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Historias prehispánicas: la leyenda del gran Tepoztécatl

Desde el origen de la creación del hombre hasta la leyenda de los volcanes, las historias prehispánicas siempre tienen lugar en nuestra mesa y en la memoria colectiva. 

 

Las leyendas prehispánicas ocupan un lugar muy importante en la cultura mexicana. A través de ellas relatamos acontecimientos pasados y explicamos el mundo que nos rodea. Y aunque normalmente las historias puedan ser variadas, todas ellas guardan el mismo simbolismo. Ya hemos escuchado mucho la leyenda de la creación de Tenochtitlán, así que vamos a dar pie a otra historia, además de las clásicas que muchos conocen. Aquí te vamos a contar la leyenda del Señor de Tepoztlán, Tepoztécatl.   

 

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Imagen de: El Universal

 

Cuenta la leyenda que hubo una princesa que se enamoró del dios Ehécatl, cuando este revoloteaba en forma de pajarillo. De ese amor, la princesa quedó preñada, y nació un niño bastante particular. Los abuelos, al darse cuenta del desaire que había cometido su hija, la obligaron a deshacerse del bebé. Primero, lo dejó encima de un hormiguero, con la intención de que las hormigas se comiesen a la criatura. Sin embargo, en vez de matarlo, lo alimentaron con gotas de miel. Así que lo dejo entre los magueyes, pero las pencas se doblaron para sostenerlo y darle de beber aguamiel. Intentaba y no lograba nada, hasta que los padres decidieron regalarlo a una pareja de ancianos. 

 

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Imagen de: + de Morelos

 

Tepoztécatl fue criado por los dos ancianos y aprendió todo de ellos. Los años pasaron y, un día, su padre adoptivo fue elegido como sacrificio para la temible serpiente de Xochicalco. Ante la noticia, decidió entregarse en su lugar. Camino a Xochicalco, fue recogiendo pequeños pedazos de obsidiana y, al encontrarse frente a la serpiente, esta lo devoró. Parecía que ahí había terminado todo, pero Tepoztécatl logró escapar, cortando el interior de la serpiente con las obsidianas y emergiendo victorioso de su interior.

 

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Imagen de: Cultura Colectiva

 

De regreso a su hogar, el ahora héroe pasó por una fiesta y se acercó, atraído por el sonido del teponaxtli y la chirimía. Ante la negativa de la gente de dejarlo tocar, robó los instrumentos y huyó. Una multitud lo persiguió y, para evitar que lo alcanzaran, orinó, y de su orina nació una barranca. Al llegar a Tepoztlán, los habitantes lo nombraron Señor de Tepoztlán. Tiempo después, Tepoztécatl despareció; se dice que se fue a vivir a la pirámide del cerro del Tepozteco para siempre. 

 

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Imagen de: + de Morelos

 

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*Imagen destacada de: + de Morelos.