenos días a Diana Cazadora (fragmento)

 

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Si había un poeta que entendía la Ciudad de México, ese era Huerta. Sus versos, cercanos, lúdicos y útiles han quedado guardados en cada colonia y hoy son la mejor manera de entender esta capital, con sus fortalezas, debilidades y monumentos

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio.
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla,
y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño…
¡Buenos días, cazadora, flechadora del alba, diosa de los crepúsculos!
Dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas,
abandono las alas rotas de este poema.

 

José Emilio Pacheco, Vecindades del Centro (fragmento)

 

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Cuentan los que los conocieron que el lugar favorito de José Emilio siempre fue la Ciudad de México. Basta con asomarse a algunos de sus libros para entender que esta urbe le contaba sus secretos sólo a él, y si no lo crees mira estos versos …

Entre la cal, bajo el salitre y el tezontle.

Con ese fuego congelado se hizo

una ciudad a su modo inerte…

En el XVIII fue un palacio esta casa

Hoy aposenta

A unas quince familias pobres

Una tienda de ropa, una imprentita,

un taller que restaura santos

Flota un olor a sopa de pasta…

La gente llega, vive, sufre, se muere.

Vienen los otros, ocupan su sitio.

 

Nezahualcóyotl, No en parte alguna (fragmento)

 

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El poeta, erudito y monarca que le puso palabras y versos a Tenochtitlán. Con sus versos llegó al corazón de la Ciudad de México y sus poemas son máquinas del tiempo que nos llevan a otro instante y nos hacen partícipes de la grandeza…

 Miradme, he llegado.
Soy blanca flor, soy faisán,
Se yergue mi abanico de plumas finas,
Soy Nezahualcóyotl…

Aquí en México,
Donde en las obscuras aguas
Se yerguen los blancos sauces,
Aquí te merecieron tus abuelos,
Aquel Huitzilíhuitl, aquel Acamapichtli.
¡Por ellos llora, oh Moctezuma!
Por ellos tú guardas su estera y su solio.
Él te ha visto con compasión,
Él se ha apiadado de ti, ¡oh Moctezuma!
A tu cargo tienes la ciudad y el solio…

 

Imagen principal: Parentesisplus

 

 


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