Chiquis y Don Fernando, los voceros más peculiares de la CDMX

Con atenta serenidad, sentada en una silla acolchonada cubierta por una cobija infantil, observa a comerciantes, banqueros, niños, indigentes y demás transeúntes pasar. Junto a ella se sienta Don Fernando en un banco de metal. Cada que él se levanta para atender a un cliente, ella alza las orejas y sigue minuciosamente cada uno de sus movimientos, hasta que regresa a su lado y le acaricia el lomo; entonces regresa a la calma.

Desde hace 40 años Fernando Banda Figueroa trabaja en un puesto de periódicos, antes ubicado en la Alameda Central, ahora en 5 de Mayo esquina con Bolívar, Centro Histórico. Lleva compartiendo su rutina laboral, desde hace 10 años, con Chiquis, una perrita mestiza de unos 20 cm de estatura, con terso pelambre blanco, ojos, grandes y astutos, orejas parecidas a las de un cocker y una colita que termina en un mechón largo.

 

 

Don Fer y Chiquis son muy populares, el puesto es un ir y venir de saludos de gente que los conoce y de desconocidos que los quieren conocer, de expresiones de alegría, sorpresa y ternura al ver al can en el puesto y de comentarios como “ahora no está” o “yo creo está adentro” cuando se encuentra ausente.

Su día comienza a las 5 de la mañana, a las 6 o a las 6 y 5 “a más tardar”  cruzan la puerta del edificio donde viven, rumbo al metro Nativitas, en donde Chiquis viaja a bordo de una transportadora. Pasan por la zona de distribución de periódicos cerca del metro Hidalgo y alrededor de las 8 y media ya se encuentran frente al tenderete que aguarda replegado, a unos pasos de la Dulcería Celaya y del Café la Blanca.

 

 

Años atrás, cuando la perrita era cachorra se trasladaban en bicicleta. Ella iba adentro de una mochila, desde donde asomaba su cabecita para ver las efervescentes calles del corazón de la ciudad despertando.

Mientras Don Fer “viste el puesto” un amigo suyo acostumbra pasear a la perrita durante una hora, después se reúnen para que coma y duerma una siesta.

¿Cree que de alguna u otra forma Chiquis le ayude a ejercer su oficio? Guarda silencio por unos momentos y contesta “¿Quieres que te diga la verdad? Te voy a ser sincero, ella es la atracción del negocio  y estalla en una carcajada formándosele líneas curvas alrededor de sus ojos grises.

 

 

También admite que su singular compañera de trabajo hace que se venda más o que por lo menos, la gente se detenga a ver el puesto.

Su primer dueño, al sentirse abrumado con problemas personales, decidió deshacerse de la única hembra de la camada, pensando que le daría más molestias que los machos. Don Fer la vio por primera vez cuando paseaba con sus hermanos frente al puesto, en ese momento se la ofrecieron, el acepto  e inmediatamente se la entregaron con todo y correa.

Ella y su hermano con el que se reúne los fines de semana para jugar, son los únicos perros que aún viven, los otros tres murieron de cáncer hace un par de años.

Cuando me acerque a Chiquis por primera vez, me movió la cola y lamió mis manos por varios minutos. Siempre se muestra amigable, obediente y tranquila, solo le inquieta la máquina barredora a la cual vigila en estado de alerta hasta que desaparece del arroyo vehicular. Fer considera que su noble temperamento es el resultado del buen trato que le ha dado y también, del cariño que ha recibido de la gente “Si tu vieras la sonrisa que tiene los fines de semana de tanto la acarician” me comenta con tono de satisfacción.

Me habla de sus juguetes favoritos, de la chamarra, chaleco y camisa con que la  tapa cuando ve que se enrosca, señal de que tiene frío, de las mascadas que usa para adornar su cuello y de los Danoninos y Chiclosos de cajeta que acostumbra darle de postre.

 

 

Es su primera perrita hembra, también la menor tamaño y por mucho, la mascota que más ha querido.

“A veces nos ponemos a platicar y la gente se te queda viendo porque piensan que no entienden, pero si nos entienden y demasiado”. Me explica que muchas personas creen que los perros no comprenden lo que los humanos les dicen porque “no hacen más que correrlos” y sin embargo, en el momento que los corren, los animales se van, demostrando con esto que si entienden.

¿Si su perrita pudiera hablar como los humanos que le diría? Todo lo que hago mal, me dice con buen humor. “Yo nunca me he creído una persona perfecta, trato de no cometer errores, pero si cometo muchos”

Cuando están en casa, Chiquis le sigue los pies a donde sea que él vaya, Me dice que son muy unidos, que sabe que lo quiere porque cuando  la carga y le pide un beso ella “luego, luego de lo da”. Por esta razón, prefiere llevarla al trabajo, aunque no le permiten el acceso a tiendas y fondas de comida corrida.

Piensa que ella siente cuando esta triste, porque lo busca, y le pone su carita sobre sus piernas, como queriéndole decir que todo saldrá bien.

Los fines de semana a veces se van a Toluca donde Fer practica ciclismo en compañía de su perrita, una actividad que ambos disfrutan, sin embargo le preocupa que le pueda ocurrir un accidente, “la vida no la tiene comprada”, me comenta.

Chiquis siempre  come bien y variado, a veces croquetas, en ocasiones sobres de Pedegree, pollo o carne. Su amo siente un gran compromiso por satisfacer sus necesidades y gustos, aunque a veces tenga poco dinero. “Ella no sabe si tengo o no tengo, pero siente hambre”.

Don Fernando es el ideal del adoptante, no solo se encarga de alimentarla bien, de tenerla limpia y llevarla al veterinario, también es un experto en perros, conoce de sus características, adiestramiento y de los descubrimientos científicos que se han hecho en torno a ellos.

La gente que habita y trabaja en el Centro Histórico aprecia mucho al señor Fernando. Su trato es respetuoso con todos, jamás utiliza una expresión o palabra soez y siempre se muestra tranquilo, en paz. Sintetiza su filosofía de vida con estas palabras: “Voy tomando el día como va viniendo y trato de tener lo menos posible de problemas con la gente, para vivir mejor”

 

 

Ayer le enseñaron un video donde se muestra a personas despidiéndose de sus mascotas momentos antes de que los “duerman” porque están muy enfermos o viejos. Esto a Don Fer le impresiono mucho, ya que todos sus perros han muerto por causas naturales: “Yo no sería capaz de quitarle su vida con una inyección, yo preferiría que viviera lo más que se pudiera, hasta que le tocara descansar. No me gustaría verla sufrir, pero tampoco tengo ese corazón tan duro como para ponerle una inyección”.

Fer cree que los perros “buscan a alguien que los quiera” y que su papel en este mundo es unir a la gente, y acompañarnos en el recorrido por la vida.

¿Qué siente por su perrita?, a lo que contesta con voz levemente quebrada: “demasiado cariño, no sé lo que vaya a pasar, cuando ella cumpla su ciclo, como yo también voy a cumplir el mío, pero no me gustaría que yo me fuera primero que ella, es que esta tan acostumbrada a mí, que no sé qué es lo que pasaría”

Don Fernando piensa que al igual que los humanos que fueron buenos en vida,  los perros al morir van con Dios: “Su cuerpo se va a la tierra y su alma vuela. No sé quién será ella, si será un humano o no será. Dicen que podemos reencarnar en animales. Lo que sea que me haya tocado, es muy bueno, ella es muy buena”.

 

 

Autora y fotografías: Raulí Espinosa de los Monteros Hernández.