Un lugar lleno de historia, magia y una oda visual al origen de la bebida nacional.
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Con una superficie de 34.658 hectáreas entre el volcán de Tequila y el valle del Río Grande, se forma un vasto paisaje de cultivos de agave azul: una planta que se viene usando desde el siglo XVI para elaborar tequila y, desde hace 2.000 años para producir bebidas fermentadas y confeccionar ropa gracias a sus fibras textiles.
Dentro de esta zona paisajística están en actividad las destilerías de tequila, que son un exponente del aumento del consumo internacional de esta bebida alcohólica a lo largo de los siglos XIX y XX. Y para muchos, el verdadero jardín del edén.
El cultivo del agave es un intrínseco de la identidad nacional mexicana. Así que el sitio comprende el paisaje configurado por los campos donde se cultiva el agave azul y los asentamientos urbanos de Tequila, Arenal y Amatitlán, que poseen grandes destilerías donde se fermenta la piña de la planta para fabricar el alcohol.
También comprende zonas de vestigios arqueológicos de cultivos en terrazas, viviendas, templos, túmulos ceremoniales y terrenos de juego de pelota que constituyen un testimonio de la cultura de Teuchitlán, predominante en la región de Tequila entre los años 200 y 900 de nuestra era.
El sitio actual abarca 90 hectáreas, aunque solamente se ha explorado el 1.3 por ciento, se estima que durante su apogeo tenía 24 mil, y que fue habitado por alrededor de 40 mil personas.
El asentamiento se caracteriza por su peculiar estilo arquitectónico: basamentos cónicos escalonados (una de ellas con restos de un palo de volador) rodeadas de patios circulares, dos Juego de Pelota, un anfiteatro, varias terrazas y edificios menores.
Dentro del conjunto principal, se levanta una estructura con varias capas y cuatro escalinatas en los puntos cardinales. Algunos estudiosos sugieren que sus pisos hacen referencia a un calendario. Por lo que respecta al juego de pelota, han sido localizadas más de 89 canchas alrededor del volcán de Tequila. La más monumental de su época mide 111 metros de largo por 24 metros de ancho y se ubica en el corazón de la zona arqueológica. Hay otras cuatro canchas localizadas, dos en el corazón de los recintos rituales, mientras que las otras están en las zonas periféricas asociadas a unidades habitacionales.
El paisaje contiene también instalaciones industriales que reflejan el crecimiento del consumo de tequila en los siglos XIX al XX. Actualmente, la cultura del agave está vista como parte de la identidad nacional mexicana.
Dicho patrimonio se divide en 2 zonas núcleo, con diferente distinción: Bien cultural inscrito en 2006 con múltiples ubicaciones como el Valle de Tequila y Amatitán, orgullo nacional y patrimonio mundial Unesco.
Foto destacada: Milenio