El dibujo y la ilustración han sido dos de las expresiones artísticas que más han evolucionado a lo largo de la historia. Desde tiempos inmemorables el humano ha intentado abstraer y reproducir su realidad con un pincel, con un lápiz y hasta con una piedra.
Al principio, los hombres dejaban sus bosquejos en los muros de las cuevas. Pintaban los pormenores de su universo de creencias y experiencias; un toro, un dios, un hombre enfrentando las adversidades del tiempo y naturaleza.
Después el dibujo tuvo la hermosa virtud de evolucionar como el humano y entonces una nueva ventana se abrió para los artistas. Nacieron así los paisajes bucólicos, bíblicos, feudales, las escenas de la vida cotidiana, y por supuesto los impresionantes cuadros de ciudades.
Retratar las urbes en pintura no ha sido una tarea sencilla ya que hay muchas cosas en juego. Antes de empezar hay que hacerse unas preguntas: ¿Cómo copiar la inmensidad?, ¿Cómo retratar las miles de emociones que coexisten en los grandes asentamientos? ¿Como capturar en un lienzo lo que nadie ve? ¿Cómo se dibuja la vulnerabilidad de un individuo ante la grandeza?
Quizá la respuesta a todas estas incógnitas está en aprender no a ilustrar una metrópoli, sino la idea de ella. Encontrar la forma de decir con proporciones, líneas, sombras, luces y técnicas lo que mil palabras no pueden, tal vez ese el el verdadero arte.
Dicho lo anterior y para el placer de aquellos que gustan de observar la capital más allá de los edificios, los árboles y las banquetas, el artista Cizza Bernal compartió en sus redes sociales unas pintorescas imágenes de la Ciudad de México.
Puntos icónicos como el Palacio de Bellas Artes, Monumento a la Revolución, el Ángel de la Independencia y la Calle de Madero se encuentran entre los lugares retratados. Pero lo que llama la atención es el trabajo de edición que ha realizado el artista, para así fusionar la CDMX con algunas de las pinturas más reconocidas del pintor neerlandés Vicent Van Gogh.