Fotografía de portada: Carlos Villamayor
Arquitectura virreinal, calles empedradas, selva, artesanías, reservas ecológicas. Tapijulapa lo tiene todo, pero la joya de la corona son las Cascadas de Villa Luz.
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Tapijulapa es el pueblo mágico por antonomasia de Tabasco. Las imágenes naturales de este lugar son verdaderamente espectaculares: selva frondosa y colorida, aguas cristalinas, pozas azules y, por supuesto, las Cascadas de Villa Luz. Este pequeño rincón paradisíaco está situado en la región zoque de Tabasco, y es una verdadera delicia. Más allá de sus incomparables alrededores selváticos, el pueblo en sí también es una maravilla.
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La arquitectura de sus casas todavía conserva la típica traza virreinal, con tejados de dos aguas y pintura blanca. Caminar por sus calles empedradas es igual de bello que pasear por sus senderos, repletos de animales, árboles, aves, mariposas y flores de todos los colores y aromas. El nombre de Tapijulapa significa “lugar donde se rompen los cántaros”, lo cual hace alusión a los tlaloque, los ayudantes de Tláloc que rompían sus vasijas de barro para hacer llover sobre la tierra.
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Además, la localización del pueblo no podría ser mejor: está enclavado en la confluencia de los ríos Oxolotán y Amatán, lo cual confiere a sus aguas tonalidades turquesas y azules que te harán pensar que están es un sueño celestial. No obstante, la verdadera estrella del lugar son las Cascadas de Villa Luz. Todo comienza en el muelle de Tapijulapa, donde abordas una lancha y navegas por el río Oxolotán.
Mientras disfrutas del refrescante y rejuvenecedor paseo, los lancheros compartirán contigo los secretos de la región y sus espléndidas corrientes. El siguiente paso consiste en caminar sobre un puente colgante que pasa sobre el cauce del río. Enseguida, te encontrarás rodeado de selva y de trinos de pájaros y melodías de animales desconocidos: directo de una película de Indiana Jones.
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Cuando llegues a las Cascadas de Villa Luz, no podrás hacer más que tomarte un momento y dejar que su sublime belleza entre por tu piel y aligere tu mente. Sin embargo, puedes ir más allá: si tienes un corazón valiente, ponte un arnés y escala por las paredes de las cascadas de azufre, las cuales tienen una altura de doce metros. Después de pasar por Tapijulapa, no volverás a ser el mismo.
Un destino más cerca de la CDMX: la fantástica Ex-Hacienda de Chautla.
*Imagen destacada de: Carlos Villamayor
