Más de 3.900 monedas o hachuelas que fueron entregadas.
Se le conoce como tajadera a las piezas de cobre que eran una forma de moneda que circulaba en el centro de México y partes de América Central. También se intercambiaba o se conocía como moneda-hacha o moneda-azada azteca, a un tipo de divisa estandarizada sin sello.
Las tajaderas se elaboraban a partir de cobre fundido y vaciado en un molde hecho por dos piedras talladas con la forma que se necesitaba (cuchillas o hachas) y luego eran golpeadas con piedras de río a fin de darle forma y dureza. Una pieza equivalía a 8,000 granos de cacao. Cuatro de piezas nuevas valían 5 reales españoles y 10 ya usadas y desgastadas valían un real.
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Los españoles se refirieron a esto como un tipo de moneda circulante:
“Tenían cinco clases de Moneda: 1º Los granos de cacao; 2º Pedacitos de tela de algodón llamados Patolcuahtli: 3º Oro en grano, que llevaban en tubo de pluma de pato; 4º Pedazos de estaño; 5º Las llamadas hachas de cobre, en figura de tajaderas, o de tau.”
En el texto del Dr. Antonio Peñafiel, Indumentaria antigua, vestidos guerreros y civiles de los mexicanos, se dice que en el tiempo del general Díaz se encontraron criptas llenas de estas hachas de cobre que luego se utilizaron para hacer cartuchos metálicos.
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Piezas de este tipo fueron regresadas por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) estadounidense durante una ceremonia en Miami. Las monedas de cobre se usaban en Mesoamérica hace 800 años, y fueron expuestas en una rueda de prensa en Miami, Florida.
Un lote con más de tres mil 500 monedas de cobre que se usaban entre los años 1200 y 1500 fue devuelto el pasado lunes 13 de enero al gobierno de México, que forman parte del patrimonio histórico y cultural mexicano y que circularon en el área occidental de ese país, concretamente entre las regiones de Michoacán y Guerrero.
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Jessica Cascante, de la oficina de prensa del consulado mexicano en Miami, indicó a la agencia EFE, que “Un coleccionista estadounidense las adquirió en Texas en una feria numismática en la década de 1960, pero por aquellos años ni México ni Estados Unidos formaban parte de la convención de la Unesco” mismo que garantiza la devolución del patrimonio a los países de origen, amplió Cascante.
De acuerdo con Cascante, el coleccionista que las poseía, cuyo nombre quedó en el anonimato, adquirió las monedas antes de que constituyera un delito y las entregó de buena voluntad.
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De acuerdo con la portavoz, las monedas de cobre tienen forma de lengüeta y tienen un color verdoso, en estado “frágil” y serán enviadas a su país en enero de 2020. En la ceremonia de entrega estuvieron el director de la oficina regional del FBI, George Piro, y el cónsul general de México en Miami, Jonathan Chait. Además, estuvo presente Robert Giczy, agente especial de la oficina regional del FBI en el sur de Florida, quien estuvo a cargo del caso de recuperación de estas monedas antiguas.
Desde 2013, México dio cuenta al FBI de la existencia de este lote de monedas al ser llevadas a España para una subasta. En esa fecha comenzó el proceso para autentificar el lote a través del Instituto Nacional de Antropología Histórica de México (INAH), y a partir de ahí poder tramitar su devolución. Se trata de una entrega simbólica, porque falta que llegue el material físico a México. Pero las “monedas” son en realidad placas metálicas que se utilizaban como medio de pago y proceden del territorio de los actuales estados de Guerrero y Michoacán.
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Estas monedas serán enviadas al Instituto Nacional de Antropología e Historia para su resguardo, estudio y posible exhibición. Es muy importante para la historia y el patrimonio nacional recuperar estas monedas que constituían un importante medio de pago en Mesoamérica.
Estas piezas permitirán acercarnos a la reinterpretación de nuestro pasado, para entender cómo es que los distintos grupos humanos interactuaban en nuestro territorio.