La seductora leyenda zapoteca del mezcal

El mezcal, bebida mística, mágica, afrodisiaca y extraordinaria.

 

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En la preciosa lengua náhuatl, mayahuel significa lo que rodea el maguey, y es considerada como la diosa mexica del maguey, y por extensión, de la embriaguez. A partir de esta diosa se han tratado de explicar muchos escenarios relativos al pulque, a la embriaguez y también del mezcal, así como algunas variaciones zapotecas.

Sobre las leyendas que rodean al mezcal, existen diferentes versiones; algunas nacen de la imaginación popular y otras que son recogidas por la memoria histórica de nuestro pueblo.

 

 

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Como sea, el mezcal es una de las bebidas arraigadas en la vida social de los oaxaqueños, y para muchos tiene un toque místico y ritual. Cuenta la leyenda que Mayahuel era una joven hermosa, nieta de una Tzintzimitl. Aunque cierta noche, Quetzalcóatl y Mayahuel se encuentran para amarse, convertidos en la forma de un árbol bifurcado.

Cuando la Tzintzimitl despierta y no ve a su nieta, baja a la Tierra a buscarla y la descubre con Quetzalcóatl, apenas separándose de las ramas. Entonces despedaza a Mayahuel y abandona sus restos para que sean devorados. Quetzalcóatl los entierra y de ellos brota la planta del maguey o agave; de ella se producen el pulque, el tequila y el mezcal, que es el destilado que nos ocupa en esta ocasión.

 

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La leyenda zapoteca del mezcal es una variación Mayahuel, y habla de la diosa Máyatl, quien poseía cuarenta mil senos de los cuales brotaba un elíxir maravilloso que ofrecía a sus adoradores.

Una vez la diosa se sintió excitada, sensación que le era desconocida y le producía un intenso deseo carnal, originado al formarse en su corazón unos maravillosos gusanos que sensibilizaban el cuerpo de la soberbia diosa.

 

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Bajo ese estado de excitación, Máyatl se enamoró de un guerrero: Chag, que no osaba ver a la diosa como su igual. La tímida actitud de Chag impulsaba a la diosa a buscar la forma de obtener su amor. Un día Máyatl ofreció a su amado el más hermoso de sus senos para que bebiera el elíxir que brotaba de sus entrañas.

Cuando Chag bebió lo suficiente, venció su timidez e imploró a la diosa: “…¡hazme dios o hazte mujer!…”, Máyatl, profundamente conmovida, llevó la mano a su corazón y, tomando uno de los gusanos sagrados se lo ofreció a Chag. El mortal se sintió a la altura de su diosa y la amó intensamente durante siete días y siete noches.

 

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El mezcal es un destilado del zumo fermentado del agave; cuando la penca llega a su madurez —entre los seis y doce años—, se le cortan las hojas y se deja la piña o corazón que pasa por un proceso de cocción, luego se muele, y se coloca en una tina en donde se deja fermentar. Una vez terminado este proceso, la masa se destila al menos dos veces.

De las más de 200 especies de agave conocidas, 150 son endémicas de México y sólo 40 de ellas permiten la destilación de mezcales, cada uno con características distintivas. Además del tipo de agave, otra diferencia relevante es la denominación de origen del mezcal. Solamente siete estados de la República cuentan con ella: Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Durango, San Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato, Puebla y Tamaulipas.

 

Foto destacada: INAH