Historias prehispánicas: el mito del nacimiento de Huitzilopochtli

El mito del nacimiento de Huitzilopochtli no es solo una historia: tiene una carga ritual y simbólica que llegaba a definir las prácticas religiosas y sociales de los mexicas.

 

La vida diaria de los pueblos mesoamericanos estaba fuertemente regida por sus prácticas religiosas. Los sacerdotes eran figuras de suma importancia en el estrato social, ya que conocían la palabra de los dioses. Por eso es que los mitos son mucho más que secuencias narrativas: contienen las bases de la creación del mundo ritual y cotidiano. Sientan los parámetros para llevar a cabo toda clase de prácticas, desde civiles hasta sagradas. Uno de los mitos más importantes de la sociedad mexica es el nacimiento de Huitzilopochtli. A continuación, el texto íntegro:

 

Códice Florentino, Lib. III. Cap. I (Traducción directa del náhuatl hecha por

el Dr. Miguel León-Portilla)

 

Mucho honraban los mexicas a Huitzilopochtli; su origen, su principio, fue de esta manera:

 

En Coatepec, por el rumbo de Tula,

había estado viviendo,

allí habitaba una mujer

de nombre Coatlicue.

Era madre de los 400 Centzonhuitznahuas

y de una hermana de éstos

de nombre Coyolxauhqui.

 

Y esta Coatlicue allí hacía penitencia,

barría, tenía a su cargo el barrer,

así hacía penitencia,

en Coatepec, la Montaña de la Serpiente,

y una vez,

cuando barría Coatlicue,

sobre ella bajó un plumaje,

como una bola de plumas finas.

 

En seguida lo recogió Coatlicue,

lo colocó en su seno.

Cuando terminó de barrer,

buscó la pluma, que había colocado en su seno,

pero nada vio allí.

En ese momento Coatlicue quedó encinta.

 

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Coatlicue, en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Imagen de: Wikimiedia Commons.

 

A ver los 400 Centzonhuitznahuas que su madre estaba encinta,

mucho se enojaron, dijeron:

– “¿Quién le ha hecho esto?

¿Quién la dejó encinta?

Nos afrenta, nos deshonra”.

 

Y su hermana Coyolxauhqui les dijo:

 

– “Hermanos, ella nos ha deshonrado.

Hemos de matar a nuestra madre,

la perversa que se encuentra ya encinta.

¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?

Cuando supo esto Coatlicue,

mucho se espantó,

mucho se entristeció.

 

Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno,

le confrontaba, le decía:

 

-“No temas,

yo sé lo que tengo que hacer”.

Habiendo oído Coatlicue

las palabras de su hijo,

mucho se consoló,

se calmó su corazón,

se sintió tranquila.

 

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Huitzilopochtli en el Códice Telleriano-Remensis. Imagen de: Wikimedia Commons.

 

Y entretanto, los 400 Centzonhuitznahuas

se juntaron para tomar acuerdo,

y determinaron a una

dar muerte a su madre,

porque ella los había infamado.

 

Estaban muy enojados,

estaban muy irritados,

como si su corazón se les fuera a salir.

Coyolxauhqui mucho los incitaba,

avivaba la ira de sus hermanos,

para que mataran a su madre.

 

Y los 400 Centzonhuitznahuas

se aprestaron,

se ataviaron para la guerra.

 

Y estos 400 Centzonhuitznahuas

eran como capitanes,

torcían y enredaban sus cabellos,

como guerreros arreglaban su cabellera.

Pero uno llamado Cuahuitlíac

era falso en sus palabras.

 

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Huitzilopochtli en el Códice Tovar. Imagen de: Wikimedia Commons.

 

Lo que decían los 400 Centzonhuitznahuas,

en seguida iba a decírselo,

iba a comunicárselo a Huitzilopochtli.

Y Huitzilopochtli le respondía:

– “Ten cuidado, está vigilante,

tío mío, bien sé lo que tengo que hacer”.

 

Y cuando finalmente estuvieron de acuerdo,

estuvieron resueltos los 400 Centzonhuitznahuas

a matar, a acabar con su madre,

luego se pusieron en movimiento,

los guiaba Coyolxauhqui.

 

Iban bien robustecidos, ataviados,

guarnecidos para la guerra,

se distribuyeron entre sí sus vestidos de papel

su anecúyotl, sus brazaletes,

sus colgajos de papel pintado,

se ataron campanillas en sus pantorrillas

las campanas llamadas oyohualli.

 

Sus flechas tenían puntas barbadas.

Luego se pusieron en movimiento,

iban en orden, en fila;

en ordenado escuadrón,

los guiaba Coyolxauhqui.     

 

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Huitzilopochtli en el Códice Borbónico. Imagen de: Arqueología Mexicana.

