La Tecaxic-Calixtlahuaca es una pieza arqueológica rodeada de muchas vicisitudes.
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Poco se sabe de esta cabeza de terracota descubierta en 1933, siendo el fragmento de una figura más grande, en una tumba precolombina en la zona de Tecaxic-Calixtlahuaca en el valle de Toluca. Lo peculiar de este descubrimiento es que fue encontrada en México, pero con posible origen romano.
Esta cabeza fue descubierta por José García Payón, arqueólogo Jefe del Departamento de Arqueología del Gobierno del Estado de México. Entre los años 1930 y 1938 dirigió las primeras exploraciones científicas de la zona arqueológica, muy cercana a la ciudad de Toluca.
México desconocido
Aunque se desconoce el motivo de su trabajo arqueológico en esta zona, permaneció sin publicar y únicamente sacó a la luz algunos artículos breves sobre los entierros y la cerámica hallada, así como el primer tomo de los tres libros que iba a dedicar a esta zona. En ese libro no figura ninguna información sobre sus excavaciones arqueológicas, limitándose a ofrecer información etnohistórica del Valle de Toluca.
El informe oficial se dio hasta 1961 cuando publicó un breve informe titulado “Una cabecita de barro, de extraña fisonomía”. En 1959 el etnólogo austriaco Robert von Heine-Geldern había comentado la importancia del hallazgo. En 1960 el arqueólogo alemán Ernst Boehringer sugiere que la cabeza es de origen romano y concretamente de los siglos o III d.C.
“A fines del año de 1933 emprendí la exploración del montículo 6 de la zona arqueológica de Tecaxic-Calixtlahuaca, en el Valle de Toluca; durante el curso de los trabajos se demostró que esta plataforma contenía tres superposiciones. Como la última o tercera época se halla más elevada que las anteriores, decidí llevar a cabo una exploración desde encima para ver si era posible encontrar los vestigios arquitectónicos correspondientes a las dos épocas constructivas anteriores.”
José García Payón continúa su artículo describiendo con todo detalle: “Después de remover una gruesa capa de tierra, encontramos dos pisos superpuestos separados entre sí por una capa de 20 cm. de tierra (…) Atravesamos los dos pisos y continuamos bajando, encontrando a poco el piso de la segunda época (…) lo atravesamos, y entre dicho piso y el de la primera época encontramos dos entierros por cremación con cerámica y un buen número de artefactos correspondientes al periodo Azteca-Matlazinca.”
Puede que este descubrimiento sea una posibilidad de contactos transoceánicos en tiempos prehispánicos, aunque se han realizado grandes esfuerzos para dilucidar la veracidad del hallazgo de la cabeza romana de Calixtlahuaca, sin llegar a nada concreto.
En 1995, mediante la técnica de la termoluminiscencia, que establece que la pieza está facturada entre el siglo IX a.C. y la mitad del siglo XIII d.C. lo que, pese al amplio margen existente, demuestra que la pieza efectivamente corresponde al periodo prehispánico de México.
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Sobre este punto, Bernard Andreae, Director Emérito del Instituto Alemán de Arqueología Romana, declaró que: “es sin duda romana, y el análisis de laboratorio han confirmado que es antiguo. El análisis estilístico nos dice más precisamente que es una obra romana del siglo II d.C. y el peinado y la forma de la barba presenta los rasgos típicos del periodo de los emperadores Severianos (193-236 d.C.), exactamente en la ‘moda’ de la época.”
¿Qué grado de confiabilidad podemos tener de que la cabeza sea realmente de la época romana y que se haya encontrado en un contexto prehispánico? Romeo H. Hristov, un gran investigador, ha afirmado: “Desde las primeras discusiones de este hallazgo durante el XXXIV Congreso Internacional de Americanistas en 1960, varios especialistas de la arqueología Mesoamericana (Gordon Ekholm, Jose Alcina Franch y David H. Kelley, entre otros) han considerado la cabecita de Tecaxic-Calixtlahuaca como una de las evidencias Mesoamericanas más confiables acerca de la existencia de contactos transoceánicos precolombinos.”
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“Por otro lado, como suele suceder con los datos controvertidos, éste hallazgo también fue objeto de varias críticas cuya competencia e imparcialidad han variado considerablemente. Las dos principales objeciones han sido que se puede tratar de una intrusión colonial o reciente dentro del contexto prehispánico; sin embargo, ambas sospechas tienen que ver más con las emociones subyacentes de la polémica que con cualquier dato verificable.”
Según una declaración informal de Paul Schmidt, arqueólogo de la UNAM, la cabeza fue puesta en el sitio por Hugo Moedano, arqueólogo que participaba en la excavación, para jugarle una broma a José García Payón, quien supervisaba la excavación. Como las personas involucradas han fallecido, una confirmación o refutación es imposible.
Quizá nunca sepamos la verdad sobre este caso, pero sin duda es uno de lo misterios de nuestra arqueología y sin duda, de la historia en general.
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