La flor de calabaza tiene un precioso color amarillo y una gran historia gastronómica.
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Casi todas las calabazas que se consumen en todo el mundo, fueron cosechadas con especies domesticadas de México; y la gran mayoría pertenece al género Cucurbita. Esta planta es la primera que se cultiva en Mesoamérica, cuya fecha más antigua es de hace unos 10 000 años.
La calabaza, además, es parte fundamental de la dieta de los mexicanos, y una planta de la que se aprovecha no sólo el fruto sino sus flores y sus tallos, y que a partir de la conquista española se dispersó por el mundo, siendo hoy en día, un producto de gran consumo mundial y del que se aprovechan varias de sus partes.
La Cucurbita cuenta con la evidencia más antigua de calabazas domesticadas corresponde, encontrada en la cueva de Guilá Naquitz, en Oaxaca. Se trata de semillas para las que se obtuvieron fechas de entre 8 300 y 10 000 años antes del presente (es decir de entre 6000 y 8000 a.C.).
También fueron encontradas en las cuevas Romero y Valenzuela, en Tamaulipas, se localizaron también semillas de Cucurbita pepo correspondientes a 2000 a.C. Pero son de Tehuacán, Puebla, de la región de donde proviene buena parte de la información sobre la domesticación de plantas en Mesoamérica, se localizaron restos correspondientes a 5200 a.C. El hecho de que el resto de las especies de calabaza fueran domesticadas en épocas posteriores indica que la Cucurbita pepo era la más apta para las condiciones ambientales de Mesoamérica.
Las plantas de la calabaza tienen flores masculinas y femeninas, y el fruto, la calabaza, procede de éstas. Las flores son brillantes y coloridas, y tienen vida extremadamente corta, las flores de algunas especies se abren tan sólo por un día. El color de las calabazas viene de los abundantes pigmentos anaranjados que hay en las flores de la planta. Pero las características de las calabazas y su adaptación al cultivo, hacen que se puedan encontrar en cualquier época del año haya flores y tallos en los mercados del México central.
En la calabaza de Castilla se han contado entre 174 y 222 flores por planta. Las calabazas tienen dos épocas en que las flores pueden ser aprovechadas: la primera ocurre entre finales de mayo y principios de junio, y la segunda va de finales de agosto a principios de octubre. Los campesinos que la tienen en cultivares pequeños, casi siempre junto a otros cultivos más comerciales, aprovechan los frutos inmaduros y sus flores consumiéndolas domésticamente o comercializándolas en los mercados regionales.
Las flores de la calabaza no tienen aroma y sus pétalos, lo mismo que el resto de la flor, se cuecen muy fácilmente. Para potencializar su ligero y agradable sabor se combinan con epazote y sal. Desde tiempos prehispánicos, las flores y tallos tiernos son importantes en la gastronomía de México y hay platillos muy tradicionales hechos con ellas –como la sopa de guías de Oaxaca y las quesadillas que se comen en muchos lugares del Centro de México– y cremas u otros platillos creados por cheffs debido a que la cocina mexicana está siendo revalorada en estos tiempos.
Las flores de calabaza son grandes y bonitas con una coloración de pétalos amarillos a blancos. Esta flor se caracteriza por ser saludable y tener abundante agua y poca grasa. Son ricas en calcio y fósforo, esto hace que estén recomendadas en etapas de crecimiento y en personas que padezcan de osteoporosis; además de que poseen potasio, hierro y magnesio.
Estas flores están disponibles en verano e invierno; pero las más utilizadas para uso culinario son las de la calabacita cuyo suave delicado y dulzón combina muy bien con el de diversos preparados. Esto hace que también se puedan consumir crudas en ensaladas como cocinadas, en sopas o fritas después de pasarlas por una pasta como la de los buñuelos.
También son habituales en la gastronomía Italiana como relleno de ravioles y croquetas; pero en México se emplean en tamales, tortitas, quesadillas, sopas y México es el país con más recetas culinarias en las que intervienen estas flores.
Lo ideal es tener un huerto propio y prohibirse usar funguicidas, insecticidas, herbicidas y acaricidas de uso habitual en el jardín en plantas que van a ser consumidas crudas o cocidas; antes de usarlas se deben lavar muy bien con agua fresca y con cuidado para evitar estropear sus pétalos.
Al ser flores delicadas no se pueden conservar más de 24 horas en el refrigerador, lo ideal es adquirir sólo las que vayamos a consumir.
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