¿Quién diría que al pie de un volcán yace uno de los edificios más bonitos e interesantes del Edomex? El Casino Cosmopolita es muestra del antiguo esplendor de San Rafael.
La historia del Casino Cosmopolita del Edomex comienza a mediados del siglo XIX, con la Ferrería San Rafael. Esta pequeña fundidora se estableció alrededor de 1850, y se convirtió en una planta procesadora de papel al iniciar el nuevo siglo. Inmediatamente después, se vendió a los industriales españoles Andrés Ahedo y José Sánchez. Los dos empresarios vieron enseguida el potencial de la planta; el pueblo estaba situado en una zona densamente boscosa, al pie del Iztaccíhuatl, por lo que el negocio del papel podía ser muy redituable.
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El éxito de la Fábrica de Papel San Rafael fue tan descomunal, que llevó al crecimiento progresivo del pueblo y a la mejora gradual y firme de su infraestructura. De hecho, al final del Porfiriato, cuando México se industrializaba a pasos agigantados, la fábrica daba trabajo a prácticamente toda la población del pueblo. El excedente de dinero y la comodidad con que operaba la fábrica llevó a la construcción de un complejo de lujo para los empleados de alto nivel: el Casino Cosmopolita.
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Esta gran edificación era una mezcla de hotel, centro de recreación, y unidad habitacional. Sin embargo, los funcionarios de la empresa no pudieron disfrutar tanto tiempo de sus comodidades, ya que el Casino fue ocupado por las fuerzas zapatistas durante la Revolución. La fábrica siguió operando, ya que estableció una alianza con los insurgentes; a cambio de no suspender sus funciones, les dejarían usar las instalaciones como su base durante el tiempo que quisieran.
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La Fábrica de Papel San Rafael siguió creciendo durante el siglo XX, pero su declive había comenzado. A finales del siglo, su producción se había reducido drásticamente, así que la mayoría de sus propiedades fueron adquiridas por el gobierno federal. El Casino Cosmopolita funcionó como residencia, luego como salón de eventos y restaurante y después como club nocturno, hasta que eventualmente fue abandonado. Hoy en día, el edificio no se ha reclamado, y se deteriora sin que nadie lo evite.
Sin embargo, su esplendor se sigue adivinando por su todavía imponente fachada, demostrando la influencia de la arquitectura europea que llegó a San Rafael. De hecho, las similitudes con muchos lugares del viejo continente, aunadas a los paisajes montañosos y boscosos, le ha granjeado al pueblo el título de “los Alpes Mexicanos”.
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