Sobre la práctica de brujería y hechicería prehispánica en el México antiguo

Para las culturas mesoamericanas la vida es un fuerte equilibrio entre fuerzas opuestas.

 

Cuando se escuchan las palabras “brujería” y “hechicería” es muy complicado no pensar en la idea de las mujeres con sombrero y nariz alargada sobrevolando el cielo con una escoba. Dichos términos y estereotipos tienen un bagaje cultural lleno de connotaciones negativas y, cuando se aplican a las culturas prehispánicas, también se debería tener cierta reticencia. Ya que lo que nosotros entendemos por una palabra, para las culturas prehispánicas no significa, necesariamente, lo que nosotros queremos entender.

Se ha hecho hincapié en considerar a la palabra “chamán”, en lugar de brujería, en aras de la claridad; no obstante, estos términos suelen referirse a la magia maléfica que se usa para dañar a otros. A veces hay similitudes, por ejemplo, el símbolo del búho que representa un “espíritu ayudante” para las fuerzas chamánicas oscuras.

 

 

Foto Britannica.com

 

Pero la idea de brujería y hechicería son antiguas en Mesoamérica, tal vez se remontan a los olmecas formativos y son bastante identificables entre los mayas. Ambas culturas hablan de animales como murciélagos, monos, perros, jaguares, sapos o roedores para hablar de brujería.

Investigadores como Jeremy D. Coltman aseguran que la decapitación puede ser un acto asociado con la brujería en la antigua Mesoamérica; pone de ejemplo al estante de los cráneos aztecas conocido como tzompantli. En muchas culturas, incluidos los mayas, se cree que las cabezas encarnan la personalidad.

 

Foto Mexicolore

 

Algunos textos escritos por sacerdotes que intentaron erradicar la religión hablan de Tezcatlipoca, “Señor del espejo humeante” como hechicero que traía enfermedades, hambruna y peste a su pueblo, al que también se le rezó para evitar estas calamidades. Pero también es un ejemplo de cómo funciona la visión del mundo nahua: Tezcatlipoca es a la vez peligroso y destructivo, pero benevolente y afectuoso.

Pero hay que recordar que, en la antigua Mesoamérica, la lucha diaria se basa en la idea de mantener el equilibrio, entre el caos y el orden; por ejemplo, Ehécatl puede interrumpir los rituales y causar enfermedades; pero en otros casos se dice que son causados por brujería y hechicería. De ahí, que sea necesario hacerles ofrendas para erradicar la enfermedad, hechicería y desgracia.

 

 

Foto Azteca Memoria

 

Para los españoles, Huitzilopochtli fue descrito como un hechicero: “… solo un hombre, un hechicero, un presagio del mal; un loco, un engañador, un creador de la guerra, un señor de la guerra y un instigador de la guerra “, como asegura Fray Bernardino de Sahagún y su Primeros Memoriales.

Los tepupuxacuahuia “atontaban a la gente”, los teixcuepani “trastocaban los rostros” o es el equivalente a los ilusionistas, mientras que los teyolmalacachoa “hacían girar los corazones”. Un motetequi puede desmembrarse colocando sus manos y pies en varios lugares, mientras que una tecalatia cuecaltica “quema la casa de alguien con llamas.”

 

 

Foto Mexicolore

 

El adivino era conocido como Tonalpouhqui. El buen adivino leía las señales del día, examinaba y recordaba mientras que el malhechor engañaba, se burlaba y era un hipócrita diabólico. El Tonalpouhqui leería códices sagrados. El Codex Magliabechiano representa a mujeres médicas que diagnostican enfermedades arrojando maíz y frijoles sobre una manta.

Una de las formas más comunes de brujería y brujería en Mesoamérica es la capacidad de transformarse en varios animales. Para los aztecas, este hechicero que cambiaba de forma era conocido como Nahualli. Algunos de estos personajes podían para dañar a mujeres y niños con una serie de enfermedades que incluyen parálisis y epilepsia. Pero como en toda la cosmogonía, las mismas fuerzas que se propiciaron para sanar a los enfermos y proteger también fueron las que causaron enfermedades y causaron daños.

 

Foto ehshaaple.wordpress

 

Además del nahual, el Tlacatecolotl (hombre-búho), un poseído que odiaba y destruía a las personas, un implantador de enfermedades, un asesino con pociones y la capacidad de transformarse en varios animales. La diferencia puede ser que el Nahualli podría invocar a su contraparte animal para hacer el bien o el mal, mientras que el Tlacatecolotl recurrió a criaturas más siniestras que estaban asociadas con el lado más oscuro del cosmos.