Las mujeres fueron una pieza clave para el poderío del México Tenochtitlan.
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Mucho se habla de los tlatoanis y guerreros aztecas, así como de los sacerdotes o la organización de los tenochcas antes de la conquista. Pero muy poco se habla del gran papel que jugaron las mujeres aztecas en su comunidad, sobre las condiciones y el entorno social en el que se desarrollaron.
En esa época tanta las mujeres como los hombres eran partes distintivas e interdependientes, aunque en general estaban cada vez más sujetos a una ideología de jerarquía de género patrocinada por el estado azteca. Esta ideología glorificó a los guerreros masculinos y retrató a las mujeres como agentes del desorden cósmico y enemigos destinados a la conquista.
Existen algunos documentos del siglo XVI que indican que la igualdad de género prevalecía en muchas áreas de la vida azteca. Tanto hombres como mujeres aztecas se consideraban relacionados con las familias de su madre y de su padre y podían poseer casas, tierras y bienes muebles, y heredaban estos activos por igual. Ambos tenían posiciones paralelas de autoridad pública en el mercado, en casas de hombres jóvenes y mujeres jóvenes así como en templos. Las mujeres del mercado y las mujeres nobles controlaban una riqueza sustancial.
La mujer tenía varios roles en su vida y en la sociedad azteca. No estaban destinadas a la guerra aunque sí a diversas tareas domésticas y seguía estrictos códigos de conducta para tener a un hombre, como ser modesta, recatada, simple de comportamiento, ya que usaban ropa de colores brillantes y joyas brillantes. El oro, las plumas y las piedras preciosas hicieron que una mujer fuera más deseable, y por lo tanto las mujeres nobles querían ser las más deseables. La mujer azteca llevaba el pelo largo y liso, y solo las sacerdotisas se cortaban el pelo corto o calvo para simbolizar su castidad. El uso de maquillaje estaba reservado para las prostitutas aztecas.
Las mujeres pasaban horas moliendo maíz, cultivaban y cuidaban a los animales. Aunque también podían dirigir negocios relacionados con la elaboración o el tejido, para vender o intercambiar ropa. Si la madre decidía que su hija fuera sacerdotisa se le enseñaba a leer, escribir e interpretar pictografías, así como el calendario. Las sacerdotisas en realidad desempeñaban un papel importante en los rituales religiosos, mantenían el templo limpio y encendían los fuegos.
Las niñas que no eran sacerdotisas aprenderían todo para llevar una casa: tareas domésticas, tejer, moler el maíz, etc. A los quince años irían a la escuela para aprender más habilidades de tejido y decoración, y si no se casaban a esa edad podían seguir en la escuela hasta los veinte años.
Las mujeres aztecas también podían ser cortesanas o prostitutas, de todas las personas no se les había tratado con negatividad o eran marginadas, ya que comúnmente bailaban con guerreros valientes. Para las mujeres nobles había más opciones ya que podrían servir a los emperadores como secretarias, escribas o incluso como contadoras y administradores generales.
Las mujeres que se dedicaban a servir a las deidades en sus templos recibían el nombre de cihuatlamacazque: servidoras de los templos. Estas sacerdotisas recibían su educación en el Cihuacalmecac donde aprendían religión, astronomía y tejido, y otras materias. El Cihuacalmecac estaba situado frente al Calmecac destinado de los hombres.
A las mujeres se les debe mucho de la gran gastronomía y alimentación que tenemos hasta hoy en día, ya que la masa que palmearon se convirtió en tortillas, y cuando se mezcló con agua y se hirvió se hizo el atole, y en cuando se envolvió en hojas de maíz y se coció al vapor se hicieron tamales. El maíz se condimentó con muchas salsas y frijoles, tomates, aguacates, tomatillos, chiles, calabazas, nopales, champiñones, semillas de calabaza molida, aves acuáticas, peces, conejos, pavos y perros.
Documentos del siglo XVI muestran a mujeres vendedoras y comerciantes de productos agrícolas como hierbas silvestres, sal, antorchas, leña, alimentos preparados y textiles, y algunas de ellas lograron hacerse ricas. Las mujeres trataron enfermedades y promovieron el parto con medicamentos a base de hierbas, terapia de masajes y tratamientos de baños de sudor, con lo que lograron asociarse con el poder generativo de la tierra oscura, húmeda y fértil.
Sin duda, el aporte histórico y cultural de las mujeres fue de gran importancia para la antigua civilización mexica, y muchas de sus creaciones siguen tan vigentes como hace mil años.