En México hay una buena cantidad de pueblos fantasma y edificios sumergidos, ya sea por inundaciones o por la mano del humano; una de las más famosas es la iglesia de Quechula, Chiapas.
Por alguna razón, en nuestro país abundan los pueblos y construcciones inundados por presas artificiales. El lago de Tequesquitengo y la Presa Las Adjuntas en Tamaulipas son solo algunos de los ejemplos más famosos. Estos lugares se han convertido en sorprendentes destinos turísticos, que contribuyen a la historia de sus respectivos lugares de origen. Afortunadamente, no fue la tragedia la que sumergió estos edificios, sino la acción humana que, por alguna u otra razón, se vio obligada a construir una presa, ya sea para mitigar inundaciones o para canalizar algún río. Aquí te contaremos la historia de la iglesia de Quechula.
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Justo a la mitad del río Grijalva, uno de los más largos y caudalosos de México, sobresale un templo de fina arquitectura, el cual data del siglo XVI. Fue construido por la orden dominica, y durante siglos funcionó como un importante lugar de culto de la región, hasta que quedó sumergido por las aguas del río en 1966. Sin embargo, no fue una tormenta devastadora lo que la hizo desaparecer, sino el levantamiento de la presa Nezahualcóyotl, también conocida como Malpaso.
En un inicio, no se podría adivinar ni la fachada de la iglesia, pero las sequías redujeron el nivel del agua por 25 metros, así que ahora se puede ver e incluso visitar, después de un pequeño trayecto en lancha. Esta zona de Chiapas, alejada de las comunidades y pueblos en aquel entonces, fue un fuerte centro de evangelización que los españoles erigieron para adoctrinar a los pueblos zoques. Con el paso del tiempo, Quechula llegó a ser un poblado grande, y el templo formaba parte de su identidad.
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La presa, además de inutilizar fértiles tierras de cultivos, relegó al olvido el Templo del Señor de Santiago, muy querido por los habitantes de Quechula. Todavía hay pequeñas peregrinaciones que parten de los pueblos circundantes, movidas por la nostalgia, la devoción y la tristeza por lo perdido. Su majestuosidad de antaño sigue atrayendo a la gente, tanto locales como turistas, provenientes de todos los estados del país. Ahora, la iglesia de Quechula se asoma sobre la superficie del río Grijalva, y a veces se alcanza a adivinar su esplendor, cuando las aguas bajan y descubren sus grandes muros y columnas.
Imagen de: Carlos López
Aquí la historia de otro pueblo sumergido por una presa: Las Adjuntas, Tamaulipas.
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