Después de tantas investigaciones científicas el Azul Maya sigue siendo un misterio.
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El azul maya es un pigmento con gran historia que fue elaborado y utilizado por culturas mesoamericanas hasta el siglo XIX, que está presente en pinturas murales de edificios arqueológicos, piezas de cerámica, esculturas, códices, e incluso en obras de arte indocristiano y decoraciones murales realizadas posteriormente a la Conquista.
El azul maya también era usado por pintores privilegiados durante el renacimiento, ya que era un lujo debido a la complejidad de su creación, derivada del lapislázuli extraído en las minas de Afganistán, lo que resultaba complicado y costoso, por lo que su uso estaba limitado a los pintores más prolíficos de la época. Fue hasta el siglo XIX, que se encontró una alternativa sintética más accesible el azul ultramarino tan preciado y cotizado en la antigüedad.
Foto Hablemos de Culturas
El azul maya destaca por su color intenso, su resistencia a la luz, a la biocorrosión y al calor moderado, además de que no se decolora ante el ácido nítrico concentrado, los álcalis ni los solventes orgánicos; tan es así, que los murales creados con él han tolerado bien la humedad durante cientos de años. Además, de que es considerado como el primer pigmento orgánico estable.
Muestras arqueológicas han resaltado que este color resalta el turquesa, verdoso y más o menos claro u oscuro; y a pesar de que se pensó que solo se había utilizado en la zona maya de Yucatán, se ha detectado en otros sitios como el Tajín, Tamuín, Cacaxtla, Zaachila, Tula, y en el Templo Mayor de Tenochtitlán.
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El azul maya se puede encontrar en las pinturas realizadas el indígena Juan Gersón en el convento de Tecamachalco (Puebla) en 1562, y por el médico y naturalista español Francisco Hernández de Toledo en 1576. También se ha encontrado en murales de edificios coloniales de Cuba, aunque la técnica de la preparación del azul maya se perdió.
En 1931, personal del Instituto Carnegie emprendieron exploraciones al Templo de los Guerreros de Chichén Itzá (Yucatán), durante las cuales se tomaron muestras de una sustancia azulada que fue analizada por H.E. Merwin y en 1942, R.J. Gettens bautizó provisoriamente a este pigmento con el nombre de “azul maya”. Años más tarde, fueron descubiertas pinturas murales de Bonampak, donde también se encontró ese azul; que al ser estudiado se identificó la palygorskita: arcilla que se caracteriza por poseer una estructura fibrosa en lugar de lamelar, como la mayoría de las arcillas.
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En 1966, se ensayó la elaboración del azul maya partiendo de diversas arcillas y se desarrollaron tres procedimientos exitosos que tenían en común la cocción de los ingredientes. Pero fue hasta 1993, que el historiador y químico mexicano Constantino Reyes-Valerio publicó sus investigaciones sobre el azul maya, quien creó un método sugerido por documentos históricos, diferente de los que se habían probado en las investigaciones anteriores.
En 2008, un equipo de antropólogos del Wheaton College, de la Universidad Northwestern y del Museo Field de Historia Natural investigó los usos históricos del azul maya y expresó la posibilidad de que el pigmento fuese elaborado por los antiguos mayas en un contexto ritual relacionado con Chaac, dios de la lluvia.
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Y es que se encontró un cuenco de tres patas con restos de pigmento azul, que había sido extraído del Cenote sagrado de Chichén Itzá por E.H. Thompson en 1904. El equipo analizó el cuenco y su contenido, concluyendo que se trataba de un recipiente donde se había comenzado a preparar azul maya quemando o calentando copal junto con índigo y palygorskita, proceso que había quedado interrumpido al arrojarse el cuenco al cenote durante una ceremonia religiosa.
Según el sacerdote Diego de Landa (siglo XVI), el cenote sagrado era un lugar de peregrinaje donde los mayas hacían ofrendas a Chaac arrojando allí víctimas humanas y una variedad de objetos que consideraban preciosos. Las fuentes históricas y arqueológicas indican también que solían arrojarse al cenote recipientes con copal, y que los recipientes podían estar pintados de azul, tal vez azul maya. Como sea, el azul maya decoraba el altar de Chaac durante los sacrificios, así como a las mismas víctimas sacrificiales.