El mundo espiritual de las culturas mesoamericanas era muy diferente al de nosotros: su conexión cercana con la naturaleza las llevó a adorar varias divinidades que la representaban. Por ejemplo, estas diosas mexicas.
Las deidades prehispánicas son muy diferentes de los dioses de religiones monoteístas. No tienen figuras, propiedades y nombres definidos, sino que estos cambian dependiendo de la situación y contexto en el que incidan. Igual que los elementos naturales que representan, los dioses y diosas prehispánicas son entidades cambiantes, en constante movimiento: no son unidades fijas que se mantienen inmutables a través del tiempo y del espacio.
Todo esto es muy importante tenerlo en consideración cuando se les estudia. Por ejemplo, existe la teoría del desdoblamiento, la cual establece que estas deidades se pueden escindir tantas veces como los elementos que representan, y cada parte en que se separan tiene propiedades diferentes de la original. Y viceversa: una o más deidades se pueden fusionar, creando una nueva, la cual tendrá atributos distintos.
Imagen de: Wikimedia Commons (Códice Borgia)
Además, el cosmos mesoamericano es una representación del mundo cotidiano y, a su vez, es una representación a escala de los cuerpos orgánicos. Cada cuerpo, ya sea humano, animal, o vegetal, es un cosmos estratificado en sí mismo. De la misma manera se organiza el mundo: las deidades representan la fuerza vital, la energía de los seres sintientes.
En esta nota, nos enfocaremos en las diosas prehispánicas. No las más populares, como Coatlicue, Coyolxauhqui o Xochiquetzal; nuestro objetivo es presentar a diosas menos conocidas, pero sumamente interesantes.
Mayahuel
Imagen de: Wikimedia Commons (Códice Borgia)
Mayahuel es la diosa del maguey, del pulque y de la embriaguez. Al ser una diosa fuertemente relacionada con la tierra y con el medio natural, está hermanada con otras como Tonantzin, Cihuacóatl y Quilaztli. De hecho, se podría decir que Mayahuel es una advocación de Quilaztli; esta última suele representar a todo el mundo vegetal, por lo que una parte suya está presente en Mayahuel. Su relación con el crecimiento de las plantas también la asocia con la fertilidad. En algunos mitos, se le menciona como la madre de los 400 Centzonhuitznahuas, los hermanos de Huitzilopochtli (las estrellas); coloquialmente, se les conoce como los dioses borrachos.
Cihuacóatl-Quilaztli
Imagen de: Wikimedia Commons (Museo Nacional de Antropología e Historia)
Estrictamente, Cihuacóatl y Quilaztli son dos deidades diferentes, pero siempre se les muestra juntas en la mitología. Son dos caras de una misma moneda: una deidad dual que se complementa. Quilaztli es la diosa del mundo vegetal y del crecimiento y, por ende, también de la fertilidad. Por su parte, Cihuacóatl es la protectora de las mujeres fallecidas al dar a luz. Es una deidad sumamente importante, ya que dichas mujeres se les consideraba sagradas. De hecho, muchos guerreros intentaban obtener alguna parte del cuerpo de la mujer fallecida, especialmente los dedos, ya que se creía que si los portaban en batalla, serían invencibles. Además, Cihuacóatl-Quilaztli es quien muele los huesos que trae Quetzalcóatl del Mictlán para crear a la humanidad.
Tlazoltéotl
Imagen de: Wikimedia Commons (Códice Borgia)
La tercera entrada de nuestra lista de diosas mexicas es muy particular. Durante mucho tiempo fue malentendida, sobre todo por la interpretación que le dieron los frailes españoles que llegaron a evangelizar. Su nombre significa algo aproximado a “la señora de las inmundicias”. Es una deidad fuertemente asociada con la sexualidad, diosa de la lujuria y del sexo, de la fertilidad y del parto. Como se puede ver, el dualismo de las deidades prehispánicas es muy fuerte: no se pueden simplemente colocar en las categorías maniqueas e históricamente judeocristianas de “bueno” o “malo”. Además, Tlazoltéotl tiene una propiedad muy especial. Era capaz de comer (literalmente, ingerir), las inmundicias, suciedad o malas acciones de las personas, para después purificarlas y expulsarlas limpias, frescas y nuevas. Era una diosa de la renovación. Los frailes asociaron esta acción con las nociones de pecado y confesión cristianas pero, al hacerlo, simplificaron groseramente sus matices.
Toci / Tonantzin
Imagen de: Wikimedia Commons (Códice Fejérváry-Mayer)
Toci y Tonanztin también son dos diosas demasiado relacionadas entre sí para diferenciarlas. El nombre de la primera significa “nuestra abuela”, mientras que la segunda es “nuestra madre veneranda”. Las dos son diosas primigenias, que representan todo lo femenino, por lo cual las deidades femeninas suelen sus advocaciones. Muchas veces se les asimila con Cihuacóatl, Coatlicue, Xochiquetzal y Omecíhuatl, entre otras. Por su parte, Toci es la diosa de los médicos, parteras, temazcales, yerberas y adivinos. Era venerada por médicos y cirujanos. Había muchos rituales relacionados con ellas, ya que su importancia era vital: eran diosas de la fertilidad y de la guerra, dos conceptos clave en la cosmogonía mesoamericana.
Chalchiuhtlicue
Imagen de: Wikimedia Commons (Códice Borbónico)
Finalmente, cerramos nuestra lista de diosas mexicas con la diosa de los lagos y de las corrientes de agua; como el agua es dadora de vida, también se le asociaba con la fertilidad. Era patrona de los nacimientos y de los bautismos mexicas. Su nombre significa “la que tiene su falda de jade”. Es de las deidades acuáticas más importantes, junto con Tláloc, por lo cual también había una gran cantidad de rituales y celebraciones dedicadas a ella. Antes de partir en un viaje marítimo, los marineros se solían encomendar a su protección. Tenía la capacidad de causar tempestades y torbellinos en cualquier cuerpo de agua.
Amplía tus conocimientos prehispánicos con el mito del nacimiento de Huitzilopochtli.
*Imagen destacada de: Wikimedia Commons (Códice Telleriano-Remensis)