 

Pero Cuahuitlícac subió en seguida a la montaña,

para hablar desde allí a Huitzilopochtli,

le dijo:

– “Ya vienen.”

Huitzilopochtli le respondió:

– “Mira bien por dónde vienen.”

 

Dijo entonces Cuahuitlícac:

-“Vienen ya por Tzompantitlan.”

Y una vez más le dijo Huitzilopochtli:

– “¿Por dónde vienen ya?”

Cuahuitlícac le respondió:

– “Vienen ya por Coaxalpan.”

 

Y de nuevo Huitzilopochtli preguntó a Cuahutlícac:

– “Mira bien por dónde vienen.”

En seguida le contestó Cuahuitlícac:

– “Vienen ya por la cuesta de la montaña.”

Y todavía una vez más le dijo Huitzilopochtli:

– “Mira bien por dónde vienen.”

 

Entonces le dijo Cuahuitlícac:

-“Ya están en la cumbre, ya llegan,

los viene guiando Coyolxahuqui.”

 

En ese momento nació Huitzilopochtli,

se vistió sus atavíos,

su escudo de plumas de águila,

sus dardos, su lanzadardos azul,

el llamado lanzadardos de turquesa.

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La batalla del Coatépetl en el Códice Florentino. Imagen de: Arqueología Mexicana.

 

Se pintó su rostro

con franjas diagonales,

con el color llamado “pintura de niño”.

Sobre su cabeza colocó plumas finas,

se puso sus orejeras.

 

Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto,

llevaba una sandalia cubierta de plumas,

y sus dos piernas y sus dos brazos

los llevaba pintados de azul.

 

Y el llamado Tochancalqui

puso fuego a la serpiente hecha de teas llamadas Xiuhcóatl,

que obedecía a Huitzilopochtli.

Luego con ella hirió a Coyolxauqui,

le cortó la cabeza,

la cual vino a quedar abandonada,

en la ladera de Coatépetl,

montaña de la serpiente.

 

El cuerpo de Coyolxauhqui

fue rodando hacia abajo,

cayó hecho pedazos,

por diversas partes cayeron sus manos,

sus piernas, su cuerpo.

 

Entonces Huitzilopochtli se irguió,

persiguió a los 400 Centzonhuitznahuas,

los fue acosando, los hizo dispersarse

desde la cumbre de Coatépetl, la montaña de la culebra.

 

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Coyolxauhqui en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Imagen de: Pinterest.

 

Y cuando los había seguido

hasta el pie de la montaña,

los persiguió, los acosó cual conejos,

en torno de la montaña.

 

Cuatro veces los hizo dar vueltas.

En vano trataban de hacer algo en contra de él,

en vano se revolvían contra él

al son de los cascabeles

y hacían golpear sus escudos.

 

Nada pudieron hacer,

nada pudieron lograr,

con nada pudieron defenderse.

Huitzilopochtli los acosó, los ahuyentó,

los destrozó, los aniquiló, los anonadó.

 

Y entonces los dejó,

continuaba persiguiéndolos.

 

Pero ellos mucho le rogaban, le decían:

– “¡Basta ya!”

Pero Huitzilopochtli no se contentó con esto,

con fuerza se ensañaba contra ellos.

Los perseguía.

 

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Tzompantli dedicado a Huitzilopochtli en el Códice Ramírez. Imagen de: Wikimedia Commons.

 

Sólo unos cuantos pudieron escapar de su presencia,

Pudieron liberarse de sus manos.

Se dirigieron hacia el sur

los pocos que escaparon

de las manos de Huitzilopochtli.

 

Y cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte,

cuando hubo dado salida a su ira,

les quitó sus atavíos, sus adornos, su anecúyotl,  

se los puso, se los apropió,

los incorporó a su destino,

hizo de ellos sus propias insignias.

 

Y este Huitzilopochtli, según se decía,

era un portento,

porque con sólo una pluma fina,

que cayó en el vientre de su madre Coatlicue,

fue concebido.

 

Nadie apareció jamás como su padre.

A él lo veneraban los mexicas,

le hacían sacrificios,

lo honraban y servían.

 

Y Huitzilopochtli recompensaba

a quien así obraba.

Y su culto fue tomado de allí,

de Coatépec, la montaña de la serpiente,

como se practicaba desde los tiempos antiguos.

 

Tomado de Justino Fernández, “Una aproximación a Coyolxauhqui”, Estudios de Cultura Náhuatl (México: UNAM, 1963), Vol. IV, pp 37-53

 

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Si quieres investigar más a fondo el nacimiento de Huitzilopochtli, te recomendamos leer el estudio exhaustivo que realizó el Dr. Patrick Johansson.

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*Imagen destacada de: Arqueología Mexicana (Códice Azcatitlán)