Entre las muchas especies vegetales originarias de México se encuentra el otate, el cual es un bambú que se utiliza desde tiempos prehispánicos.
La biodiversidad de nuestro país es mundialmente reconocida, y su flora no es la excepción. A lo largo y ancho del territorio nacional hay cientos, si no es que miles, de plantas, árboles, flores, frutos y semillas que nacieron por primera vez en estas tierras, y que forman parte de nuestro patrimonio natural. Muchas de ellas se utilizan desde hace siglos, y formaban parte de la vida cotidiana de los pueblos mesoamericanos. Una de ellas es el otate, una especie de bambú nativo de México.
La palabra otate viene del náhuatl otatli, lo cual significa “caña dura”. En la época prehispánica era ampliamente utilizado, debido a su dureza, resistencia, abundancia y versatilidad. Era un magnífico ingrediente para levantar casas simples pero aguantadoras. De hecho, hoy en día se sigue utilizando, y con él se hace el bajareque, una mezcla de los tallos del otate con lodo y zacate, ideal para levantar paredes de viviendas en zonas rurales.
En todo el mundo se reconocen las propiedades del bambú, ya que es una gran alternativa para fabricar decenas de objetos comunes, desde cepillos de dientes y popotes hasta persianas y techos. Ocupa poco espacio, es resistente a condiciones climáticas adversas y se reproduce fácilmente. En el caso del otate, también se usa como leña y para hacer cercas. Los que cuentan con manos hábiles y años de experiencia, también fabrican artesanías, escobas, muebles, puertas y ventanas.
Imagen de: Flickr
En la laguna de Tamiahua, ubicada en Veracruz, el otate sirve para confeccionar las charangas, una especie de hileras de troncos que se depositan en la superficie del agua para detener las redes de pescar. Además del estado costero, el otate abunda en Sinaloa, Tamaulipas, Hidalgo, San Luis Potosí, Morelos, Oaxaca, Tabasco y Chiapas.
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