La picardía del mexicano está presente en nuestra vida cotidiana.
Armando Jiménez Farías tienen dos libros exitosos en el mundo del chiste, los albures y refranes picosos de conversaciones, escritos y grafitos; a saber, Picardía Mexicana de 1960 y Nueva picardía mexicana de 1971. En estos textos es posible conocer parte del mundo verbal de los barrios de la Ciudad de México y la cultura popular mexicana.
Muchas de estas manifestaciones del lenguaje verbal de la picardía, que todavía pocos entienden bien, y está cargado de una fuerte connotación sexual, comenzando por los albures, violencia machista y lugares comunes vejatorios. Y Jiménez Farías es un arquitecto e ingeniero mexicano, que lleva la cantina a los libros.
La primera edición del libro “Picardía Mexicana” apareció el 15 de septiembre de 1960 y suma en México 143 ediciones comerciales (algo así como 22 mil 500 ejemplares por edición) y más de 4.1 millones de ejemplares vendidos. Jiménez Farías, también conocido como “El Gallito Inglés” (uno de los grafitos que él mismo recopiló de un baño público), abandonó la carrera de arquitectura para dedicarse de lleno a la escritura, al ver el éxito editorial alcanzado por ésta su primera obra, que la mayoría de sus lectores no se atrevían a reconocer públicamente haberlo leído.
En efecto, “Picardía mexicana” es considerado el libro más vendido en el país durante los años setenta y ochenta del siglo pasado. Básicamente era el libro de memes mexicano del siglo XX ya que traía idiotismos o recopilación de “las palabras y frases propias de un país que van contra las reglas de la gramática, ejemplos múltiples de la terminología popular para designar la homosexualidad o historias diversas que le encantaban a todos.
El llamado “Cine de ficheras”, también representaba a una clase popular en muchas cantinas, cabarets y centros nocturnos, tratando temas como la prostitución, la denigración de la mujer y su fracaso en la sociedad, y a él estaban ligados el sufrimiento y la tragedia.
Con la ascensión de las ficheras en los años 70 como las nuevas reinas de la noche, esta condición va a cambiar y la imagen con la que estas chicas serán mostradas en el cine va a sufrir algunas modificaciones, aunque los valores ligados a su condición de mujeres sigan siendo los mismos.
Las Chambeadoras fueron un gusto culposo para varios de nosotros y a mucha gente le daba pena sacarlo en el metro, lo comprabas, lo leías y lo guardabas. Ahí podías ver a una mujer con el cuerpo de Maribel Guardia de joven o todas las vedettes de antes, lleno de albur, chistes y misoginia. Algo que jamás recuperará su esplendor.
Oscar Bazaldua era el dibujante de este tipo de historietas y más tarde llegó a formar parte del grupo de dibujantes de Marvel Comics que creció ayudando a Sixto Valencia, el legendario dibujante de Memin Pingui.
Foto Discogs
Foto @chambeadoras
A este mercado también había otro nicho, de las Criticada por muchos e incluso satanizada por el medio, el libro de Las Chambeadoras, Delmonikos Erotika, El Libro Siniestro o El Carruaje Diabólico, en su mayoría dibujadas por Óscar Bazaldúa y pintadas por José Silva, Guillermo Peimbert e Iván Santillán, son ejemplos del tipo de cultura popular que existía mucho en esa época.